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Redacción Adlatina |
El creativo publicitario, guionista y escritor argentino responde el cuestionario de Bloomclouds.
—¿Por qué hace lo que hace?
—Porque no puedo evitarlo. Escribo desde los doce años y creo que contar historias es parte de nuestro ADN como homo sapiens. Así como no podemos evitar reunirnos alrededor del fuego, gritar cuando hay eco o tirar piedras en un lago, contar historias es una parte atávica de nuestra mente. Me gustaría poder decir con autoridad la frase de Paul Auster que asegura que las historias le suceden a quien sabe contarlas, pero me temo que a mí me suceden porque tengo ganas de contarlas, no porque sepa hacerlo.
—¿En qué proyecto está trabajando actualmente?
—Junto a Ariel Amestoy y Adriano dalla Torre, dos cómplices imprescindibles, estoy trabajando en proyectos de series y largometrajes para los Estados Unidos, Colombia y España. Con nuestra primera serie, Búnker, que creamos para HBO Max y filmamos en México, conseguimos una nominación en los International Emmy Awards. Nada mal. Pero creo que es parte de mi suerte de principiante: con el primer comercial que escribí en mi vida gané un león en Cannes y con mi primera novela, salí finalista en el Clarín Novela. También estoy en el proceso de edición de dos libros, uno de relatos y otro de crónicas. Por suerte, cuento con la ayuda del maestro Guillermo Saccomanno, que me pega un par de sopapos cuando quiero pasarme de vivo y meter alguna canchereada publicitaria. Trabajo como director creativo en la agencia in-house de Genomma Lab, haciendo cientos de comerciales para toda Latinoamérica, lejos del glamour y el brillo de los festivales, pero muy cerca de lo más esencial de nuestra profesión: crear valor de marca y aumentar ventas.
—¿Cómo ve su actividad hoy? ¿Qué cambios hubo en estos años y hacia dónde cree que va?
—Mi actividad es la poliactividad: escribir guiones de televisión, cuentos, novelas y comerciales. Pero, a pesar de lo disperso, creo que todo tiene un eje: las historias. Sólo cambia la cantidad de páginas. Desde media carilla hasta las doscientas. Es un ejercicio más físico que mental: poner el culo en la silla y escribir. Cambian los medios, cambian las modas, cambia la dirección de arte, los estilos de edición y la música, pero, en el fondo, son siempre historias. Y eso no va a cambiar nunca. Podemos asustarnos y marearnos con las novedades de cada semana, pero si nos alejamos un poco, son sólo cambios de estilo. Ya lo decía mucho mejor Charly García en Mientras miro las nuevas olas.
—Si tuviera que recomendar una película, un disco y un libro, ¿cuáles serían y por qué?
—Elephant, de Gus Van Sant (2003): nadie muestra la soledad como él. Elephant cuenta la masacre de Columbine como un videojuego de disparos en primera persona y, a la vez, demuestra el absoluto abandono de esos pibes que tienen todo, menos alguien que los guíe y les dé cariño. Lo más terrible es la sensación de que, si bien son dos los asesinos, cualquiera de los chicos y las chicas de esa escuela podrían haberlo hecho. Yapa: como no me gusta dejar un gusto tan amargo, déjenme cambiar la recomendación por El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson (2014). Imposible salir sin una sonrisa después de verla.
Yankee Hotel Foxtrot, de Wilco (2001): un disco perfecto de punta a punta, para escuchar en el orden en que está. Un clásico absoluto, que combina melodías angelicales con guitarras cristalinas y que, de pronto, es invadida por bolas de ruido que de alguna manera funcionan armoniosamente, gracias a la magia de Jeff Tweedy y Nels Cline, un guitarrista empecinado en romper todo.
Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino (1979): una novela construida con comienzos de novelas y un humor extraordinario. Décadas antes de que le pusiéramos nombre, este genio inventó el hipertexto. Y si no les gustan los libros tan experimentales, Pureza, de Jonathan Franzen (2015): no puedo envidiar tanto a alguien, maldito Franzen.
—¿Qué consejos puede darles a los que quieren hacer esto en el futuro?
—Encuentren su hora más productiva (la mía es entre las 5.30 y 6.30 de la mañana) y bloquéenla. Es sagrada. Que nadie les quite esa hora sagrada de trabajo. Ni una reunión, ni una distracción, ni una interrupción. Hagan las cosas mal. Es infinitamente mejor que no hacerlas. La idea no es lo más importante. Lo más importante es el trabajo que le ponemos a la idea. Ideas para un libro se nos ocurren todos los días. Pero el libro escrito es algo totalmente diferente. Y mucho más difícil. Copien todo lo que puedan y, en el proceso, aprendan. Sigan a un maestro y traten de superarlo. Por más tentador que resulte, no pierdan el tiempo en juntarse con gente que critica. Júntense con los que hacen. Cualquier obra de otro, por más mala que sea, es mejor que las que todavía no hemos creado. Como decía Borges, nos juzgamos a nosotros mismos por nuestros proyectos y a los demás por sus realizaciones. No es una pelea justa. Sean generosos, cuanto más comparten una idea, más crece. Cuanto más la mezquinan, más se achica y se marchita. Hagan lo que hagan, van a recibir críticas. Así que no las tomen tan en serio. Háganles caso a los lectores, los espectadores o los clientes cuando les dicen que algo no funciona. El 99% de las veces tienen razón. No les hagan caso cuando les digan cómo solucionarlo, el 99% de las veces están equivocados. Robado y adaptado de Neil Gaiman. No sean mala leche.
—¿Cuál es su filosofía o frase?
—“Lo difícil no es hacer, sino ponerse en situación de hacer”. (Constantin Brancusi) y “Volar no es tan difícil: es solo cuestión de tirarse al suelo y errarle”. (Douglas Adams).
—¿Qué creator colega de Iberoamérica recomienda a la comunidad Bloomclouds, y por qué?
—Zim Hernández, director de arte, ilustrador, artista plástico, creativo. Un colombiano que está invadiendo Latinoamérica. Ya pasó por Buenos Aires, ahora está en San Pablo y pronto le va a quedar chico Brasil. Compre ahora que pronto va a salir muchísimo más caro.
Compartimos algunos de sus trabajos y en Bloomclouds pueden verse el perfil y más contenido de Esteban Seimandi.
TRABAJOS DE ESTEBAN SEIMANDI