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Por Redacción Adlatina |

Alberto Gollán: El último de los grandes broadcasters argentinos

Quien fuera el creador del Fiap y de Canal 3 de Rosario, entre muchos otros emprendimientos, deja una huella en la industria propia de los grandes hacedores. En la nota, Alberto Borrini, con su pluma estilizada, teje un breve y emotivo recuerdo.

Alberto Gollán: El último de los grandes broadcasters argentinos
"Gollán fue un empresario exitoso que nunca abandonó sus responsabilidades en procura de un suceso fácil y de corto alcance", dice Borrini.

Fue, hasta que falleció hace unas pocas horas, el último de los grandes broadcasters argentinos. De la estirpe de Goar Mestre, que fue su amigo. De esos prohombres de la pantalla que ya no quedan, capaces de imponer con autoridad sus principios y valores a sus emisoras, y apostar a la innovación desoyendo por su cuenta y riesgo el respaldo más cómodo y seguro del rating. Personalidades que crean audiencias, no las obedecen ciegamente.

Nos conocimos en Rosario en ocasión de la primera edición del Festival Iberoamericano de la Publicidad, que Alberto creó y promovió. Recuerdo bien que se realizó en un pintoresco mercado; allí se reunió la flor y nata de la publicidad argentina del momento. Fue una fiesta inolvidable, que comenzó en el tren en que viajó la mayoría de la delegación capitalina y terminó entre frutas y verduras.

Gollán desbordaba energía y entusiasmo. Hombre de radio y televisión, su identificación personal con Canal 3 (parte del Grupo Televisión del Litoral junto con varias radios, del que fue fundador y cabeza) permaneció hasta último momento: falleció en la planta alta del edificio que ocupa la emisora.

Compartíamos valores profesionales, humanos y sociales que no suelen encontrarse a menudo en la actual televisión; él los defendía y era capaz de mantener en pantalla espectáculos de reconocida calidad a pesar de su escaso rating. Fue un empresario exitoso que nunca abandonó sus responsabilidades en procura de un suceso fácil y de corto alcance.

El Golden Brain nos volvió a juntar, y me atrevo a despedirlo en nombre de todos los premiados. Alberto lo recibió en 2006. Y fue a la salida de uno de esos famosos almuerzos, cinco o seis años atrás, cuando lo ví por última vez. Desde hacía un tiempo estaba muy delicado, pero no bajó la guardia hasta los 96 años. 
Su figura llenó todo un siglo, dejando un hueco de la misma magnitud.

 

 

Alberto Borrini