La actualidad no para de sorprendernos constantemente, en un contexto en el que la realidad supera a la ficción. Hoy nos encontramos sumergidos de lleno en una pandemia, con una cuarentena que nos limita a movilizarnos y ―en consecuencia― a realizar una actividad comercial como la que venían teniendo muchos negocios y emprendedores.

La transformación digital es una obligación para poder subsistir y parte de este cambio abarca e incluye los métodos de pago.

Más allá de lo mencionado, ya hace unos años ―por no decir al menos una década― que la globalización en la prestación de servicios o la venta de productos viene teniendo una curva exponencial. A mayores, y mejores, tecnologías se le pueden ampliar el aspecto de lo que se ofrece a cualquier parte del mundo donde haya una conexión a internet.

En el rubro de los métodos de pago se comenzó por habilitar la capacidad de realizar transferencias entre bancos, y más recientemente a través de billeteras virtuales. Pero con la llegada de estas tecnologías aparecieron grandes comisiones que se deben pagar, las cuales a fin de cuenta terminan impactando en el precio del producto o servicio que se ofrece.

Sin embargo, hace más de diez años que existe el bitcoin como criptomoneda ―lo que le da el título de ser la pionera―. A mi entender ya ha llegado a un grado de madurez en el cual está más que apta para poder ser parte del transaccionar diario de un emprendedor, una empresa, o quien necesite cobrar por algo a cualquier parte del mundo.

Mi idea sobre la maduración de esta cripto viene a cuenta de que permite cumplir directamente funciones que debería cumplir el dinero ―y digo debería porque no todo el dinero lo puede hacer―. Aquel que cobre a través de criptomonedas tiene capacidad de ahorro, ya que la cripto viene demostrando hace un tiempo considerable que mantiene su valor en el tiempo. Como también, otra de las características que suple al dinero, es la posibilidad de invertir con ella ―como a su vez pasarse a otro tipo de criptomoneda como USDT―.

Ahora, se viene hablando mucho del contexto pandémico, pero hablemos de qué pasará cuando llegue la nueva normalidad. Aquel que esté adaptado a operar con una moneda virtual va a tener la posibilidad de trabajar sin una atadura física, siempre que su profesión lo permita. Por otro lado, más para el contexto de Argentina en el cual el tipo de cambio es una complicación al momento de transformar la moneda extranjera, el operar con criptomonedas te va a permitir elegir el tipo de cambio que prefieras, y/o el momento de hacerlo.

Hoy en día encontramos que la mayoría de los freelancers (personas que trabajan por su propia cuenta, de forma independiente) prefieren ―y casi que están obligados― a tener la posibilidad de llevar a cabo un trabajo remoto. A su vez, cada vez son más las empresas y plataformas que toman la decisión de pagar en criptomonedas, lo cual todo lleva a que, en un futuro, por su facilidad sean mayoría las que tomen esta opción.

Podemos ver como esta modalidad de trabajo trae más ventajas que contras. Movilidad, capacidad de ampliar la cartera de clientes sin restricciones geográficas, capacidad de ahorro y de inversión, transparencia y seguridad en el pago. La gran pregunta que me surge si sos un emprendedor, o si tenés una empresa que trabaja o quiere trabajar con clientes extranjeros es: ¿Qué otra señal estás esperando?

Joan Cwaik
Brand ambassador de Paxful