Inspiradores Global

INSPIRADORES #15

Rei Inamoto: “Me inspira encontrar cosas interesantes en la intersección del arte con el código”

(Por Natalia V. Biscione) - El socio y fundador de I&CO, cuya carrera incluye diez años como CCO de AKQA y cinco en R/GA, cuenta que le gusta trabajar en entornos pequeños porque le permite conocer mejor a la gente y que sueña con un mundo donde la vida sostenible sea la norma.

Rei Inamoto: “Me inspira encontrar cosas interesantes en la intersección del arte con el código”
Rei Inamoto: "Mis padres son una gran influencia para mí".

Rei Inamoto nació en Tokio, Japón. Vivió en una zona rural de su país natal, hasta que fue a estudiar a un internado suizo. Posteriormente, se mudó a Estados Unidos para completar sus estudios con títulos en bellas artes e informática.

Amante de la conjunción entre el arte, la ciencia, la tecnología y la programación, se desempeñó durante más de cinco años en R/GA, para luego unirse a las filas de AKQA. Allí permaneció diez años y llegó a ocupar la dirección creativa global.

En 2015, junto con Rem Reynolds, ex managing director de AKQA en Nueva York, fundó Inamoto & CO, una empresa que se enfoca en el negocio de la creación de marcas y consumidores con diseño, datos y tecnología en su núcleo.

Comencemos con los inicios de su compañía, I&Co. Entiendo que desde sus veinte ya tenía en mente la inquietud de crear su propia agencia, sin embargo, primero pasó un largo tiempo en grandes agencias como R/GA y AKQA. ¿A qué edad logró finalmente independizarse?

Suelo ser un poco vago acerca de mi edad. Sí, de verdad. Cuando tenía 20 años, estaba tratando de construir mi carrera. Me uní a R/GA y, literalmente, a los pocos meses, el jefe que me contrató renunció. No por malas razones. Había estado allí durante mucho tiempo, cerca de ocho años, y quería seguir su camino. De hecho, comenzó su propia empresa después de eso. La cuestión es que la persona para la que quería trabajar desapareció. Yo tenía 24 años, y quienes se convirtieron en mis jefes no llegaban a los 30. Con lo cual eran también bastante jóvenes. No tenían la suficiente experiencia como para ser buenos managers. De todos modos, estamos hablando de una época en que digital era algo nuevo. Entonces, todos los que estábamos haciendo digital teníamos alrededor de 20 años. Asíque durante los primeros cinco años de mi carrera no me encontré realmente con un jefe adecuado.  

Luego, hacia el final de mis 20 fue cuando comencé a pensar en cómo sería comenzar mi propia empresa y a darme cuenta de que eso era algo que eventualmente quería hacer. Pero no estaba listo en absoluto.

¿Qué sentía que le faltaba?

No conocía a nadie, no tenía trabajo para mostrar, no tenía red, tampoco dinero. No tenía nada de esas cosas que podrían ayudarme a iniciar una empresa. Entonces, en ese momento, comencé a recibir consultas de otras compañías. Empecé a sentir curiosidad por otras empresas. Y fue entonces cuando conocí AKQA, lo cual fue interesante porque había dos personas que dirigían la empresa. Estaba el fundador, Ajaz Ahmed, que es solo un par de años mayor que yo. Así que debe haber tenido 30 o 31 en ese momento. Y luego había un señor más mayor, su nombre es Tom Berkley, que probablemente tenía unos 40 años. Tom fue realmente quien pasó mucho tiempo reclutándome para AKQA, que por entonces no era una agencia conocida. Yo no sabía qué era, hasta que un amigo se unió a la filial de San Francisco, y así fue como me enteré de ellos. Y terminé quedándome 10 u 11 años allí. Así que puedes hacer los cálculos… ¡El tiempo pasó rápido!

¿Qué extraña de aquellos tiempos y qué siente que es mejor ahora trabajando por su cuenta?

Bueno, hay dos maneras diferentes de verlo. Una tiene que ver con mi entorno inmediato, el ambiente de trabajo en los lugares en los que estuve. Y el otro aspecto es el mundo que nos rodea. Entonces, digamos que hace 10 o 15 años, ese entorno en el que estaba trabajando y el mundo en el que todos vivíamos eran completamente diferentes. El mundo ha cambiado varias veces en este tiempo, tanto desde el punto de vista tecnológico como desde el social, incluso teniendo en cuenta el Covid, que fue una gran sorpresa para todos. Así que el mundo que nos rodea cambió bastante.

¿Y su entorno?

Diría que trabajando solo y con un grupo más íntimo de personas llego a conocer a la gente y la gente me conoce de una manera mucho más directa.

Decía que AKQA no era la red que es ahora. ¿Cómo era en esa época?  

