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Redacción Adlatina |
Bob Dylan no sólo es una leyenda viviente de la música que todavía hoy, con 67 años, da un centenar de conciertos al año. Además, pinta. Su primera y hasta ahora única exposición, que se vio por primera vez en noviembre pasado en Alemania, llegará el 14 de junio a la galería Halcyon de Londres.
Mujeres voluptuosas vistas de espaldas, habitaciones de hotel vacías, trenes que se pierden en el horizonte, son algunas de las imágenes que se podrán ver. En total son noventa y tres obras de trazos gruesos y colores vivos, en las que el compositor y músico reelaboró una serie de dibujos hechos entre 1989 y 1992 durante sus giras por América, Europa y Asia. Aunque en Londres se expondrán poco menos de un centenar de cuadros, la serie completa se compone de más de trescientas obras que Dylan pintó a lo largo de 2007. La colección, titulada The drawn blank series, permite vislumbrar “el alma y la imaginación de Dylan”, dijo Paul Green, presidente de la galería.
La muestra “es una crónica de las ciudades en que Dylan tocó, de gente que conoció en bares oscuros, como el Red Lion Pub, de cuartos y piscinas de moteles, de paisajes que vio pasar desde la ventana de un tren o un ómnibus. Es una crónica de su vida en la carretera”, agregó Green.
En tonos y colores sensuales, las pinturas evocan temas e imágenes que aparecen en la música del creador de 67 años, galardonado con los premios Pulitzer y Príncipe de Asturias de las Artes, y cuyo nombre suena para un Nobel de Literatura.
“Hay una cierta soledad en el trabajo artístico de Dylan, un músico que está en la carretera 150 días al año”, comentó el dueño de la galería londinense, que considera al artista, que lleva más de 110 millones de álbumes vendidos, “uno de los hombres más geniales e influyentes del siglo XX”.
Ya fueron vendidos gran parte de los trabajos. Green comentó que fueron “contactados por varios museos en el mundo, entre ellos el Centro Pompidou, en París”.
La exhibición también incluye algunos retratos de Dylan, bastante más adusto y circunspecto que sus cuadros, a cargo de artistas como Mark Seliger.
¿Casualidad o destino?
Dylan, un músico que ya probó suerte en el cine y la literatura –en 2004 escribió Chronicles-, vuelve a cruzar disciplinas y se presenta ahora como artista plástico.
Su relación con la pintura empezó en los años ‘60. Tras el grave accidente de moto que sufrió en 1966, tomó clases de dibujo con el pintor Norman Raeben. Aunque prácticamente nada salió a la luz hasta los años ‘90, un dibujo suyo fue la tapa de Music from Big Pink (1968), el primer disco de The Band, la banda que lo acompañó en la histórica y agitada gira mundial de 1966. Dos años más tarde, un autorretrato suyo va a parar a la tapa de su décimo disco solista: Self Portrait.
Y en 1994, Random House, una de las grandes editoras del mundo de lengua inglesa, vio unos bocetos del cantante y decidió publicar en un libro una serie de 70 dibujos y bocetos en banco y negro, realizados por Dylan durante una larga gira por Europa, América y Asia entre 1989 y 1992. Así nació Drawn Black.
En el breve prólogo, Dylan se refería a esos dibujos realizados durante giras, entre 1989 y 1992, como “esbozos para pinturas que nunca fueron pintadas o todavía tienen que ser pintadas o más bien nunca serán pintadas”.
Pero para su sorpresa los dibujos acabaron en la mano de Ingrid Mössinger, responsable de una galería de Chemnitz, una pequeña ciudad del este de Alemania.
Ingrid se topó con el libro de Random House cuando visitaba una exposición histórica sobre Dylan en Nueva York. Nada más volver a Alemania le escribió una carta a Dylan para proponerle montar una pequeña exposición en Chemnitz con los dibujos originales del libro.
Y el cantante le contestó aún más entusiasmado y lleno de ideas. Dylan hizo escanear digitalmente y ampliar los dibujos originales y durante ocho meses de explosión creativa los transformó en más de 300 acuarelas y gouaches llenos de color. El cantante hizo tres o más versiones de muchos de sus originales, jugando con distintos colores y texturas. Abundan las habitaciones de hotel, las vistas que se captan desde esas habitaciones, escenas callejeras, entre otros temas.
A los críticos les llamó la atención el contraste entre la vitalidad de los paisajes y la soledad muda con que suele representar a los personajes humanos. Pero Dylan se ríe bastante de los críticos, capaces de interpretar sus estados de ánimo o descubrir influencias de tal o cual pintor. “Si hay alguna es por accidente o instinto”, dijo en una entrevista en The Times. Pero admite que, en comparación con el mundo de la música, lo poco que conoce del mundo del arte le parece que está formado por “gente honesta, que te dice directamente lo que piensa. Saben quiénes son y no disimulan”.
El músico niega que trate de hacer con su arte algo a la manera de Degas o Van Gogh o que trate de copiar a Da Vinci. No tengo facilidad para copiar. Y en cuanto a influencias, si tuviese la habilidad de pintar como esos tipos, podría descubrir similitudes, pero si alguna hay, es por puro accidente, algo instintivo”, comentó Dylan. Y agregó que le gustaría que la respuesta del público a su obra fuese “emocional e instintiva” y que no se buscasen profundas interpretaciones. “Pretendo que deleite al espectador. No hay que buscar nada más profundo. Y si por el contrario repugna a la vista, también está bien”.
Además, Dylan dice que recibió propuestas para dos futuras series de pinturas; una de ellas consistiría en retratar a otros famosos. “Yo podría elegirlos, pero no quiero. Preferiría que se me diera una lista y que alguien los contactase y les preguntase si aceptarían. Se trataría de gente importante: inventores, matemáticos, científicos, empresarios, actores. Pero lo que más me interesa es la idea de una serie basada en romances históricos: Napoleón y Josefina, Dante y Beatriz, el capitán John Smith y Pocahontas, Brad Pitt y Angelina Jolie”, dijo entre risas a The Times.