Medios > Argentina | EN EL RECIENTE NÚMERO DE ADLATINA MAGAZINE SE DESTACA UNA INVESTIGACIÓN DE ALGUNAS PROPUESTAS QUE SIGUEN ESTA NUEVA TENDENCIA
Redacción Adlatina |
Anochece en la esquina de
Una gran vidriera que exhibe arte
Paraconstrucción es el nombre de la segunda muestra que se exhibe en el espacio Itaú Cultural. La forma en la que está pensada la exposición, curada por Jimena Ferreiro Pella y Patricia Hakim, es claramente la de vidriera o cubo de cristal. El espacio que el Banco Itaú le dio al arte es una esquina con un alto valor comercial y con mucha visibilidad. Usado del modo que plantearon las curadoras, el espacio brilla. Lo primero que se destaca es el enorme mural de Andrea Cavagnaro. Tal vez sea por sus colores cálidos y casi fosforescentes, tal vez por la temperatura que imprime el tratamiento de materiales textiles como si fueran pinceladas de diversos espesores, o tal vez por una cuestión más sencilla: su tamaño. Las monumentales dimensiones de este mural atraen desde lejos. Funciona como un anzuelo que compite en una de las zonas más contaminadas por carteles de vía pública. Gana la atención gracias a una diferencia básica con el entorno: el mural no tiene marca, no quiere vender nada y propone un refugio para el ojo que hipnotiza al transeúnte porteño y lo invita a entrar.
Una vez dentro del espacio, no todo es tan amable.
Apenas cruzamos el umbral nos amenaza la obra de Luciana Lamothe. Suspendida en diagonal de frente a la entrada en ochava, hay una especie de viga naranja. Posicionada en una diagonal que viene desde lo más alto del espacio una punta nos enfrenta. Si recorremos el espacio vemos que es una ex-marquesina en la que se lee Buen Ayre-Itau. Este texto está tapado con duct tape negro, tachando la marca y mostrándonos la transición y los pases de las carteras de clientes de mano en mano. Nos remite a la época de los cacerolazos, de los bancos blindados para protegerse de los ataques de los ahorristas. Lo trash en la imagen corporativa bancaria. Lamothe presenta también una escultura compuesta por una serie de maderas con un peso tan importante que una de las maderas está totalmente arqueada a pesar de las ménsulas metálicas que la suspenden en forma paralela al piso. Da miedo pasar por debajo, da miedo pasar cerca, pero no se cae. Puede ser un comentario sobre la economía. Y otra vez nos acordamos que estamos dentro de un banco.
La última obra es Fiat Europa de Jorge Tirner. Una placa de madera cruda funciona como base para esta escultura-automóvil. El vehículo está pintado de rojo, pero no con pintura para autos sino con un esmalte sintético como el que se usa para pintar una puerta o una mesa. Lo neumáticos en llanta implican que este bólido no va a ninguna parte. Considerado siempre como un auto muy ágil, este Fiat da la sensación de todo lo contrario. Si miramos por las ventanillas todo es gris. Litros y litros de cemento llenan el habitáculo. El vacío lleno. ¿Habrá alguien sepultado al volante? ¿Cuál será la forma de la escultura de concreto si sacamos el auto que funciona como molde? Son algunas de las preguntas. Hay algo de la palabra construcción (presente en el título de la muestra) que se hace evidente en este material. Desde afuera esta pieza le da al espacio el look de agencia de autos retro, porque no advertimos que hay cemento en el interior.
Todo es mucho más atractivo que una sucursal de un banco. Por cierto es una gran alegría ver la transformación de este lugar.
