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LA COLUMNA DE MARIANA HERNÁNDEZ

¿Cómo está el agua?

Inspirada en el libro ‘La utilidad de lo inútil. Manifiesto’, del filósofo Nuccio Ordine, la columnista de adlatina.com reflexiona sobre la posibilidad de unir la ética y la estética, lo privado y lo colectivo. Es decir, encontrar la dimensión trascendental en la producción cotidiana y pragmática.

¿Cómo está el agua?
“Somos inventores; jugamos con el ingenio y la magia del sueño transformándolo en solución”, dice Hernández.

Acabo de leer un libro absolutamente maravilloso llamado La utilidad de lo inútil. Manifiesto, de Nuccio Ordine, filósofo y profesor.  El título es ya interesante y lleva a preguntarse sobre qué es lo útil y qué lo inútil. Absolutamente subjetivo, me parece. La utilidad de cualquier tarea, herramienta o misión es relativa a su entorno cultural y condiciones de existencia. Asique, por un momento siento que es demasiado amplio y ambiguo el planteamiento.

Por otra parte, el pragmatismo es un punto de vista que me genera curiosidad y respeto. A lo largo de los años dedicados a trabajar en el entorno privado,  la cuestión sobre cómo evaluamos desde el pragmatismo la pertinencia y la utilidad de nuestros esfuerzos y tareas se me ha hecho compleja y permanentemente presente.  Desde una perspectiva, al comienzo un poco naif que luego se va transformando en idealista, tal vez, he creído casi siempre en la posibilidad de unir la ética y la estética; lo comercial con la ganancia; lo privado y lo colectivo. Me alegra, por ejemplo, revisar en este momento una noticia que cuenta cómo gracias a la tecnología de las impresoras 3D, se están creando prótesis para niños a través de EnablingtheFuture. ¿Es también un gran negocio las prótesis diseñadas de esta forma? Sí.

Retomando la narrativa del libro que ha inspirado estas líneas, Ordine promulga de manera conmovedoramente entusiasta, que vivimos en un siglo (y esto lo vienen diciendo los pensadores desde el siglo XVII) en el que lo importante es la utilidad, entendida como la generación de riqueza, soluciones y recursos, cuando en realidad, lo verdaderamente trascendente y enaltecedor para el ser humano es lo considerado inútil, es decir, la poesía, la literatura, la pintura, la filosofía.  Citando sin pudor a una enorme cantidad de grandes mentes, como Aristóteles, Calvino, Dante, García Márquez, Keynes, Okakura, Platón, Shakespeare, Moro, Wallace, la discusión es encantadora.

El quid de la cuestión es cómo dedicar una vida a la contemplación intelectual si se requieren recursos para sostener la existencia; parece que nos remontamos a la época de los intelectuales y artistas con sus mecenas: unos,  sólo dedicados a la creación sin mayor conexión con el mundo real de la demanda y la oferta, y otros  ocupados justamente de generar el negocio. Tal división deja de tener sentido en un contexto más contemporáneo, en el que los medios y modos de consumo se entremezclan. Aunque, en la misma línea,  persiste el dilema de la productividad versus la creatividad, por ejemplo, en aquellos que deciden ser freelancers: es frecuente escuchar cómo sobra libertad y falta estabilidad. ¿Entonces?

Esta discusión, también, pone una luz incómoda pero obvia en los criterios que los gobiernos utilizan para decidir y adjudicar los presupuestos al patrocinio y promoción de la cultura. Dice I. Calvino “la cultura…no ofrece garantías. Y, sin embargo, la única oportunidad para conquistar y proteger nuestra dignidad humana nos la brinda la cultura, la educación liberal”.  Parecemos no ver a veces el entorno que creamos y el efecto que tenemos en él. Por su parte, dice D. F. Wallace “había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez más viejo que nadaba en dirección contraria; el pez más viejo los saludó con la cabeza y les dijo “buenos días chicos, ¿cómo está el agua?”. Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin uno miró al otro y le dijo “¿qué diablos es el agua?”.

Otra idea inquietante es que, en realidad, la producción de conocimiento debería ser vista como algo útil aunque sea imposible comprarlo, venderlo, inyectarlo y hacerlo tangible ¿Dónde está? ¿Quién lo toca? Aunque algunas prácticas corruptas intenten lo contrario, no hay dinero que compre el saber, aunque si un título. El conocimiento es un activo que multiplica las capacidades de transformación y avance.

La plática sobre si lo inútil vale más o vale menos que lo útil puede sonar un tanto profunda, aunque podemos encontrar algunas aplicaciones muy sencillas a nuestra tarea de ser innovadores y creadores de soluciones, entre otras:

1º- El placer de lo estético.

Disfrutar la creación de belleza es parte esencial de nuestro quehacer; el diseño, la creatividad y el arte están absolutamente presentes en la publicidad y en la comunicación. Muchos artistas y escritores han trabajado históricamente en publicidad como una manera de aumentar la capacidad productiva de su talento. No olvidemos este placer en aras del pragmatismo, algo puede ser, sin duda, bello y práctico. El riesgo de sacrificar belleza por utilidad es un peligro siempre latente en nuestro negocio.

2º- Ideas que se convierten en soluciones.

Mejorar la calidad de vida de la gente es una meta bastante presente en la producción de bienes de consumo, sin embargo, muchos van más allá creando soluciones que, a su vez, son inmensamente útiles, bellas y creativas (recordemos el ejemplo anterior de las prótesis). Somos, también, inventores; jugamos con el ingenio y la magia del sueño transformándolo en solución.

3º- Curiosidad intelectual.

Aprender más, flexibilizar nuestros paradigmas; podemos disfrutar la felicidad que produce aprender, estudiar, abrir los ojos a otras realidades para luego generar una fusión de todo eso y aplicarlo precisamente al proceso creativo. La curiosidad ha sido la instigadora mayor de la filosofía y, sin duda, de todos los que podemos acceder al privilegio de crear soluciones, ideas y propuestas.

Aunque, eventualmente, parezca un tanto inútil hablar de la diferencia entre lo útil y lo inútil, en realidad,  puede ser un tema interesante para un negocio más sustentable y flexible. ¿Cómo está el agua?

 

Referencia: La utilidad de lo inútil. Manifiesto.

Nuccio Ordine. Editorial Sexta Edición. 2013.

 

 

 

Redacción Adlatina

Por Redacción Adlatina

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