“Yo soy latino” son las tres palabras preferidas para la mayoría de los habitantes de la región. Con orgullo y la frente en alto, dicen: Yo soy latino, soy creativo, soy divertido, soy apasionado, soy solidario, soy audaz, soy intenso... Yo soy talento. Una identidad que agrupa a muchos países diferentes, pero que bajo ese grupo de palabras genera homogeneidad de culturas, de razas, de religiones y de creencias.
Hay latinoamericanos en todas partes del mundo que van dejando su huella. ¿Está bien dejarlos ir o es necesario retenerlos? Algunas empresas o agencias creativas ofrecen todo tipo de comodidades para lograr que los talentos no se vayan. Un caso particular, que se puede vislumbrar a través de diversas entrevistas realizadas por Marketers by Adlatina a profesionales de Unilever en las que aseguran que el trato y la flexibilidad hacen que sigan eligiendo esa empresa para trabajar, a pesar de contar con varios años de carrera en la misma empresa. De todos modos Unilever sí les da la posibilidad de irse a otros países, pero dentro del mismo grupo.
Además del crecimiento profesional y de un buen salario, que son causas materiales, ¿qué valores abstractos juegan a la hora de decidir quedarse o partir? La respuesta puede estar en que en otros países tienen la oportunidad de desarrollarse más profesionalmente y en que muchos lugares crean equipos multiculturales: en esos casos, el valor abstracto es el aprendizaje. Un profesional con estas características, sediento de conocimiento y de nuevas aventuras, sale nutrido de este tipo de experiencias. Y algunos hasta concretan la utopía de devolver algo de ese conocimiento al retornar a su país de origen.
Todos ellos forman la industria naranja, y no sólo los talentos que se dedican a la publicidad o al marketing son los que prueban su talento o se instalan en otros países europeos o asiáticos. En industrias como la moda, el arte y el cine abundan las estrellas latinas. En 2015, en la entrega de los Oscar, la película mexicana Birdman, del director mexicano Alejandro González Iñárritu, ganó como mejor película; González Iñárritu se coronó como mejor director; el argentino Armado Bó integró el equipo que la escribió y ganó el mejor guión; y el mexicano Emmanuel Lubezki sumó otro Oscar a la mejor fotografía a su colección personal.
Pero ¿qué hace que los latinoamericanos marquen la diferencia? En el capítulo final de Latin Talks, plagado de entrevistados talentosos, muchos de ellos mencionan la pasión y el amor por la profesión que motiva a los latinoamericanos a brillar en otras latitudes. No cabe duda de que los talentos de la región hacen la diferencia, motivados por estas cualidades: son permeables, transparentes y encuentran la manera de transmitir los sentimientos que se plasman en ideas que viajan alrededor del mundo.
Por eso resulta casi inevitable concluir que hay que dejarlos ir. Alentarlos a que, como latinos, dejen esa marca en otro lugar para que griten bien fuerte “yo soy latino”.