Publicidad > Global | REPASO DE LA OBRA ALL, EN EL MUSEO GUGGENHEIM DE NUEVA YORK
Redacción Adlatina |

Las marionetas de Maurizio Cattelan

(Por Martín Bonadeo) - El columnista de Adlatina Magazine repasa la exposición de Maurizio Cattelan en el Guggenheim, All, que se compone de los restos de las intervenciones que el artista hizo en 21 años de carrera. Si bien cada trabajo es una parte de un sistema simbólico independiente, todos juntos arman una nueva obra. Se ven ideas, imágenes y obsesiones que se mantienen y arman un hilo, o una

Las marionetas de Maurizio Cattelan
Hitler en el contexto de All.

El museo Guggenheim de Nueva York es único. Por mas que intenten vender franquicias e instalarlo en otros lugares del mundo, la magia del edificio de Frank Lloyd Wright lo convierte en una verdadera catedral del arte contemporáneo. Algunas de las mejores producciones específicas que vi en mi vida fueron en ese museo: Jenny Holzer, Daniel Buren y ahora se suma el italiano Maurizio Cattelan a esta selecta lista. De hecho fue en el Gugg, en el 2000, viendo una retrospectiva del koreano Nam June Paik, uno de los padres del video arte, decidí empezar a trabajar como artista. Recuerdo haber pensado “si esto es arte, entonces yo también soy artista”. Recuerdo esta intimidad porque siento que la muestra All de Maurizio Cattelan que voy comentar a continuación tiene el mismo poder transformador. Si vuelvo a la metáfora del templo, esta retrospectiva tiene la mística necesaria para lograr convertir a cualquier persona en practicante de la creciente secta del arte contemporáneo.

 

Volando por instrumentos

Tengo que ser sincero. Estoy escribiendo sobre una muestra a la que no fui. Siempre intento transmitirles mi experiencia con descripciones sobre mis sensaciones físicas y mi punto de vista. Sin embargo, esta vez es distinto: Jorge Martínez, el director de AdLatina, me pidió expresamente que escribiera sobre una muestra que lo había impactado de forma particular. Después de ver el link que me envió y por los comentarios que yo ya había escuchado, no me costó mucho acceder a su pedido. Como lamentablemente no viajé a NYC para poder escribir de primera mano, hice un experimento. Intenté someterme a cuantos estímulos sobre la muestra y sobre Maurizio Cattelan me fueron posibles y ahora voy a traducir esas sensaciones. Por suerte internet y sus redes sociales son muy generosas en la cantidad de información que proveen. Mientras escribo estas líneas estoy conectado a internet, googleando la muestra, leyendo artículos, viendo fotos y videos. También entré en Amazon y pedí dos libros: el catálogo de la muestra All y un libro de Phaidon editado hace unos años sobre el artista que llegaron a los pocos días y completaron mi experiencia.

 

Justificativos y evasivas

Dejar las salas vacías y presentar un justificativo, firmado por un médico, que diga que no pudo trabajar porque estaba enfermo es una de las primeras maniobras de este artista italiano. Otra de sus muestras al comenzar su carrera consistió en dejar la galería cerrada con un cartel que decía “Torno subito” (Vuelvo enseguida). También puedo mencionar su escape simbólico en Una domenica a Rivara (Un domingo en Rivara), en el que los espectadores se encontraban con una serie de sábanas blancas atadas como la soga de un preso que escapa por la ventana, atravesando la fachada de una prestigiosa sala de arte. Una violenta metáfora sobre su concepción del espacio artístico.

También presentó como muestra individual un papel que contenía una denuncia policial real diciendo que habían robado una serie de obras invisibles de su autoría. En este caso, resulta increíble que la policía haya tomado la denuncia pero mas aún que la galería exponga esta obra que denuncia, valga la redundancia, el caprichoso lugar en el que se encuentra el arte contemporáneo hoy.

Cuando le pidieron una pieza para una importante subasta en Los Angeles, presentó un cheque personal por un dólar para ver cual era el margen que podía hacer el mercado. Un simple cheque que, a partir de la firma del artista, pasa a la categoría de obra de arte y cambia su valor como la servilleta firmada por Picasso. Una de las veces que lo invitaron a la Bienal de Venecia, vendió su espacio para que una perfumera ubicara una publicidad.

