Marketing > Global | DESACRALIZANDO UNA “PROFESIÓN” DE RIGUROSA MODA
Redacción Adlatina |

Los gurús deberían pasar menos tiempo hablando y más tiempo escuchando

(Advertising Age) - La muerte del iconoclasta de Gang Starr lleva a que los supuestos expertos en marketing se interesen por un agudo descanso.

Los gurús deberían pasar menos tiempo hablando y más tiempo escuchando
El autor: Hadji Williams no es un gurú. Si quiere saber más sobre él, búsquelo en Google. Los gurús en recuperación pueden escribirle a hadji@knockthehustle.com.

Pasaron algo más de dos semanas desde que murió Keith Elam, uno de los artistas más completos de mi generación.

Como una mitad del dúo Gang Starr, Elam fue realmente un notable emcee que se comunicó con una elocuencia de filósofo no escuchada hasta entonces. Entre su catalogo de Gang Starr y su innovador trabajo Jazzmatazz, probó ser una fuente inagotable de rimas. Y su voluntad por discutir todo, desde el proceso de escritura hasta la humanidad pasando por la paternidad, la política y el crimen, hizo que sus letras fueran verdaderamente universales.

El 19 de abril de 2010 se produjo la muerte de quizas el único no-indio que podía con justicia llamarse a sí mismo un gurú sin que se le alterase el rostro. La muerte de Elam también me dejó pensando en todos los otros así llamados gurús que andan dando vueltas por ahí.

Hace un tiempo encontré un tipo que escribió un libro definitivo sobre Twitter. Sé que fue el libro definitivo porque él lo dijo. Y también su editor. El tipo admitió no haber trabajado nunca para Twitter. Ni siquiera había estado usando Twitter mucho tiempo. Pero no importa. El tenía un libro, un título, charlistas a favor y un programa completo de apariciones en los medios para validar “su reinado”  como gurú.

En este momento, lo más fácil debe ser insultar a gente como esa. Sería un disparo seguro. Pero en lugar de eso, quiero probar con algo distinto, comenzando por una pregunta:

- ¿Qué pasaría si todos los gurús, particularmente los que estamos en el marketing, relaciones públicas y medios sociales, dijéramos simplemente; “No sé”, en voz alta?

- ¿Que pasaría si todos los llamados gurús detectores de tendencias se detuvieran un segundo y dijeran: “Señores conductores del Talk Show, para ser perfectamente honesto, acabo de escribir este libro para conseguir algunos conferencistas que hablen de él y juntar algo de cash. Pero para contestar a su pregunta original, bueno, realmente no estoy seguro?”.

- ¿Que pasaría si todos les dijéramos a nuestros clientes que no somos expertos, y agregáramos: “A esta altura del juego, ninguno es un experto. El espacio es demasiado nuevo y demasiado fluido. Todos somos estudiantes aprendiendo a medida que avanzamos. Y de hecho, lo que estuve trabajando el año pasado, o incluso la semana pasada, podría no funcionar mañana?”.

- ¿Que ocurriría entonces con todos nosotros, los gurús? ¿Serían recortados nuestros ingresos? ¿Perderíamos seguidores? ¿Conseguiríamos menos sexo?

- Seriamente, ¿que ocurriría si todos tomamos, por ejemplo, seis meses, o sesenta días, o incluso seis días y nos calláramos la boca, para escuchar?

Y por “escuchar” quiero decir, no más briefs con instrucciones, no más tweets con posteos de blogs de autopromoción. No más podcasts al estilo de “¿No soy un genio?”. No más paneles o revelanciones de “ideas claves”.

En una palabra, no más nada que no empiece y termine con escuchar.

Escuchando a la gente que realmente está haciendo las cosas que muchos de nosotros aseguramos haber dominado. Escuchando a la gente del común que se pasa mucho más tiempo offline que on. Escuchando a la gente que compra más de lo que trata de vender.

Una vez paré en una casa llena de monjas en el centro del West Side de Chicago.

Un par de veces al año, las monjas hacían votos de silencio mientras vivían en el medio de uno de los vecindarios más ruidosos de una de las ciudades más ruidosas de Estados Unidos. Y todo lo que hicieron fue escuchar. Así y todo, hicieron sus trabajos; dar clases, comprar, todo eso. Pero sin hablar. Simplemente escuchaban. Si tenían algo que decir, lo escribían en un papel. Voy a tratar de hacer esto yo mismo para ver cuán lejos puedo llegar. Algo me dice que hay todo otro mundo ahí afuera una vez que deje de simular que lo sé todo.

Mientras tanto, lo invito a usted a revisar el catalogo del Gurú de Gang Starr y Jazzmatazz. Vale la pena escucharlo.

Descanse en paz, señor Elam.

Y a todos los otros gurús que hay por ahí: Shhhh. Dos orejas, una boca. Muévanlas de acuerdo a eso.