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EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

La ficción anticipa la realidad

El columnista de Adlatina rememora una película de los ’70, “Network”, que narra la historia de un conductor televisivo cuyo programa sensacionalista culmina con su muerte en cámara y en directo. Borrini pone en relación el argumento de esta película con el trágico suceso de Virginia, Estados Unidos, en el que un ex empleado de una emisora local mató a balazos a una periodista y a un camarógrafo

La ficción anticipa la realidad
“El arte, los artistas, demuestran tener antenas especiales para anticiparse a los hechos y adelantar el reloj de la historia”, dice Borrini.

A casi cuarenta años del estreno de Network, la película de Paddy Chayevsky que narra la espeluznante historia de un conductor televisivo mesiánico, cuyo programa sensacionalista culmina con su muerte en cámara y en directo, los televidentes norteamericanos fueron conmovidos por la transmisión, también en directo, del doble crimen de una reportera y un camarógrafo pero ya no en la ficción  sino en la vida real. Una buena prueba de que la ficción no sólo refleja, sino también anticipa la realidad. No obstante, en estos tiempos de memoria corta y archivos líquidos, no escuché a nadie, en nuestro medio, que relacionara los dos sucesos.

La noticia ganó la portada de los medios de todo el mundo. En un lugar de Virginia, Estados Unidos, mientras se difundía una entrevista por un canal local, irrumpió en la escena un ex empleado de la emisora que había sido despedido tiempo atrás.  El asesino apareció de golpe, a fuerza de balas, grabó él mismo el tiroteo, lo publicó en Facebook y se suicidó.

En un espacio como éste, enfocado a analizar los mensajes y los medios publicitarios, el crimen en cámara puede ser abordado de distintas maneras. Una, que cada vez se hace más patente: la débil frontera existente entre la ficción y la realidad. El arte, los artistas, demuestran tener antenas especiales para anticiparse a los hechos y adelantar el reloj de la historia.

Otra mirada del doble crimen de Virginia lleva a comprobar, con profunda preocupación, a qué nivel ha llegado el morbo en los espectadores, acicateado y explotado por broadcasters que no son conscientes del poder del medio que manejan. Sin ir más lejos, el diccionario de la Real Academia Española ha definido con claridad meridiana la naturaleza del morbo, como “alteración de la salud/ Enfermedad/ Interés malsano por personas o cosas / Atracción hacia acontecimientos desagradables”.

Dos años después de Network, en 1978, fui invitado a pasar un día en los cuarteles centrales de la cadena NBC, situados en el Rockefeller Center, Nueva York. En ese momento, una de las series más populares de la NBC era una de mis preferidas, Columbo, a punto de ser levantada porque el protagonista exigía 500 mil dólares por capítulo, remuneración que los productores consideraban excesiva.

Los noticieros estaban entonces en su apogeo; gozaban de envidiables ratings y sus responsables ganaban sueldos comparables con los que percibían astros y estrellas de las series. La invitación incluía la experiencia de asistir, en la cabina de control, al noticiero de la noche, que tenía que vérselas nada menos que con el intocable Walter Cronkite, de la CBS. Pero el efecto de Network se notaba; productores y conductores buscaban escapar al sensacionalismo como de la peste, para no evocar el luctuoso episodio de Network. Los canales habían hecho un pacto para hacer buena letra, que no duró mucho porque la televisión es un medio extremadamente competitivo, y nunca falta el que busca el éxito a través de la trasgresión.

Volviendo a la tragedia de Virginia, el gobierno de los Estados Unidos utilizó otro abordaje  para encontrar una explicación y buscar una manera de evitar episodios de violencia que desgraciadamente se repiten, a veces con connotaciones de discriminación racial. El asesino de Virginia era negro. Pero la Casa Blanca esgrimió la cuestión del control de las armas en poder de la gente, que cuando se avecinan las elecciones generales del año próximo, cobra una clara definición electoral.


Alberto Borrini

Por Alberto Borrini

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