Marketing > Iberoamérica | OTRA RESPUESTA AL EDITORIAL DE AYER DE ADLATINA
Redacción Adlatina |
Por Ximena Díaz Alarcón
Investigadora de tendencias e insights del consumidor, cofundadora y socia de YoUniversal
Desde sus comienzos las marcas tuvieron el poder de generar deseo, además de crear productos que solucionan cosas concretas de nuestro día a día. Todos tenemos marcas preferidas, marcas que queremos, marcas que son parte de nuestra vida. Más allá de para qué creemos racionalmente que nos sirven, basta conversar un rato con los consumidores para comprender el gran poder de persuasión y de llegada emocional que tienen las marcas.
En un mundo que está repensando casi todo lo que hasta hace poco daba por sentado (la forma de vivir, de relacionarnos, de trabajar) y en medio de una pandemia que no termina de irse, leemos informes escalofriantes sobre el impacto del consumo en el planeta. Ciudades inundadas, ríos resecos, temperaturas imposibles. Y detrás de todo, una pregunta ineludible: ¿qué hacemos con esto?
Los consumidores se lo preguntan sobre ellos mismos y también sobre las marcas que conocen y consumen. ¿Qué piensan las marcas sobre esto? ¿En qué creen? ¿Qué apoyan, en qué ayudan concretamente? ¿Lo sustentable es un one shot, es reactivo, es por cumplir? ¿Es un mensaje para el afuera o se vive realmente como valor de marca cada día? ¿Es parte de su ADN o, en todo caso, parte de una evolución necesaria? Preguntas estratégicas que habrá que animarse a hacer. Y rápido. Porque no hay tiempo.
Se trata de una demanda que las marcas deben escuchar cada vez más. No porque esté de moda, no porque lo pidan las nuevas y viejas generaciones, sino porque las involucra y porque nos involucra a todos como humanos, más allá de ser productores o consumidores: se trata de ayudarnos a soñar un nuevo sueño, a construir una nueva aspiracionalidad sostenible.
¿Puede una marca salvar al mundo? Una sola... es poco probable. Pero sí, como industria, tenemos que ser los facilitadores de nuevas soluciones y nuevas aspiraciones. Para que los consumidores puedan elegir sin resignar, para que cuenten con nuevas y mejores maneras de resolver sus necesidades y encauzar sus deseos, sin hacer daño a este, el único planeta que todos tenemos.
Tal vez no salvemos el mundo, pero seguro podemos ayudar.