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Por Redacción Adlatina |

JWT: Hoy, ayer y la verdad

(Advertising Age) – Los “viejos hábitos” de la agencia en los 60 no son como los describen. Yo estuve allí.

JWT: Hoy, ayer y la verdad
El autor, Bert Metter, comenzó a trabajar en JWT en 1959 como redactor de direct mail en la cuenta de Ford, y finalmente se convirtió en chairman y CEO de JWT USA. Se retiró de la agencia en 1992.

Últimamente ha habido días agitados en JWT. El CEO mundial fue despedido. La causa: la demanda de la directora de comunicaciones, Erin Johnson, que alega un patrón de comentarios racistas y sexistas.

Esto produjo el comentario en Ad Age de Gene Secunda, un ex director de comunicaciones de la agencia. Secunda vinculó al despido de Martínez con una corriente subterránea general de racismo y sexismo de JWT en el pasado.

Secunda dice que hubo corrientes de intolerancia hipócrita en conversaciones y conductas que afloraban en la superficie. Dice que los judíos tenían que mantener un bajo perfil y raramente avanzaban en la agencia. Dice que no había personas con discapacidades o mujeres. Dice que así era JWT en los primeros años de los 60. Dice que el affaire Martínez muestra que los viejos hábitos de JWT se resisten a desaparecer.

No estoy de acuerdo. Yo no veo el vínculo de Martínez con ningún viejo hábito de JWT. Y con respecto a esos hábitos –y a JWT en los 60– no han sido como fueron descriptos.

Yo estuve ahí. Secunda fue contratado por JWT poco después de mi llegada. Yo empecé en diciembre de 1959. Nuestros recuerdos difieren.

Yo había estado en Newsweek (trabajando para una jefa de redacción mujer, incidentalmente). Mis comienzos en la agencia fueron en el fondo de la cuenta de Ford, como redactor de direct mail. Dejé el puesto muchos años después como chairman de la agencia para Estados Unidos.

Soy judío. Nunca eso se interpuso en mi carrera. El jefe de la cuenta de Ford también era judío. Era más bajo que yo. Cuando fui promovido, recuerdo haberle dicho a mi esposa: “Creo que puedo ser el primer vicepresidente judío de un metro ochenta en la historia de la agencia”. Era un chiste liviano. La agencia no estaba buscando dejar afuera a los judíos. La agencia buscaba atraer talentos.

Respecto de los discapacitados: uno de los mejores redactores de Ford, Warren Wieth, tenía dañadas las piernas y caminaba lentamente con un bastón. Otro redactor top de Ford, Barny Clark, tenía una cadera deforme y cojeaba. Warren solía decir que ellos dos eran los “cojos de Ford”.

Tuve redactoras en mi grupo creativo en los 60. Eran necesarias: en ese momento más mujeres estaban comprando autos. A fines de la década contraté a un director de arte negro, porque me gustaba su trabajo. Nadie dijo nada. Por supuesto, los negros no abundaban en JWT en ese momento. Ni en la mayoría de las agencias. Y tampoco en buena parte del mundo de los negocios.

Recuerdo a nuestro jefe de abogados decirme que quería fondos para defender un posible juicio porque no teníamos suficientes empleados de las minorías. Yo le dije: por qué no usa ese dinero para becas a los jóvenes de las minorías. Déjelos trabajar en JWT durante un año. Si funcionan bien, consérvelos. Nada ocurrió. No empujé demasiado las cosas. Esa fue mi falta.

Mi verdad es esta: JWT no era un líder en justicia social. Pero seguramente no fue un semillero de injusticias. Las agencias reflejan a la sociedad y la cultura en que se desempeñan, y les venden a ellas. Ese es el trabajo; eso es lo que funciona.

Lo que es único en el pasado de JWT –su ADN– es su razón de ser: crear avisos que vendan. Empezó en el negocio en 1864 y tiene un record de innovación y efectividad que pocas agencias pueden igualar.

Estoy seguro de que Gene Secunda y yo podemos estar de acuerdo en este punto.