Publicidad > México | LA COLUMNA DE MARIANA HERNÁNDEZ
Por Redacción Adlatina |

No vayas a vender collares a Puerto Escondido

La columnista de adlatina.com reflexiona sobre cómo la ética está más presente en la actividad así como también está creciendo la preocupación por hacerse responsables sobre qué está dejando la publicidad como producto de consumo cultural y se cuestiona qué tipo de valores enaltece o comparte y cómo se conecta con las carencias reales (materiales y emocionales) de la gente y con la búsqueda cada v

No vayas a vender collares a Puerto Escondido
Mariana Hernández: “Podemos tener un negocio rentable, productivo y más humano. Sin duda”.

No es raro escuchar, de vez en cuando, a publicistas con crisis existenciales, que se cansan de “vender, vender y vender” (quizá desde una mirada parcial del negocio), se sienten perdidos y no le encuentran sentido a lo que perciben por momentos como híperconsumo y, entonces, se retiran a una vida de mayor significado, de mayor elección y que prueba que nunca es tarde para redefinirse y reinventarse. Como chiste local, a veces en las agencias se escuchaba el “me iré a vender collares a Puerto Escondido” como el escape cliché y hippie a un puerto de playa tranquilo con total apego a la naturaleza y desapego a lo material. La realidad es que pocos lo logran (digo, vivir de vender collares).

He asistido en los últimos meses a diferentes clases, eventos y encuentros vinculados con la publicidad y la comunicación. Y sí, se habla de campañas, de Cannes, se comentan los insights de los consumidores, se muestran estadísticas, investigaciones… Pero he sentido algo diferente desde hace algunos años. La ética está más presente, la preocupación por hacernos responsables sobre qué está dejando la publicidad como producto de consumo cultural crece, cuestionando qué tipo de valores enaltece o comparte y cómo se conecta con las carencias reales (materiales y emocionales) de la gente y con la búsqueda cada vez más fuerte de tener vidas más significativas.

Esto se puede hacer más común porque ahora hay nuevas generaciones trabajando en publicidad, colectivos con una mirada más crítica de la sociedad, que se cuestiona lo que hemos venido haciendo. Podemos tener un negocio rentable, productivo y más humano. Sin duda. Contar historias que además de vender productos, regalen una pizca de reflexión y crean una publicidad que puede llegar a ser una herramienta capaz de proveer utilidad, diversión y reflexiones pasajeras (difícil profundizar muchas veces y quizás tampoco sea el rol).

¿Qué acabamos de ver en Cannes que hable de esto? Una app que ayuda a la madre a tener a su hijo localizado; un video de 24 horas que de forma ligera cuenta lo bueno que es ser feliz; un cuestionamiento hermoso y sórdido sobre el tipo de alimentos que comemos; cajas de producto que llegan a lugares remotos a ayudar con la educación; personas mayores que intercambian clases por calidez. No todo tiene que tener un propósito altruista o generoso, no se trata de eso, pero es bueno ver cómo se pueden combinar creatividad y generosidad al mismo tiempo.

Creo mucho en que las marcas pueden ser actores sociales positivos, tienen poder, tienen presencia, tienen amor. ¿Qué más hace falta? Antes de moverme del mundo de agencias, y junto con el gran equipo de planners que tenía en FCB, desarrollamos un proyecto para entender y proponer escenarios viables para que las marcas pudieran ser vehículos de bienestar y de positividad.

#elmejorcannes fue una iniciativa de colaboración, trabajo en equipo, compañerismo indescriptible, que habla de una industria que busca encontrarse y no sólo separarse y competir. Estamos “cableados”  para el bien, pero a veces nos vamos por otros lados.

Hace no mucho tiempo escuché a Lalo López, de Oveja Negra, dar una charla espectacular sobre el propósito de vida y el papel de la creatividad (publicitaria y humana) para conseguirlo; la responsabilidad que implica ejercer la libertad, dejar de ser víctimas y encargarnos de nuestras elecciones; como puede nacer una mejor publicidad desde aquí, y es casi obvio: si nos alimentamos con valores positivos, los enaltecemos y los vivimos y todo producto creativo que salga de nosotros tendrá que ver con esto. También he conocido un poco más a Is a Miracley pronto estaré con ellos platicando sobre psicología positiva y creatividad; la propuesta de activismo creativo es clarísima y como dicen por ahí, un “win-win”, ganan las causas sociales apoyadas, ganan las marcas, ganan los usuarios.  También la APG México (la asociación de planners) estuvo participando en el proceso de briefing a los jóvenes creativos que se postulan para ir a Cannes, eligiendo siempre ONG´s o instituciones que se pueden beneficiar y mucho del pensamiento estratégico y creativo de nuestros talentos.

No se trata simplemente de abarcar causas sociales, también desde las marcas que quieren dar mensajes comerciales se pueden construir mensajes positivos, entendidos como aquellos capaces de ofrecernos una mirada constructiva sobre la vida.

La búsqueda continua, irá cambiando y perfilándose para responder a los valores de época que van marcando nuestra realidad y qué emoción poder ejercer este privilegio desde el entorno del pensamiento y la creación.

 

 

@marianenmex