El escapismo sistemático a las responsabilidades fue una de las claves de la primera etapa de su trabajo. Luego su obra se complejizó e hizo cientos de trabajos sobre diversos soportes entre los que se destacan muchos animales embalsamados, autorretratos (muñecos de cera) en distintas escalas y situaciones. Hoy mantiene esta actitud siempre desafiante al sistema del arte. Por esta razón, el museo Guggenheim hizo una apuesta de alto riesgo al invitarlo para desarrollar esta gran retrospectiva. Cattelan pagó con creces. Aunque con su estilo: en vez de ubicar sus piezas ocupando las salas y las paredes del museo, eligió un particular dispositivo de montaje colgando la producción de toda su vida desde una estructura en el patio central del Gugg.  

 

Do not take pictures please

Esta norma museística cada vez está mas relajada y, por suerte, son cientos las fotos y videos de turistas que visitaron la muestra que puedo ver para contarles de que se trata.

La operación de Maurizio Cattelan en All es bastante particular. Dejó vacías las paredes de la famosa rampa helicoidal del museo y llenó el inmenso hueco cilíndrico interior colgando 130 de las obras que produjo en sus mas de 20 años de carrera. Desde una sólida parrilla ubicada en lo mas alto del espacio central suspendió cientos de cintas blancas con sus producciones flotando a distintas alturas. Hay un video en el sitio oficial del museo, y que recomiendo ver, que es una stop motion en el que se suceden los días y las noches que duró el montaje. El suelo está ocupado por una enorme parrilla circular de aluminio del diámerto casi total del hueco interno. A medida que el video avanza, la parrilla asciende y van colgando de ella una serie de más de 100 objetos, entre cuadros, árboles reales con tierra, muñecos de cera, esqueletos y animales embalsamados. Cada una de estas piezas encierra una apasionante historia. El catálogo cuenta con 60 páginas enteras dedicadas solo a dar explicaciones ultra breves de cada intervención de Cattelan All -todo- ya que la mayoría de ellas son proyectos específicos para un sitio o una situación particular. También el museo desarrolló una atractiva app para Iphone y Android así los visitantes pueden desencriptar un poco el complejo contenido exhibido. 

 

Gracias a Youtube

Voy a usar como ojos para soporte de mis palabras. Lo que veo en un video casero tomado por un visitante que bajó la rampa del Guggenheim filmando la intervención del artista italiano.

El recorrido comienza desde el sexto piso. Lo primero que se ve es la parrilla de aluminio de donde cuelga All. Si miramos en detalle, está plagada de palomas grises embalsamadas que miran embobadas desde diversas ubicaciones. Estas aves nos acompañan durante todo el recorrido  y son una metáfora y casi un espejo de los miles de turistas que recorren la rampa y miran. No llegamos a pensar demasiado mas y nos encontramos con un caballo embalsamado escala 1:1 corcobeando. Mas abajo, el ojo se distrae con una tela blanca en un bastidor que tiene un tajo estilo Lucio Fontana pero con la z del zorro o de MauriZio. Como las palomas, hay muchos mas de estos cuadros de distintos colores. Mas allá, dos muñecos vestidos de policías cuelgan cabeza  abajo con un nudo de horca en cada pie. Cerca de ellos hay un enorme cartel vertical que dice BAR en letras rojas tridimensionales como de marquesina. Hay tantos objetos que resulta imposible concentrar la atención en todos. Las imágenes tridimensionales que propone son bastante bizarras. Hay una heladera con la puerta abierta y una anciana en su interior y al lado otro perro embalsamado durmiendo en una silla. También sorprende un avestruz embalsamado con la cabeza metida sobre la tabla blanca que se encuentra parada. Por un momento, dan ganas de hacer lo mismo que esta ave y dejar de mirar. Hay mas fotos, animales y objetos mientras seguimos dando vueltas en 360 grados gracias a la torpe cámara que funciona como mis ojos. Abajo, un monumento negro de piedra con un listado  que parecen nombres de caídos en una guerra, pero son los resultados de fútbol en los que la selección inglesa perdió. Hay un muñeco de un niño montando un triciclo y muy cerca está la cola de un enorme esqueleto de gato que parece un dinosaurio. Constantemente el balcón nos ofrece nuevas perspectivas sobre el conjunto y van variando las relaciones entre los elementos. Es casi indescriptible la multiplicidad de puntos de vista que generan infinitas relaciones entre las piezas. Recomiendo ver las imágenes que ilustran la nota.