Petro Arte
Entre todas las nuevas torres que rasgan el cielo porteño en Puerto Madero, se destaca la que ocupa YPF. Este ícono urbano, diseñado por el prestigioso César Pelli, presenta un extraño «bosque indoors de eucalipto» ubicado en el cielo, entre los pisos 26 y 31. Debajo de esta mole, en la planta baja,
La primera intervención en este espacio se titula metro cuadrado y fue realizada por la artista rosarina Graciela Sacco. El planteo de Sacco parte de una simple pregunta por el valor del metro cuadrado en distintas ciudades del mundo. La pregunta no es inocente en la zona más cara de
Aires del Di Tella en la Fundación OSDE
Desde hace algunos años el antiguo espacio que ocupaba la mueblería Maple en la calle Suipacha está ocupado por OSDE y dedicado al arte. En la actualidad sus salas exhiben una muestra con el espíritu del legendario Instituo Di Tella. Tal vez la primera marca que en Argentina decidió abrir un espacio de arte y sostenerlo en el tiempo, por los años sesenta. La exposición curada por María José Herrera se llama Pop! La consagración de la primavera y reúne un grupo de obras creadas entre 1961 y 1966 que fueron denominadas pop. Un grupo muy colorido de pinturas, esculturas, instalaciones y registros de los primeros happenings y performances. Escribir puntualmente sobre las obras resulta difícil. Mientras recorría la sala pensaba que me gustaría ver a los autores. Estaba solo en el espacio y estas alegres obras se veían un poco desalmadas sin los artistas alrededor. Mucho más cuando se trata de una serie de personajes adorables como Marta Minujín o Federico Peralta Ramos que vivían agitando la realidad. No viví la época del Di Tella y si bien la muestra retoma su producción, siento que falta algo. Es una excelente muestra, pero en la sala faltan sus autores dándole vida. Una movida inteligente en este sentido son las actividades paralelas que se organizaron, como encuentros con la curadora o la charla "Nosotros cometimos un happennig" en la que artistas plásticos, actores y performers compartieron sus experiencias. La muestra también incluye videos que intentan reproducir algo más de la época.
En el recorrido se comprueba cómo el Pop penetró lo popular a través de todos los medios masivos: las revistas, la televisión y hasta el cine. Me interesó particularmente la esquina dedicada a Federico Peralta Ramos, en la que podemos verlo en una gran fotografía vendiendo un buzón, al lado de sus mandamientos gánicos. Se destaca una grabación de audio con sus canciones y relatos de delirantes poesías.
En síntesis, Pop, la consagración de la primavera es una experiencia tan interesante que dan ganas de tener la máquina del tiempo para volver a esa época.
Espacio Fundación Telefónica: un clásico
El Espacio de
Una obra que resume una nueva forma de hacer arte
Volviendo al espacio de exhibición en Telefónica, voy a describir uno solo de los proyectos de la muestra. No se trata de ninguno de los premios principales puesto que solo recibió una de las menciones de honor en la categoría proyectos. Pero es uno de mis favoritos y por muchas razones: The new artist (working title), un proyecto dirigido por Axel Straschnoy, un apellido que suena conocido en este ámbito. Este proyecto presenta varias particularidades que lo destacan. En primer lugar, mientras que la mayoría de los proyectos están terminados, The new artist se exhibe como la documentación de un proceso de trabajo en equipo y no como una obra concluida.
Es el único trabajo grupal. La lista de autores incluye a Ben Brown, jefe de proyectos científicos del Robotics Institute de
Tengo la suerte de conocer a Axel hace años y su obra nunca es fácil de leer, siempre está buscando los límites de los lenguajes y desde su erudición pide más del espectador y de la gente que lo rodea. Lo interesante es que lo consigue. Con su particular encanto, ganó el premio ArteBA/PetroBras en 2005 y fue becario en el Palais de Tokyo, una de las residencias para artistas jóvenes más codiciadas del mundo.
Luego de todo este preludio paso a relatar la obra en sí. El soporte de la obra son una serie de monitores color con entrevistas a los autores y especialistas que explican la obra y hablan del desafío de hacer máquinas con funcionalidad artística y crítica. En otros monitores blanco y negro se muestran a dos robots, ninguno con forma humana. Uno es un brazo anclado al piso con dos patas como resortes que salta en forma constate, es el performer, y otro que es el robot espectador. Se trata de arte robótico para robots, una extraña paradoja en la que una máquina hace morisquetas y la otra aprueba o desaprueba. Cada artefacto fue desarrollado por un equipo independiente de investigadores. Los mensajes del autómata espectador no son interpretables por los humanos, pero sí por el performer que, en función a estas señales, continúa con su rutina o la cambia. Una metáfora fuerte, un proceso complejo. El espectador como dictador y el performer intentando complacerlo. Las lecturas son múltiples en el mundo del arte tan influenciado por los mercados. El artista en la obra es el robot. ¿O son los humanos que crean el robot?
Mientras en Buenos Aires vemos sólo videos documentales, en Helsinki tuvieron la suerte de ver la performance en vivo de los robots interactuando. Seguramente, con la persistencia de Axel, es muy posible que pronto lo veamos en Buenos Aires.
Más marcas involucradas
Unas breves líneas merecen marcas que producen premios de arte como Petrobrás, Chandón, Arnet, Banco Ciudad, Banco Nación y otras instituciones sin nombre de marca como