Publicidad > Global | (AD AGE) - QUE EL DOLOR NO LO DEFINA
Ad Age |

Por qué la alegría es una estrategia de liderazgo de marketing y no un lujo

Abrazar las emociones positivas, lejos de restar seriedad, potencia la resiliencia, la creatividad y la productividad de los equipos.

Por qué la alegría es una estrategia de liderazgo de marketing y no un lujo
Los líderes no necesitan reprimir sus sentimientos, sino incorporarlos a la realidad cotidiana. (Adobe Stock)

Por Aaron Walton


Tras otro titular sombrío, entré a una reunión sonriendo. No por indiferencia ni por descuido, sino porque algo verdaderamente feliz había sucedido en mi vida, y se notaba.

No me disculpé. No lo dudé. Porque he llegado a creer esto: la alegría no es una desventaja. Es una forma de liderazgo.

Y ahora, más que nunca, los líderes necesitan dejar de tratar la alegría como un placer culpable y comenzar a abrazarla como un imperativo estratégico, humano y basado en valores.

La alegría sofocante agota la energía

Es innegable la gravedad que nos rodea: crisis globales, polarización política, injusticia racial, violencia armada y legislación anti-LGBTQ+. Algunas son globales y nacionales, pero otras, como los incendios y las inundaciones, pueden ser profundamente locales y afectar a los mismos estados donde nuestros equipos viven, trabajan y crían a sus familias.

Como líderes, sentimos ese peso. Lo llevamos en las salas de juntas, en las sesiones de lluvia de ideas, en los hilos de equipo y en las conversaciones paralelas. Y a menudo nos preguntamos: ¿Es apropiado sonreír hoy? ¿Celebrar una victoria? ¿Sentirse bien cuando tantos otros no lo hacen?

No se trata de ser performativo. Se trata de ser humano.

La alegría no ignora el dolor ajeno. Pero sí nos recuerda que seguimos aquí. Que aún somos capaces de conectar, de ser creativos y de cuidar. Que incluso en medio del sufrimiento, las personas necesitan momentos de alivio, tranquilidad y luz.

Cuando reprimimos por completo la alegría, corremos el riesgo de perder la energía que necesitamos para seguir adelante.

Darle espacio a la alegría no significa minimizar lo que sucede en el mundo. Significa reconocer nuestra gama completa de emociones y honrar la verdad de que las personas pueden lamentarse y tener esperanza, llorar y reír, todo al mismo tiempo.

La alegría no es ingenua, es necesaria

El liderazgo actual requiere amplitud emocional. No necesitamos reprimir nuestros sentimientos. Necesitamos incorporarlos o integrarlos en nuestra realidad cotidiana.

La encuesta global 2025 de Gallup reveló que el 64% de los adultos quieren que sus líderes les inculquen un sentido de esperanza, lo que lo convierte en el rasgo de liderazgo más citado, muy por delante de la confianza (27%) y la compasión (5%).

Estamos programados para la esperanza, la energía y la renovación. Y esas cosas viven en la alegría.

El optimismo auténtico puede ser una poderosa herramienta de liderazgo. De hecho, estudios demuestran que «los líderes con una perspectiva positiva inspiran a los equipos a ser un 21 % más productivos y un 22 % más rentables que los equipos liderados por líderes pesimistas o desconectados».

La alegría es resiliencia y la resiliencia es estrategia.

En publicidad y marketing, el tono es fundamental. Asesoramos a nuestros clientes sobre cómo una marca puede ser empática, pero no evasiva. Inspiradora, sin caer en la irrealidad.

Ese mismo acto de equilibrio vive dentro de cada líder en este momento.

En lugar de ver la alegría como una vía de escape, la veo como resistencia. Es la infraestructura emocional que permite a las personas reaparecer al día siguiente, innovar, conectar y liderar.

La investigación del profesor Shawn Achor de la Escuela de Negocios de Harvard sobre psicología positiva muestra que los empleados que experimentan pequeños y auténticos momentos de alegría en el trabajo son:

Eso no es superficialidad. Es retorno de la inversión (ROI). La alegría construye cultura. La cultura impulsa el rendimiento.

La alegría es un acto de resistencia.

A través de mis conexiones con líderes de disciplinas ajenas a la mía, incluyendo líderes de derechos civiles y artistas en danza, teatro y entretenimiento, he llegado a ver la alegría no solo como resiliencia, sino como activismo. En un mundo que se beneficia del agotamiento, el miedo y la división, la alegría es radical.

Sentir alegría cuando el mundo te dice que no. Celebrar cuando las noticias te dicen que llores. Reír, bailar, soñar cuando otros intentan aplastarte... eso es rebelión.

Eso no es huir de la realidad. Es negarnos a dejar que el dolor sea lo único que nos defina.

Deja que la alegría se muestre

A cada líder que ha sentido el instinto de atenuar su luz, de silenciar su risa, de hacerse más pequeño por “respeto”, le ofrezco esto:

Deja que la alegría se manifieste. No como distracción, sino como guía. No para negar el dolor, sino para demostrar que seguimos vivos en medio de él.

No necesitamos líderes que actúen con perfección ni tristeza. Necesitamos líderes que modelen lo que significa vivir plenamente, sentir plenamente y liderar con el corazón.

Y la alegría —la alegría real, arraigada y sin complejos— es una de las cosas más valientes que podemos ofrecer en este momento.