 

Todavía falta mas de la mitad

Continúo. Aparece, impactante, un niño colgando ahorcado y, mas allá otro chico está sentado con las manos clavadas con lápices a la mesa de un pupitre. Una crucificción escolar sobre la que no se puede reflexionar tanto porque un burro que tiene dos televisores viejos enfrentados como alforjas nos saca una sonrisa. Hay otro rebuznando, sobre su lomo hay un perro, sobre el perro hay un gato y sobre el gato hay un gallo. Todos están inmortalizados en pose de estar emitiendo un sonido. El sonido es algo que falta en esta enorme intervención. Solo se escucha el pasar de la gente.

Flota también, en esta surreal escena, una mesa de metegol extendida con mas de 40 manijas. Bajando por la rampa aparecen decenas de animales embalsamados en distintas poses entre cajas fuertes, dibujos de rostros, imágenes fotográficas en blanco y negro: de Cattelan acostado en una posición fetal y sacando la lengua como si fuera un bebé, de unas manos que salen de la arena como rezando. Llama la atención una especie de mascarón de proa hiperrealista: una mujer desnuda agarrándose los senos con sus manos. Pero pierde toda importancia al lado de un elefante a escala 1:1 cubierto con una sábana que tiene dos agujeros para los ojos como si fuera un fantasma de caricatura. Uno no termina de descodificar estas piezas y aparece, muy contundente, una gigante mano de yeso haciendo fuck you. El artista se ríe de su público, lo insulta y agrede con algo casi imposible de descodificar. Mas abajo, hay una caricaturesca estatua de Pablo Picasso con la cabeza sobredimensionada. Hay objetos y cuadros que cuelgan alejados de los bordes y apenas se distinguen y contrastan en escala, por ejemplo, con un árbol vivo con un enorme cubo de tierra que contiene sus raíces.

La sensación es que cada vez las imágenes son mas impactantes. Vemos a Hitler de rodillas y, mas abajo aún, a Pinocho colgando como Tom Cruise en Misión imposible cerca de una estatua del papa Juan Pablo II aplastado por una roca con aspecto de meteorito. Pero aún hay mas. A pocos metros de esta imagen cuelga una estatua realista de un homeless que mira a su santidad. Lo último que vemos ya en el piso de la galería es una de las pocas esculturas que originalmente se mostraron colgadas que es un caballo con un arnés y las patas exageradamente alargadas. Cuando uno entra desde la calle es lo primero que ve.

 

¿Qué significa esto?

All son los restos de las intervenciones que Maurizio Cattelan hizo en 21 años de carrera. La complejidad y lo barroco de la intervenición ameritaban la meticulosidad de la descripción que acabo de hacer. Si bien cada trabajo es una parte de un sistema simbólico independiente, todos juntos arman una nueva obra, una enorme escultura que remite a los móviles que Calder hizo a principios de siglo. Aunque estamos ante un movimiento mucho mas complejo. Hay un intento de conservación de los gestos vivos del artista que se cristalizan en la enorme cantidad de animales embalsamados. Cattelan trabaja como un taxidermista. Conservando. Cada una de estas esculturas fue realizada para un lugar y un contexto específicos. Cattelan no tiene estudio, con lo cual su estudio es la galería que lo invita. En este sentido es similar a Gabriel Orozco, de quien repasamos su retrospectiva en el MOMA algunos números atrás. Pero él va mas allá que el mexicano. Se jacta de no haber tocado ninguno de sus trabajos con sus manos. Por eso la mayoría de ellos son muy distintos y tienen las diversas energías de sus realizadores. Se ven ideas, imágenes y obsesiones que se mantienen y arman un hilo, o una soga,  que une las piezas como un complejo collar, como partes de un todo. El hilo es el artista. Y el fue quien se negó a escribir los títulos de las obras y sus explicaciones en la muestra. Así adquieren en el Guggenheim un nuevo significado, con el aire igualitario “de los chorizos que cuelgan en la carnicería”, palabras textuales de Cattelan. Por eso no se si tiene demasiado sentido escribir sobre el contexto específico de cada trabajo. Si bien el catálogo, que para seguir agregando capas de significación, parece una biblia con tapas duras color bordó y letras doradas, dice mucho acerca de cada una de sus piezas, prefiero dejarlos con la imagen de un infierno barroco. De esas pinturas llenas de escenas en las que cada persona puede hacer una lectura única.

Para cerrar, espero que alguna persona ajena al arte contemporáneo resuene con Maurizio Cattelan y le pase lo mismo que me sucedió con aquella muestra del koreano Nam June Paik. Ojalá muchos se transformen en artistas a partir de esta nueva experiencia sublime propuesta por el Guggenheim.

 

*Imágenes, cortesía Solomon R. Guggenheim Museum.