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La IA está transformando la publicidad con una promesa de eficiencia sin precedentes. Pero lejos de reducir el trabajo, acelera los ritmos, multiplica los contenidos y eleva las exigencias creativas. En esta nueva era de abundancia, la estrategia y la narrativa de marca se vuelven más valiosas que nunca.
La tecnología siempre ha prometido salvarnos del trabajo pesado, el aburrimiento y la ineficiencia. Y, sin embargo, curiosamente, cuanto más eficiente se vuelve la tecnología, más ocupados parecemos estar. Pero la eficiencia no es una cuestión de reducción de personal; es una carrera armamentística. Aquí entra la IA: el último regalo de la tecnología, que promete un renacimiento cognitivo a la vez que provoca un gran temor existencial.
En 1865, William Stanley Jevons observó algo interesante: a medida que las máquinas de vapor se volvían más eficientes, el uso del carbón no disminuyó, sino que se disparó. Jevons probablemente desconocía que su paradoja nos guiaría en cada salto tecnológico, desde la nube ilimitada hasta las redes sociales incesantes, pero así fue. Resulta que la eficiencia no reduce el consumo. Le echa más leña al fuego.
La nueva realidad de la publicidad: la máquina de contenidos infinitos.
Las bendiciones de la IA (o maldiciones, según tus niveles de cafeína) se reflejarán en la publicidad de tres maneras principales:
Aceleración: ¿Se acabaron los días de avanzar a paso lento por ciclos de desarrollo creativo más largos que maratones de El Señor de los Anillos? Se fueron como el Palantír de Osgiliath a las profundidades del Anduin, perdidos solo para la memoria y los tristes susurros (perdón, fue mi error). En fin, la creatividad a toda velocidad de la IA significa que lo que llevaba semanas ahora lleva horas.
La revolución de la regionalización: Adaptar los mensajes a los mercados solía ser un proceso costoso. Ahora es algo común. Las marcas pueden susurrar simultáneamente dulces palabras locales desde Albuquerque hasta Zanzíbar, sin siquiera esforzarse ni usar una hoja de cálculo.
Personalización a escala industrial: La IA no solo conocerá a tu audiencia, sino que reaccionará a sus pensamientos. El contenido hiperpersonalizado perseguirá a los microsegmentos por los pasillos digitales, lo que significa que tu mensaje, cuidadosamente elaborado, superará a todos sus competidores.
La industria podría explotar, pero también lo hará la creatividad.
Quienes esperaban que la IA simplemente redujera la plantilla de las agencias malinterpretaron la paradoja de Jevon. A medida que las marcas reasignan los presupuestos recién liberados a proyectos creativos cada vez más ambiciosos, la creatividad se expandirá en lugar de contraerse. Las pequeñas marcas, que antes no podían acceder a creatividades sofisticadas por los precios, ahora pueden sumarse a la competencia, intensificando la lucha por la atención. Los anunciantes deben prepararse para mayores demandas de producción y ciclos creativos más rápidos, no para una reducción de la carga de trabajo. Bienvenidos a las guerras culturales en tiempo real.
Estrategia: tu bote salvavidas en el mar de contenido infinito
Aquí está la parte complicada: en un mundo repleto de contenido de calidad, la estrategia no es un lujo, es tu salvavidas. Cuando todos son buenos, ser memorable es tu única ventaja.
La necesidad de crear algo que realmente importe a la gente aumentará drásticamente, como si la demanda no fuera ya lo suficientemente alta. No olviden que los algoritmos recompensan la interacción genuina, no su mediocridad bienintencionada.
Como anunciantes, es importante recordar los límites de la eficiencia y la naturaleza ilimitada de una buena narrativa de marca. Claro que las tácticas del embudo inferior consiguen clics, pero la cuota de mercado se incrementa al conseguir que la gente te elija, no solo que te compre.
Hay mucho en juego
La lección de la historia es clara: la eficiencia no reduce las apuestas, sino que las aumenta. Los ganadores no solo inundarán la zona con contenido, sino que extraerán hasta la última gota de valor estratégico de cada píxel y signo de puntuación. En una era de abundancia de contenido, la claridad estratégica se convierte en el recurso más escaso.
La paradoja de Jevons no es ominosa; es emocionante. Para quienes se atreven a subirse a la ola, la eficiencia no significa hacer menos, sino lanzarse de cabeza a más, con más inteligencia que nunca.