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EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

La bicicleta, sus dos edades y secretos bien guardados

El columnista de Adlatina rescata a uno de los grandes héroes del ciclismo mundial y recuerda su vínculo personal con un objeto que el tiempo transformó en mucho más que un medio de transporte.

La bicicleta, sus dos edades y secretos bien guardados
Borrini: “Es la sociedad la que ha ido al rescate de la bicicleta y no al revés, como suele suceder con otros objetos entrañables de uso cotidiano”.

Un extenso informe sobre las dos edades de la bicicleta, publicado en El País de Madrid, un periódico cuya influencia en Latinoamérica es notoria, motiva esta columna. Las investigaciones del diario madrileño provocan en los lectores reflexiones de fondo acercada de los más variados temas, aun cuando, como en este caso, el de la vulgar bicicleta, se presenten con la apariencia de una cuestión insignificante o intrascendente.

Todavía hay aspectos de la bicicleta que no se conocen, y que la presentan como medio de comunicación, no sólo de transporte. En Italia, el célebre “Giro” del ciclismo llegó a competir, entre 1936 y 1938, con el derby del calcio, Roma-Lazio. La rivalidad deportiva e ideológica entre los dos grandes campeones de las dos ruedas, Gino Bártali y Fausto Coppi, apasionaba a multitudes cuando Mussolini ascendía vertiginosamente como líder del fascismo.

Con este marco, sucedió una historia tan desconocida como increíble. El secreto, para tener una idea de su magnitud, fue revelado sólo en 2003, por el peligro que corrían sus principales actores en esos momentos. Bártali, con el pretexto de entrenarse, pedaleaba de iglesia en iglesia sin que los simpatizantes fascistas sospecharan. En las iglesias el heroico Bártali recogía pasaportes falsos que entregaba a familias judías para que cruzaran la frontera. De eso modo ayudó a la huída de más de 800 personas sin obtener entonces reconocimiento alguno. Bártali murió en 2003, olvidado y sin recibir premio alguno por una contribución que sólo conocían los beneficiados. Pasó a la historia del ciclismo como un prodigio de resistencia física y ganador de todo lo que se propuso.

En lo personal, fui alcanzado por los dos polos de la modesta bicicleta, dos edades diferentes e incluso enfrentadas. La primera está cargada de nostalgia y empieza en mi adolescencia, cuando con mis primeros ahorros compré una Bianchi de llantas de madera, que en las décadas de 1930 a 1950 era inevitable asociar con la épica de los grandes tours, las maratones y las hazañas de los campeones italianos, y también con las proezas de héroes locales de la talla de los hermanos Remigio y Cosme Saavedra. Los dos pasearon el coraje argentino por las mayores competencias realizadas en Europa, los Estados Unidos y Canadá.

Remigio corrió y ganó en el Luna Park, en los días de gloria del deporte. Mendocino como su hermano, nació en 1911 y murió en 1998, a los 86 años. A los 70, se animó a subirse de nuevo a una bici para recaudar fondos con destino a Lalcec y a su lucha contra el cáncer.

Precisamente en honor a Remigio Saavedra se instituyó en el país el Día del Ciclismo, el 5 de diciembre, en conmemoración de la fecha en que el ídolo de las rutas, venciendo límites físicos, cubrió sin parar, en menos de 19 horas, la distancia que separa Mendoza de Buenos Aires.

Desaparecidos estos prodigios, el vehículo entró en eclipse hasta que, en este siglo, volvió con la aureola, patrocinada oficialmente y renovada por la tecnología y los afanes ecologistas. El prestigioso sociólogo Marc Augé, en El elogio de la bicicleta, escribió que “la bicicleta ha logrado mutar en sus usos sociales y culturales tanto como ha necesitado para desmentir su obsolescencia, hasta el punto de seguir ocupando, más de cien años después, un lugar de relevancia económica y central en el debate contemporáneo sobre movilidad y  urbanismo”. Y acaso también por prestar servicios institucionales o patrióticos como los de Bártali en Italia.

Poco estudiada por ser tan conocida, retorna como un medio moderno y vinculado con la vida en plenitud: es la sociedad la que ha ido al rescate de la bicicleta y no al revés, como suele suceder con otros objetos entrañables de uso cotidiano.

 

Alberto Borrini

Por Alberto Borrini

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