Publicidad > Argentina | EL FALLECIMIENTO DE JUAN BERENC
Redacción Adlatina |
No acostumbro ir a velorios -ni siquiera pienso ir al mío- pero no puedo evitarlo cuando se trata de mi mejor amigo.
Y tengo pocos.
Con Juan Berenc fui al velorio de Beba Trigo y ya no está Beba para acompañarme al de Juan.
Estaban, sí, los verdaderos amigos de siempre: los que siempre festejábamos sus cumpleaños.
Estaban sus hijas: su Anita y su Polaquita -aunque ella siempre ignoró que él se refería a ella así- y en la panza de Anita había un nuevo Juan.
Si alguien escribiera la biografía de Juan Berenc, quizás averigüe que hace muchos años fue Medalla de Oro de la Facultad de Sociología de la UBA y que, después de mucho tiempo y de varias agencias como “hombre de cuentas”, coordinaba la Escuela de Publicidad de la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad.
Pero hay otro Juan que muchos no conocieron: el amigo y compañero de Juan Carlos Dante Gullo, el amigo de Chacho Alvarez y, también, de Jorge Asís.
El que a pesar de su ideología política y de su pasado -que no ocultaba- pudo ser el mejor amigo de alguien que, quizás, estaba casi en las antípodas.
Ojalá nuestra Argentina y toda Latinoamérica tuviesen la grandeza de Juan.
Creo que tenía miedo a morirse pero tenía más miedo a envejecer.
Lo extrañarán sus hijas, sus mujeres, sus novias y -quizás- alguna “jinetera” cubana a quien trató como persona.
Y lo extrañarán sus amigos que por ahora se quedan o, en un cielo en el que nunca me confesó creer, se reúna con otros.
Lo miré en el féretro pero allí no estaba Juan, sino un adusto señor rubio de grandes bigotes y me pareció estar observando el cadáver de un general alemán de
A veces el packaging se equivoca.
Gabriel Dreyfus