Publicidad > Argentina | UNA PÉRDIDA SENSIBLE PARA LA ACTIVIDAD EN LA REGIÓN
Redacción Adlatina |

Con Hugo Casares desaparece un creativo formidable

Brillante, intuitivo, fue un notable decodificador de los gustos y preferencias del gran público, al que le vendió con enorme destreza una cantidad de productos de uso diario, con la fuerza de la palabra y la composición musical. Su agencia fue la primera que se adhirió a una red internacional (Grey) y figuró siempre entre las de mayor facturación en la Argentina.

Con Hugo Casares desaparece un creativo formidable
Dos imágenes, dos momentos en la vida de Casares, fallecido ayer en Buenos Aires.

Cuando tenía que definir su vocación más íntima, Hugo Casares decía que, en el fondo, era “un payador”. Y esa veta, fuerte e irreductible, lo acompañó a lo largo de su carrera única en la publicidad, en la que llegó a alturas que muy pocos colegas suyos pudieron alcanzar. “Toda mi vida hice payadas. Desde chico hacía los cantitos del tercer tiempo del rugby. Mi vida siempre fue crear, componer. Y esa fue mi veta en la publicidad”.

Creativo de raza, arrancó en la legendaria agencia De Luca de Buenos Aires a los 18 años, en 1955, y desde ese momento su carrera fue siempre ascendente. En poco tiempo se convirtió en una figura imprescindible dentro de la firma fundada por don Ricardo De Luca, hasta el punto en que su salida se hizo inevitable. En 1969 fundó su propia agencia, que muy pronto se ubicó en uno de los primeros tres lugares por facturación en la Argentina.

Casares fue un creativo intuitivo, con un extraordinario “estómago” para captar los gustos y preferencias de la gente. Aquel autor de “versitos” de los años mozos fue después el increíble autor de jingles de la época de los primitivos avisos de televisión, emitidos en vivo, con su letra y música; y luego, de los incontables comerciales que surgieron de De Luca y su propia agencia. Entre esos spots inolvidables se pueden mencionar –sólo como muestra- el de Spur Cola Canada Dry (Mozo, ya viene el mozo…), las ardillitas de Ginebra Llave (Y dale dale dale, Ginebra Llave…), la curiosa palabra utilizada para Ginebra Bols (¿Quiere tener esmowing?), el intrigante aviso para el lanzamiento de las galletitas Traviata (¿Contó los agujeritos? ¿Los contó? Traviata, la galletita de los 23 agujeritos), los inolvidables alemanes Fritz y Franz, de Bieckert (Lo que está Bieckert, está Bieckert), y tantos otros.

Suya fue también una increíble campaña de spots de 5 segundos, en el que una modelo que portaba una gigantesca réplica de una hoja de afeitar, decía a cámara: Señor, ¿tiene hojas Gillette para mañana? Porque Casares fue un intuitivo del marketing y de la utilización más aguda de los medios, en tiempos en que no se aplicaban técnicas complejas para detectar el mejor camino para llegar a la mente y la voluntad del público. Técnicas complejas que él, por cierto, no necesitó.

También fue pionero en el tema de la asociación internacional con redes internacionales de publicidad. Su agencia pasó a ser, desde 1972, Casares Grey y Asociados, al entrar a la red Grey. Así continuó hasta su alejamiento definitivo de la actividad, en 1994.

Hugo Casares fue, junto a Ricardo De Luca y David Ratto, uno de los tres grandes de la publicidad argentina. Esa figura es la que acaba de apagarse (sólo físicamente) en Buenos Aires, pero difícilmente podrá ser olvidada por quienes lo conocieron a lo largo de los años.