Una escena de la película argentina El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella y ganadora de un Oscar, sirve para explicar cómo se vive el fútbol en Sudamérica. “El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero no puede cambiar de pasión”, manifestó Pablo Sandoval, el personaje interpretado por Guillermo Francella.
Es muy difícil encontrar a alguien que, por diversos motivos, decida hacerse hincha de otro club. Más aún si se trata de un eterno rival. No obstante, como en todos los ámbitos de la vida, hay excepciones como la historia de Justo y Nico, un caso real que se viralizó a través de un documental presentado por la Secretaría Nacional del Deporte del Uruguay, en el marco del Día del Padre, el cual se celebra en ese país cada segundo domingo de julio.
El Clásico de la Villa es uno de los más importantes del fútbol charrúa. Es nada menos que el duelo entre los dos equipos de la Villa del Cerro de Montevideo: Cerro y Rampla Juniors. Casualmente, estas dos instituciones ayer se volvieron a ver las caras por la segunda fecha de la Serie B del Torneo Intermedio.
Desde que tiene uso de razón, Justo es cerrense. Su fanatismo es tal que asoció a su hijo cuando apenas habían transcurrido 72 horas de su nacimiento. Sin embargo, por haber acompañado a un amigo al Estadio Olímpico, Nicolás se volvió un ferviente hincha del Picapiedra (el eterno rival del club de su padre) y lo empezó a seguir a todas partes. En uno de esos viajes, sufrió un accidente que le quitó la vida.
El documental de nueve minutos, realizado en conjunto con la agencia Cámara TBWA y con la producción de La Granja Films, Zinc Sound, Youruguay y Whitebear, muestra cómo sucede lo inesperado después de esta tragedia: un aficionado caracterizado de Cerro decide comenzar a asistir a los encuentros de Rampla.
“Viniendo acá lo estoy representando a él”, señala Justo, quien ahora pisa el Estadio Olímpico en cada partido y cuelga una bandera con la leyenda “Nico siempre presente”. Además, admite que su sangre sigue siendo albiceleste, pero su corazón ya es rojiverde.
“Descubrimos que esto era perfecto para la Secretaría Nacional de Deportes de Uruguay –manifestó Gabriel Lista, CCO de Cámara TBWA–. Es una gran historia de amor y devoción que explica muy bien lo que es capaz de hacer un padre por su hijo y también transmite tolerancia y empatía, al mostrar como toda la comunidad dejó de lado una acérrima rivalidad deportiva para acompañar, entender y celebrar esta decisión”.
El ejecutivo además le manifestó a Adlatina que el caso ha tenido una amplia repercusión porque se trata de un hecho real y conmovedor, donde a partir de un suceso trágico, un padre convierte su dolor en un mensaje de conciencia, y que a pesar de que el fútbol a veces divida, en muchas ocasiones también une.
