Publicidad > Ecuador | REFLEXIONES DE UN ASISTENTE AL CÓNDOR DE ORO
Jorge Raúl Martínez Moschini |
Los tiempos de globalización, de un inusitado acceso a la información mundial gracias a las posibilidades que otorga internet, hacen que desde ahora la vara con que se mide la creatividad publicitaria es -o mejor dicho, debe ser- la misma para un creativo afincado en Londres que para otro que trabaja en Guayaquil. Y así es como se debe juzgar, porque el talento no es potestad de ningún país ni de ninguna región; mucho menos, de ninguna agencia.
Desde hace cinco años, cuando comencé a informar y analizar el fenómeno publicitario iberoamericano, tuve la oportunidad de visitar muchos países de la región. En varios de ellos, algunos creativos en su momento estaban muy preocupados por el despegue como país creativo. Todos soñaban con ganar un León en Cannes o un Gold Pencil en D&AD; y, aunque la patriada parecía desmedida, quienes la hicieron realidad tuvieron una virtud: no les pusieron límites a sus sueños y les adosaron un 90 por ciento de transpiración. Y lo más interesante de estos hechos es que quien más réditos obtuvo no fue la agencia ganadora ni el creativo, sino el mismo país.
Tal es el caso de México, que en este 2005 ganó un Grand Prix en El Sol de San Sebastián y un Oro en Cannes; de Chile, que en 2004 ganó un Grand Prix de Media y en 2005, de Outdoor en Cannes; y de Colombia, que recibió 3 Oros en la categoría Media del festival de la Costa Azul. O, para mencionar un cuarto, de Perú, que también ganó un Oro en la reciente edición de CannesLions. Todos excelentes resultados, y sin mencionar a ninguno de los tres -hasta ahora indiscutidos- líderes: Brasil, España y la Argentina.
Ecuador está en un proceso de búsqueda y, a pesar de su reducido volumen de inversión publicitaria, muchos ya perciben cuál es el derrotero de los próximos años. Lo más interesante de este camino es que los creativos están siendo acompañados por los dueños o gerentes de las agencias, en líneas generales.
Tuve la oportunidad de asistir al Cóndor de Oro y de tener fluido diálogo con los jurados Martín Mercado, Álvaro Fernández Mendy y Carlos Betancourt, como así también con varios de los creativos que trabajan en el país. En todos los casos, escuché amplitud de criterios y muy buena leche. Estuve presente en la entrega de premios y pude descubrir que, pese a la sorpresa generada por los varios desierto estentóreos que pronunció el conductor de la ceremonia al anunciar premios de distintos rubros y el Gran Cóndor de Oro, la mayoría, luego de “tragar saliva”, continuó con el festejo.
No hubo Grand Prix por el sencillo motivo de que ninguna de las piezas participantes reunía los requisitos para tal distinción. Y esto no debe significar motivo de vergüenza para nadie, simplemente porque suele ocurrir en todos lados y Ecuador no es la excepción. La ausencia de muchos premios en El Cóndor 2005 debe entenderse como el resultado de asumir la decisión de “jugar en primera”.
Son experiencias de ensayo y error. Que con el tiempo, en base a tenacidad y talento, serán mejoradas y definitivamente revertidas. Es probable que los creativos ecuatorianos, en su fuero íntimo, estén descontentos con el trabajo de los jurados; que muchos -individualmente- crean que sus trabajos fueron mal juzgados. La realidad indica que el proceso comenzó y no se va a detener. Serán los actuales creativos o las nuevas generaciones quienes plasmen el cambio de objetivos; pero algo es invariable: la cancha en donde se juega el partido es más grande y la creatividad publicitaria ya no tiene fronteras.
En casi 25 años de actividad periodística y luego de haber entrevistado a cientos de creativos de habla hispana y de otros idiomas, he comprobado que la gran mayoría sostiene que le resultaría difícil pensar en otra labor. Y para estar en el pelotón de los mejores, hace falta saber que no siempre se puede ganar y que no siempre se debe perder. Un destacado creativo de los años dorados de la Avenida Madison en Nueva York, Jerry Della Femina, sostenía que “la publicidad era la mejor y más placentera actividad para realizar vestido”. Claro, lo dijo después de haber triunfado.