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Redacción Adlatina |
En 1956, Procter & Gamble le encomendó al químico Fredric Baur que desarrollara una nueva receta de snacks de papas que no se rompieran, que no fueran tan grasosas y cuyo packaging no contuviera aire. La fórmula tardó dos años en llegar, pero si bien había logrado cumplir todos los requisitos, su sabor no era del todo convincente. El proyecto se enfrió por unos años y revivió a mediados de los 60’s de la mano de Alexander Liepa, que pudo sumarles un gusto muy agradable.
El producto comenzó a venderse en 1968 en Indiana, Estados Unidos. Originalmente, su nombre era “Pringles Newfangled Potato Chips”, pero con el tiempo y luego de varios debates judiciales sobre sus ingredientes, fue reducido a “Pringles”.
Existen varias teorías sobre el origen del término “Pringles”. Una hipótesis se basa en el apellido de Mark Pringle, quien en 1937 registró en los Estados Unidos la patente “Method and Apparatus for Processing Potatoes”. Otra conjetura surge de que dos miembros del equipo de publicidad de P&G vivían en “Pringle Drive” en Finneytown, Cincinnati. Aunque, también se sugiere que se eligió al azar entre muchos otros nombres de la guía de teléfonos de Cincinnati o de una preselección de apellidos.
Con respecto a su icónico personaje, fue nombrado como “Julius Pringles”, aunque muchos lo conocen simplemente como “Mr. P”. En su primera versión, sus ojos se mezclaban con sus cejas y la palabra “Pringles” se escribía sobre su tradicional moño.
Las primeras campañas de Pringles comparaban al producto con otras marcas de papas fritas. Destacaban, eso sí, su facilidad para comerlas y que no manchaban las manos.
A pesar de su alto grado de innovación, la popularidad de Pringles no fue la esperada en sus orígenes. Su sabor todavía no era deslumbrante y gran parte del público no se acostumbraba a este nuevo snack. La distribución a lo largo de todo el territorio de Estados Unidos recién llegó en 1975.
La explosión de la marca se vio en la década de 1980, apoyada por una ambiciosa y acertada estrategia de comunicación. La compañía desarrolló una campaña llamada “Fever for the Flavor of Pringles” y un spot muy memorable con Brad Pitt. Además, se le dio un papel muy relevante al personaje Julius Pringles. Otro punto sobresaliente fue un recordado jingle, que se basaba en las siguientes estrofas: “Once you taste the flavor, it’s a deep-fried taste!, then you get the fever, with a crispy crunch, then you’ve got the fever for the flavor of a Pringle!”.
En 1991, Pringles comenzó a comercializarse a nivel internacional. A mediados de la década, la marca ya era muy popular en Europa, Latinoamérica y Asia.
Se crearon nuevos sabores específicos para cada mercado, como “Prawn Cocktail”, “Seaweed”, “Serrano Ham” y “Roast Chicken”.
Sus campañas publicitarias en los 90 volvieron a resaltar el formato de su packaging y las virtudes del producto, ya que era un snack menos grasoso y difícil de romper. Los spots atacaban directamente a la competencia. Por ejemplo, sus guiones se basaban en un grupo de amigos que se divertían disfrutando unas Pringles, al lado de un sujeto solitario que comía unas papas, similares a Lay’s o Ruffles, sin mucha alegría. Otro punto vital fue darle mayor relevancia al bigote de Julius Pringles, que fue muy utilizado en comerciales y en acciones en el punto de venta.
Durante las siguientes dos décadas, Pringles experimentó un crecimiento global muy significativo. Para 2011, ya comercializaba sus productos en más de 140 países y sus ventas representaban el 2,2% de todo el sector snacks: se había convertido en una de las marcas más importantes de su rubro.
En abril de 2011 Diamond Foods adquirió Pringles en 2.350 millones de dólares, un acuerdo que había triplicado con creces el tamaño del negocio de snacks de Diamond. Sin embargo, el acuerdo fracasó, después de retrasos de un año en los pagos. Luego de este episodio, en mayo de 2012 The Kellogg Company compró oficialmente Pringles por 2.690 millones de dólares. Este negocio convirtió a Kellogg’s en la segunda empresa de snacks más grande del mundo en aquel momento.
Durante la última década, Pringles se posicionó como una marca muy deseada por las agencias de publicidad. La versatilidad de su imagen y el carisma del producto le dieron rienda suelta a la creatividad para que sus spots y avisos se consagraran en los principales festivales.
Actualmente, la compañía cuenta con cinco megafábricas ubicadas en distintas latitudes: Jackson, Tennessee, Estados Unidos; Mechelen, Bélgica; Johor, Malasia; Kutno, Polonia; y Fujian, China. De acuerdo con la publicación Snack History, desde su creación se desarrollaron más de 160 sabores distintos de papas alrededor del planeta. Un claro ejemplo de que Pringles ya es mucho más que una marca: hoy es uno de los grandes íconos de la alimentación del siglo XXI, que sabe adaptarse a las necesidades del paladar de cada mercado.
• Versión completa de esta nota con todas las campañas para ver, en Adlatina Magazine digital #121.