Digital Global

EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

Diplomacia: La hora de los embajadores digitales

Dinamarca tendrá un funcionario con base en Silicon Valley abocado a mantener al país europeo en la cresta de la ola tecnológica. “La iniciativa me parece muy oportuna, y a la vez muy sorprendente”, comenta Borrini.

Diplomacia: La hora de los embajadores digitales
Borrini: “Coinciden los expertos que la tecnología, con recursos ya imprescindibles, nos abruma porque avanzó más que nuestra capacidad cerebral”.

Desde septiembre próximo, Dinamarca será el primer país del mundo en contar con un embajador exclusivamente dedicado a mantenerlo en la cresta de ola tecnológica. Podrán aspirar al cargo especialistas que llenen las condiciones, no necesariamente diplomáticos. Tendrán el rango y el sueldo de subdirector.
Ya habrán adivinado los lectores donde tendrá su sede el nuevo funcionario: Silicon Valley, en estrecho contacto con las grandes marcas digitales. Apple, Microsoft, Google, IBM, Alibaba, colosos que son verdaderos estados; tanto por su relevancia económica, como por su capacidad de empleo. Según el diario de negocios Financial Times, en conjunto podrían pertenecer, si quisieran, al G20, grupo de países más influyentes del mundo. De hecho ya lo son.
La iniciativa me parece muy oportuna, teniendo en cuenta hacia dónde parecen dirigirse, velozmente, la economía, los negocios y las relaciones internacionales, y a la vez muy sorprendente, un aspecto en el cual ya nos debería quedar muy poca capacidad de sorpresa. Un escéptico incurable dijo, hace 20 o 30 años, que sólo iba a tomarse en serio los adelantos de la técnica cuando se pudiera fabricar un solo zapato que calzase en los dos pies. El desafío, a la vez que muy módico como aspiración, dado el punto al que hemos llegado, es de lo más inútil, porque tener un único calzado se parece mucho a la desgracia de tener un solo pie.
Coinciden los expertos que la tecnología, con recursos que si bien a esta altura ya son imprescindibles, nos abruma porque avanzó más que nuestra capacidad cerebral. Y además, al menos en nuestro país conviven con abismales contradicciones. Al mismo tiempo que los medios nos informan de la última maravilla en Belgrano, en la zona en que vivo (Jorge Martínez, cuyas oficinas se alzan muy cerca, podría atestiguarlo) pasa el botellero, como hace 80 años, sólo que ahora en una camioneta y con altoparlantes. Compite en desventaja con Mercado Libre, pero vuelve a evocar el recuerdo de que la calle fue el supermercado más antiguo del país, donde la compra coincidía con la entrega.
Dinamarca ya tomó la decisión de abrir una embajada digital en Silicon Valley. Sin duda habrá seguidores, pero es probable que tengan que abrir varias sedes, porque “Los gigantes chinos de internet ya desafían a Silicon Valley”, título de una nota central publicada en The Economist hace poco. Explica que compañías de la talla de Alibaba, Tencent y Baidu ya le mojan la oreja a sus pareces norteamericanos. Alibaba, el mayor grupo de comercio electrónico chino, maneja más transacciones anualmente que eBay y Amazon juntas. Sus responsables juran que en 20 años atenderá a 2.000 millones de todo el mundo.
La ventaja de las firmas chinas es que están sometidas a muy pocas regulaciones, mientras que las de origen norteamericano, por el contrario, están permanentemente sometidas a un escrutinio de las autoridades y de la opinión pública por la difusión de noticias falsas e impunes, y el acoso de hackers que saquean capitales e identidades.
Esta ventana al futuro produce vértigo. Los que no somos “nativos digitales” y no manejamos artefactos de última generación hemos salido del radio de acción de nuestros nietos, interconectados exclusivamente con sus coetáneos. Padres y abuelos suelen quejarse de que no les reconocen la voz, ensimismados en el mudo entretenimiento de sus teléfonos que no sirven para hablar.
Temen que sus bisnietos, si llegan a tenerlos, nazcan con el pulgar pegado al celular. Sólo imaginarlo me da vértigo.

Alberto Borrini

Por Alberto Borrini

Compartir nota