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Por Redacción Adlatina |

El buen debate, único momento de una campaña que pertenece al pueblo – Tercer episodio

La tercera entrega de una historia de los debates electorales en los principales países democráticos.

El buen debate, único momento de una campaña que pertenece al pueblo – Tercer episodio
El columnista de Adlatina continúa opinando sobre los procesos electorales.

Primer episodio - Segundo episodio

 

Tercer Episodio

Bien organizados, y sin proponérselo, los debates realizados en Estados Unidos cosechan una audiencia similar a la del Super Bowl, el programa deportivo más visto y costoso del medio, y en el que las mayores marcas nacionales compiten por conseguir una buena posición. Incluso entre nosotros, alguna vez, debates bien realizados y promocionados llegaron a tener una audiencia similar a la de un cotejo decisivo del Mundial de Fútbol.

Pero los debates fieles a su cometido, es bueno recalcarlo, no sólo ayudan a decidir a quién votar después de ver a los postulantes en acción hablando por sí mismos y sin asesores a su lado que le soplen al oído la mejor actitud en instancias decisivas de la confrontación; instancias en las que un sólo gesto, un enojo, una distracción o descontrol involuntario (incluso una sonrisa espontánea como la incitada por Ronald Reagan en su contendiente Walter Mondale, durante el debate que ganó el actor de Hollywood); ayudan además a que los electores tomen conciencia de lo importante que es concurrir a votar, ejercer plenamente el derecho que les confiere la Constitución, más aún en países en que el voto no es obligatorio. También en este aspecto nuestro país es en extremo generoso: la manipulación de padrones y de resultados, tolera que voten hasta los muertos.

La tendencia a teatralizar campañas y debates en radio primero, y en televisión después, es una concesión mediática que se negó a aceptar un observador inteligente y con iniciativa propia como Alejandro Borenstein, columnista y productor de televisión, gestor de los dos primeros debates ajustados a las reglas más exigentes del género realizados en el país en 2015: el primero el 4 de octubre de ese año, y el segundo el 15 de noviembre, en vísperas de la segunda vuelta electoral que consagró a Mauricio Macri.

En un reportaje concedido al diario La Nación, Borenstein afirmó: “Un debate presidencial no es un espectáculo. Es un acontecimiento de altísimo valor institucional, al que nosotros le pusimos las cámaras, la escenografía y la iluminación, en concordancia con el marco televisivo”. Una evidencia de que se puede aceptar la lógica técnica del envase sin traicionar las reglas del contenido. El plural que utiliza Borenstein refiere a la  Cámara Argentina de Productores Independientes de Televisión, Capit, que presidía. Esa conquista merece ser tratada con más detalles en el siguiente capítulo.