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Marcello Serpa relata su despedida de Almap BBDO

En una carta publicada en Facebook, el publicitario brasileño revela el motivo de su partida de la agencia, al cumplir 34 años en la actividad, y habla de la herencia que deja a sus sucesores. Durante 22 años ininterrumpidos, Serpa y José Luiz Madeira lideraron AlmapBBDO con un éxito reconocido a nivel global, un caso inédito en su red.

Marcello Serpa relata su despedida de Almap BBDO
Serpa: “Creo firmemente que nuestro trabajo seguirá resistiendo el test de calidad más estricto: el test del tiempo”.

Otra toma de “Keep walking…”.

Cuando cumplí los 30 años, me topé con un cuento llamado ”¿Cuánto terreno necesita un hombre?, de Tolstoi. Es la historia de un campesino ruso que dijo que era feliz con su pequeña cantidad de tierra. Al oír esto, el Diablo en persona, lleno de placer, decide despertar la codicia del pequeño granjero.

El hombre, ahora tentado por el demonio, empieza a comprar cuanta tierra puede, hasta que se convierte en el principal terrateniente de la región. Ahí es cuando se entera de que una tribu distante del lugar donde vivía iba a distribuir tierra a todos los interesados, y entonces decide viajar a esa región, y al llegar es desafiado por el jefe local.

Según ese desafío, por una pequeña suma de dinero, el ahora rico granjero tendría el derecho de conservar toda la tierra sobre la que pudiera caminar a lo largo de un día. Comienza entonces a andar al amanecer, para poder regresar a la villa antes de la puesta del sol. Cuando el sol llega al punto central de cielo, él decide que caminará un poco más para poder ganar alguna tierra extra. “Yo supongo que puedo mantener el ritmo en mi camino de regreso”, piensa para sí. Cuando finalmente decide retornar, el sol ya se estaba poniendo, mucho más rápidamente de lo que él podía caminar.

El hombre empieza a regresar desesperadamente, aterrorizado por la posibilidad de perder toda la tierra que acababa de conquistar. Y corre tan velozmente que cuando llega a la villa, justo con la puesta del sol, cae muerto frente al jefe de la región.

El jefe –que termina revelándose como el Diablo disfrazado- se ríe del hombre y le dice: “Quisiste tanta tierra y ahora ¿que vas a tener? Una pequeña parcela a seis pies de profundidad”.

Cuando leí esto hace más de 20 años, tuve una revelación, o un insight, para usar la jerga publicitaria. Yo tenía 30 años, y decidí que a los 50 miraría al cielo y me preguntaría: ¿Ya es tiempo de empezar a caminar de regreso?

Hoy, a los 52, miré al cielo y sentí que mi mediodía había llegado.

Yo he corrido, he caminado, he marcado mi tierra a lo largo de mis 34 años en publicidad, 22 de los cuales transcurrí en Almap. Mi viaje me llevó a lugares que no podría haberme imaginado ni aun en mis sueños más audaces de adolescente.

Es tiempo de volver.

No quiero ser forzado a correr frenéticamente sin recordar el porqué. Y claramente no quiero hacerle las cosas fáciles al Diablo.

Es tiempo de dejar la agencia que mi hermano, mejor amigo y socio José Luiz Madeira y yo hemos construido juntos.

En 1993, Alex Periscinoto, en un gesto de grandeza y nobleza, nos designó como sus sucesores en Almap. Ese fue el comienzo de una hermosa relación con BBDO. El legendario Allan Rosenshine, gracias a las capacidades de búsqueda de nuestro amigo Eduardo Vargas, creyó que nosotros podríamos cambiar el futuro de una agencia cuyo pasado ya estaba lleno de gloria.

Alex, Allan y Eduardo nos dieron una posibilidad. Nosotros la tomamos y cambiamos nuestras vidas. Ahora dejamos BBDO, pero la amistad perdura.

Quiero agradecer a Andrew Robertson por todo lo que ha hecho por nosotros y por su liderazgo alegre y de buen humor, algo raro en una industria tan cruel y brutal como la nuestra.

