Publicidad > Argentina | COLUMNA DE OPINIÓN
Redacción Adlatina |
A raíz de un artículo publicado por Ad Age y compartido por Marketers by Adlatina, el CEO de Coupé y coachsultor creativo reflexiona: “hay una necesidad de un optimismo criterioso. Marketing y publicidad viven una crisis de credibilidad que nos obliga a repensar el negocio”.
A partir del interesante artículo publicado por AdAge y compartido por Marketers by Adlatina sobre la incorporación de consultores externos que asumen funciones directivas dentro de compañías, me surgieron algunas reflexiones que quiero compartir.
El artículo refleja no solo la tendencia de fortalecer equipos de marketing in-house, sino también la apertura de una nueva área para la consultoría estratégica y creativa. Hace años que las agencias venimos atravesando una transformación acelerada por la tecnología, hoy intensificada por la expansión de la inteligencia artificial generativa. Incluso líderes como Mark Zuckerberg se animan a proyectar un futuro sin agencias de publicidad.
No creo en escenarios apocalípticos, pero sí en la necesidad de un optimismo criterioso. La historia nos enseña, con la llamada “Ley del Péndulo”, que los extremos rara vez se sostienen: ni la desaparición de las agencias ni su hegemonía absoluta. El verdadero valor estará en quienes sepan ubicarse en el punto de equilibrio.
Hoy, marketing y publicidad viven una crisis de credibilidad que nos obliga a repensar el negocio. El desafío es recuperar el foco en resultados y, al mismo tiempo, redefinir qué significa “hacer marketing” en un contexto donde la comunicación y la creación de contenidos atraviesan todas las industrias y tamaños de empresa. Personalmente, me inspiran tanto outsiders convertidos es expertos en el nuevo marketing como Gary Vaynerchuk, o aún más al extremo el agente inmobiliario Beltrán Briones, que muestran cómo la visión estratégica, el branding de contenidos y la autenticidad se convierten en valor diferencial.
Ya no alcanza con hablar de “agencias integrales”. Ese modelo es necesario, sí, pero insuficiente. El siguiente nivel es el modelo de integración. No se trata de ser un proveedor que se maquilla como socio estratégico. El futuro será de quienes logren construir con las marcas un vínculo tan profundo que la diferencia entre uno y otro se disuelva: un verdadero trabajo en células vivas, donde agencia y empresa comparten un mismo pulso intelectual, emocional y, lo considero fundamental, también espiritual.
La integración no es solo eficiencia operativa, es una apuesta por la unicidad: trabajar desde la misma esencia, los mismos valores y la misma visión de futuro. Cuando esa confianza se construye, todos ganan: la agencia, la empresa y, sobre todo, las audiencias.