“Muchos de nosotros vivimos en el chat de video en estos días ―sostiene Alejandro Burset―. Es una experiencia extraña, con frecuencia incómoda, pero a menudo conmovedora. Nos recuerda nuestra distancia, pero también es lo que nos une”.
Burset, un fotógrafo argentino que vive en España, comenzó recientemente un proyecto para documentar esta extraña experiencia de conectarse a través del chat de video, tomando retratos fotográficos de sus amigos y, luego, de amigos de amigos. Configura su computadora en el mismo lugar todos los días para las tomas, lo que le da al proyecto una consistencia visual. Los retratos capturan momentos en el tiempo: risas, timidez, alegría, belleza. Es un documento de un mundo cambiado, instantáneo a instantáneo. El proyecto se llama Nosotros por nosotros.
―¿Cómo surgió la idea de este emprendimiento?
―Al comienzo del bloqueo, comencé a notar cuánto ha cambiado la forma en que nos comunicamos. Me pregunté cuál sería la mejor manera de retratar a las personas durante este tiempo. Siempre me encanta viajar y capturar momentos. Estaba sentado exactamente en el mismo lugar donde tomo las imágenes de mi proyecto todos los días. Disparé al monitor para ver qué podría pasar con la textura y realmente me gustó el resultado. Me di cuenta de que podía invitar a las personas a fotografiarse en este momento especial. Sentí que esto podría ser una forma de acortar la distancia, que lejos era sinónimo de cerca en el momento del disparo. Era una forma de capturar momentos en todo el mundo todos los días. El proyecto nació instintivamente, como muchos otros que he realizado. No nacen conceptualmente. Lo sentí. Me encantó. Lo compartí con Marcela, mi esposa, y a ella le gustó desde el principio. Ella me animó a hacerlo. Y aquí estamos. Hemos estado compartiendo momentos de nuestras vidas durante un mes.
―¿Qué intenta capturar: soledad, unión?
―Un momento de nuestras vidas, para compartirlo. Lo que emerge de la imagen y del momento que compartimos durante el rodaje. No estoy interesado en la soledad en este caso. Lo que me encanta de este proyecto es la sensación de que no estamos solos.
―¿Cómo elige sus “modelos”?
―Empecé con amigos; luego, amigos de mis amigos.
―¿Cómo encara el proceso con cada una de las personas?
―Les escribo para contarles sobre el proyecto. Una vez que aceptan, fijamos fecha y hora. Les envío un enlace y nos conectamos a través de la computadora. Generalmente hablamos antes del rodaje, sobre la vida y la situación actual, sobre cómo nos sentimos. Todos los brotes son diferentes. El retrato es tan importante como el momento que compartimos durante la reunión. Es el momento en que la distancia se acorta y cuando llegamos a estar juntos y más cerca.
―¿Cómo los dirige? ¿Quiere que las imágenes sean actuadas o espontáneas?
―Al principio, el invitado elige la posición del retrato y el lugar. Durante el rodaje puedo sugerir una pose, pero en general esto es natural. Sólo trato de evitar la luz de fondo para tener imágenes más claras.
―Coloca su computadora en el mismo lugar para casi cualquier disparo. ¿Esto es tener coherencia de una foto a otra?
―La computadora siempre está en el mismo lugar, ese es el lugar donde nació la idea. Es el lugar donde me siento todas las mañanas para tomar mate (bebida de infusión rioplatense) y donde trabajo cuando estoy en casa. Es la sala de mi casa. Es una buena manera de compartir mi lugar favorito. También le da al proyecto un punto de unidad para las diferentes historias, como un hilo que recorre todo el proyecto.
―¿Hay algún método para la hora del día en que dispara?
―Me gustan los diferentes momentos del día para tener una iluminación diferente en cada imagen. Cada uno es único. Temprano en la mañana puedo conocer gente en Sri Lanka, Vietnam, Singapur o Filipinas, por ejemplo. Y luego en España, donde vivo. Y de noche con personas que viven en Perú, los Estados Unidos, Canadá, Panamá, Colombia, Argentina. Algunas personas pueden disparar en ciertos momentos; otras, no. Me gusta ver cómo han evolucionado las imágenes a lo largo de este tiempo. La luz cambia todo el tiempo y puedo jugar con las ventanas y las lámparas.
―¿Planea agrupar todo en un libro? ¿Cuántas fotos tomará en total?
―Sí, el proyecto terminará en un libro. Una edición limitada sin fin comercial. Mi idea es registrar el momento en que vivimos, y me gustaría donar las imágenes a un museo como registro del cierre. La cantidad de imágenes dependerá de cuánto durará esto. Pero creo que terminaré con más de 170 imágenes.
―¿Qué le ha revelado este proyecto hasta ahora sobre la situación actual? ¿Qué emociones siente al hacer este proyecto?
―Cada historia y cada momento tienen diferentes emociones. Cada imagen tiene una historia detrás; pequeña o enorme, pero siempre una historia. Lo que más me gusta de este proyecto es que me muestra que estamos cerca de otras personas, mucho más cerca de lo que creemos. Que cada momento que compartimos, aunque lejos, es precioso y único, un regalo de la vida. Espero que nunca olvidemos qué hemos pasado cuando termine esta situación y volvamos a la normalidad.
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