Gracias a David Lubars, mi querido colega creativo durante tantos años, y a todos los miembros del directorio de BBDO por las horas que pasamos juntos tratando de encontrar nuevos caminos para nuestras agencias y de compartir experiencias con aquellos que crearon grandes avisos como ninguna otra red en el mundo.

Debo confesar que José Luiz y yo fuimos muy humildes cuando arrancamos. Sólo queríamos hacer el mejor trabajo del mundo.

Pero queríamos hacerlo permaneciendo fieles a nuestros principios y sin todo el sufrimiento que se genera cuando uno cree que el único modo de llegar al éxito es a través de sangre, sudor y lágrimas.

Queríamos cultivar la alegría de tener una de las profesiones más excitantes del mundo. Una en la que cometer errores no necesariamente mata a la gente, y en la cual hacer las cosas bien conduce al éxito de marcas y a un círculo virtuoso que hace que los negocios sigan adelante.

Ahora que estoy listo para arrancar mi viaje de regreso, puedo tomarme el tiempo de contemplar a toda la tierra que fuimos marcando. Y puedo decir, sin la falsa modestia de las cosas políticamente correctas, que llegamos.

Nos reímos mucho, tuvimos una cantidad de maravillosos clientes y ganamos todos los premios existentes, al menos dos veces. Creo firmemente que nuestro trabajo seguirá resistiendo el test de calidad más estricto: el test del tiempo.

Hemos hecho amigos increíbles y atrajimos a algunos de los más brillantes talentos de la publicidad brasileña. Hemos ayudado a desarrollar gente que ahora está creando ideas y conduciendo agencias en todo el mundo.

Pienso que cada una de esas personas lleva una semilla. Una semilla de Almap, cuyo ADN ha probado una y otra vez que le es perfectamente posible hacer un gran trabajo en Brasil sin dejar de lado la integridad y sin convertirse en mediocre.

Dejar Almap y mi rutina diaria junto a gente que amo es el máximo ejercicio del alejamiento. Es como si José Luiz y yo fuéramos dos monjes budistas que han construido un maravilloso Mandala ubicando pequeñas cantidades de arena coloreada en su lugar, una por una, aviso por aviso, durante 22 años, y ahora estamos listos para abrir la ventana y dejar que el viento sople.

Al empezar a recorrer el camino del regreso, no puedo dejar de notar el hermoso legado que estamos dejando, y que va mucho más allá de un trabajo bien hecho. Un equipo increíblemente talentoso cuidará de la agencia de ahora en más, y harán las cosas a su manera.

Luiz llegó a Almap 18 años atrás. Tenía una chispa en sus ojos y un cuchillo entre los dientes. Tuvimos que mantenerlo lejos del cuchillo porque podría haber lastimado a la gente a su alrededor, pero la chispa en los ojos sigue allí, y es la misma exacta chispa que tenía el primer día. Confío en que él conducirá a la agencia hacia un futuro aun más brillante.

Cintia comenzó en Almap y rápidamente se convirtió en uno de nuestros mejores profesionales de planeamiento con la que tuve el honor de trabajar. Y Rodrigo, que se unió a nosotros para cuidar los dólares, ha probado tener aun más talento cuando se trata de manejar negocios y relaciones.

Estoy feliz de saber que todos son muy afortunados. Desde ahora en adelante tendrán como factor extra el apoyo del recién llegado Chris.

Estoy regresando, y estoy feliz. El juego de la publicidad me dio lo que tengo, y Almap me dio todo lo que amo. Agencia fantástica, amigos de por vida y premios que podrían alimentar el ego de tres generaciones de Serpa.

A lo largo del camino, mis queridas hijas Fabiana y Sophia se han convertido en bellísimas mujeres, y fui lo suficientemente afortunado como para acertar el gran premio cuando encontré a Joanna aquí en Almap. Ella es la compañera de mi alma, la mujer que me dio la posibilidad de convertirme otra vez en padre de María y Paulo.

Nos seguiremos viendo. Ustedes me reconocerán por la sonrisa de mi cara; la sonrisa de un hombre que caminó y que marcó la tierra con alegría en el corazón.

La sonrisa de alguien que sabe que su tarde sólo acaba de comenzar.

 

 

Redacción Adlatina

Por Redacción Adlatina

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