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Por Alberto Borrini |

Del Señor Spock al Big Bang en serie

A propósito de la muerte del inolvidable personaje de “Viaje a las estrellas”, el Sr. Spock, el columnista de adlatina.com reflexiona sobre aquella serie de los 60 y sus similitudes con una actual que también involucra al mundo de la física: “The Big Bang Theory”.

Del Señor Spock al Big Bang en serie
“The Big Bang theory, cuyos protagonistas veneran tanto a Viaje a las estrellas y al Sr. Spock, como a reales genios de la física de la talla de Einstein o Hawking”, dice Borrini.

Hace unos días murió un ídolo de la TV mundial, Leonard Nimoy, cuyo personaje más famoso, el Sr. Spock de la serie Viaje a las estrellas, le dio una enorme notoriedad que opacó una carrera en la que se lució como actor, director de teatro, escritor y benefactor de la ciencia. Nimoy luchó para superar el chaleco de fuerza de un personaje que lo persiguió desde el principio y al que terminó por rendirle un contradictorio homenaje en las dos versiones de su biografía: “I am not Spock”, y “I am Spock”.

Nimoy, nacido en 1931, murió en Bel Air, uno de los suburbios más elegantes de Los Ángeles, con entrañables reminiscencias de los años dorados de Hollywod. Confieso que Viaje a las estrellas no fue mi teleserie favorita; en general, soy alérgico a la ciencia-ficción y sólo recuerdo haber visto un par de series y películas clásicas del género.

Pero la muerte de Nimoy me transportó de inmediato a una serie en pantalla que tiene la virtud de hacerme reír, The Big Bang theory, cuyos protagonistas, cuatro físicos de ficción veneran tanto a Viaje a las estrellas y al Sr. Spock, como a reales genios de la física de la talla de Einstein o Hawking. Desde su elaborada cortina musical, The Big Bang theory glosa, en clave de sitcom, las reflexiones sobre la gran explosión original que marcó el largo viaje de “la nada al todo”.

Curiosamente, hay varios puntos de contacto en la gestación de ambas series. Las dos fueron rotundos fracasos en su lanzamiento, y no encontraron su camino hasta que los productores cambiaron los guiones y, sobre todo, encontraron a los intérpretes que encarnaran a los distintos personajes. Viaje a las estrellas nació tímidamente en la década del ’60, pero no se hizo un lugar en la programación hasta empalmar con la empatía de Nimoy, su salvador. The Big Bang theory, fue estrenada a desgano por la CBS en 2007, y tuvo que pasar por varias modificaciones hasta lograr el rotundo éxito actual.

Comenzó con cinco personajes, entre los que se contaban dos de los principales de la serie, Sheldon Cooper (Jim Parsons), y Leonard Hofstadter (Johnny Galecky), a los que acompañaba una mujer, Katie, que no cuajó hasta ser suplantada por la actual Penny (Kaley Cuoco). Asomaron luego otros científicos,  Howard Wolowitz y Raj Kootrappali;  la novia y luego esposa de Howard, Bernadette, y la novia platónica de Sheldon, Amy. La invisible, pero gritona madre de Howard es el personaje más nuevo del elenco: fue creado en 2013.

El caudaloso discurso seudo científico de Sheldon Cooper, en el papel de un vanidoso y extravagante físico teórico, no es un  galimatías improvisado. Los productores y guionistas, principalmente Check Lorre, el alma del equipo, tuvieron que contratar a un asesor científico para que Sheldon pudiera hablar con fingida y risueña amenidad, y escribir en una pizarra las fórmulas con las que pretende ganar el Premio Nobel.

La cortina musical, grabada por una banda de rock canadiense, fue cuidadosamente compuesta para que, con sus imágenes y cambios de ritmo, describa la historia y formación del universo.

La serie, que es vista por millones de televidentes en muchos países, fue noticia el año pasado debido a las demandas de actualización salarial por actores que hoy parecen insustituibles en sus roles. Los que encarnan a Sheldon, Leonard y Peggy, que comenzaron ganando 60.000 dólares por episodio, negociaron hasta llegar a 600.000 dólares en la tercera entrega. Recibieron además beneficios especiales y un porcentaje de los ingresos de la comedia. Hoy los tres actores centrales reciben un millón de dólares por episodio. Pronto se sumaron las demandas, también exitosas, de los demás intérpretes. No extrañan esas elevadas remuneraciones porque en The Big Bang theory los actores son más importantes que las historias, tan fragmentadas que a veces no duran más de unos pocos segundos.