En el corazón de San Pablo, el tema, precisamente, fueron los corazones. Centenares de transeúntes paulistas vieron a la ciudad invadida por esculturas de hielo de tamaño real que en el medio del pecho resguardaban brillantes corazones rojos de acrílico. La acción se llamó Icemen y fue producida por el Hospital Beneficencia Portuguesa de San Pablo, junto con la agencia DM9DDB.

A medida que el hielo se derritió, las esculturas fueron perdiendo su forma humana, pero los órganos permanecieron intactos y presentaron el mensaje: "La vida sigue. Sea un donante de órganos”.

La iniciativa fue cubierta por los medios más importantes de Brasil. Según Manuel Coelho, superintendente de marketing del Hospital Beneficencia Portuguesa de San Pablo, es muy importante que el tema de la donación de órganos se discuta entre las familias. "Como Hospital, tenemos la obligación de arrojar luz sobre el tema porque es una cuestión de amor al prójimo y de promoción de la vida", afirmó Coelho. Y añadió: "La comparación de la fusión del hielo en el cuerpo humano es una analogía perfecta de lo que le sucede a la gente. El objetivo es llamar la atención sobre el tema de una manera innovadora que inspirare a la reflexión".

De acuerdo con la Asociación Brasileña de Trasplantes de Órganos, en 2014 hubo un aumento en la donación de órganos y trasplantes en el país. Fueron donados un total de 7.898 órganos, lo que representa un aumento del 3% respecto del año anterior. El número de donantes también se incrementó. Pasó de 13,5 millones de personas en 2013 a 14.2 millones en 2014. A pesar de este aumento, no se alcanzó la meta de la asociación de alcanzar los 15 millones de donantes. Se cree que el principal obstáculo es la desaprobación de las familias. Por eso, la meta de Icemen es propiciar el debate en los núcleos familiares.

El agua que se obtuvo a medida que las esculturas se derretían fue reutilizada para hacer otras nuevas.