Cuando me uní a AKQA, eran solo doscientas personas. Y cuando me fui, eran unas dos mil. Y en el mundo de la tecnología y las grandes empresas, que haya dos mil personas no significa que sea una compañía enorme. Las hay mucho más grandes. Así que es realmente pequeña desde esa perspectiva. Pero aún así, es lo suficientemente grande como para que no conozcas a la gente. Solo llegas a conocer a un puñado de personas directamente. Y eso es lo que me gusta de trabajar en un entorno más pequeño, poder conocer a las personas, saber quiénes son, en qué están trabajando. Es mucho más natural poder hacerlo en un entorno más pequeño. Eso es lo que me gusta.

¿Por eso fundó I&Co?

Hay algo más. La razón principal por la que comencé mi propia compañía tiene que ver con qué impacto puedo tener en el mundo. ¿Puedo tener un impacto? Y no es que no pudiera tenerlo trabajando en un entorno grande, pero cuanto más grande es el entorno, el papel que juegas es diferente, a menos que seas el CEO o estés en el uno por ciento superior de la empresa; de lo contrario, te conviertes en un engranaje en la máquina. Y a pesar de que era muy senior en una gran corporación, sentía que no tenía control sobre mi destino. En un entorno más pequeño, incluso si no es tuyo, creo que puedes tener una presencia más grande y contribuir más en la dirección de la compañía. Por lo tanto, puedes hacer una diferencia más significativa. Y como dueño de mi propia empresa, valoro el tener más autonomía y autoridad para tomar una decisión sobre lo que es bueno. No tengo accionistas, ni dueños, ni empresas matrices a las que responder. Así que siento que tengo mucho más control.

El tiempo pasó realmente rápido y ya llegamos a I&Co. Pero volvamos un poquito al pasado. Vivió en Japón, en Suiza y después se fue a Estados Unidos, ¿es así?

Así es.

¿Qué aprendizajes tuvo al vivir en lugares tan disímiles? ¿Y por qué eligió Estados Unidos para quedarse?

Los primeros 15 años estuve en Japón. Nací en Tokio, pero rápidamente mi familia se mudó a un campo en Japón y allí crecí. Un área muy rural. A los 15 años nos fuimos a Suiza -y digo nosotros porque tengo dos hermanos y todos fuimos al mismo internado. En eso mucho tuvo que ver mi abuela, que era una mujer muy progresista. Ya no está con nosotros. A finales de los ’60 y principios de los ’70, ella envió a su hija, mi madre, al extranjero. Mi abuela era madre soltera, lo cual en ese momento en Japón era súper raro. También, enviar a una niña al extranjero era algo muy inusual en un país bastante tradicional como Japón. Pero esa era la mentalidad que tenía mi abuela. Entonces, tuve esa influencia bastante progresista de parte de mis padres, que nos animaron a salir de Japón e ir al internado de Suiza, que era una escuela con sede en Estados Unidos, por lo cual, era muy común postularse luego a universidades estadounidenses.

¿Cuándo fue a Estados Unidos por primera vez?

Fue el verano antes de graduarme, habrá sido a mi tercer año de la escuela secundaria. Viajamos con mi hermano a Estados Unidos, donde estuvimos aproximadamente un mes. Fuimos de oeste a este, visitando amigos que habíamos hecho en Suiza. Recuerdo haber ido a Seattle y también apliqué a un montón de universidades.

¿Alguna vez pensó en regresar a Japón? Por ejemplo, al fundar su propia compañía. ¿O Estados Unidos siempre fue el lugar donde permanecer?

Creo que tuve un par de momentos en los que podría haber regresado a Japón. La primera vez fue cuando me gradué de la universidad. Terminé mis estudios y algunos de mis amigos japoneses volvieron. Incluso, antes de graduarme, asistí a una feria de trabajo donde muchas empresas japonesas vinieron a reclutar nuevos graduados. Muchas de ellas con sede en Japón. Y tuve la oportunidad de tomar un trabajo, era una empresa de consultoría, Boston Consulting Group, entonces BCG, una de las grandes, para la oficina de Nueva York, aunque probablemente me habría llevado a Japón. La cuestión es que fui a cenar con el socio y un montón de otras personas de BCG, junto a otros graduados que tenían ofertas de trabajo ahí. Una cena muy agradable, pero donde me sentí muy incómodo. Yo simplemente no encajaba con ellos. Así que no acepté.

Fue una de esas decisiones que se toman con el estómago, ¿verdad?

Sí. Es algo que lo sientes adentro tuyo. No sientes la energía… No pertenecía allí. Un par de meses después, me gradué de la escuela. Y mi hermano, que, por cierto, es mi gemelo, se graduó de la suya, y decidimos mudarnos juntos a Nueva York y allí empezamos a buscar trabajo.

Le decía anteriormente que este ciclo de entrevistas se trata de inspiración e inspiradores. ¿Qué cosas siente que lo han inspirado a lo largo de este camino? ¿Qué cosas lo inspiran actualmente?

La inspiración puede aparecer de muchas formas diferentes.

¿Por ejemplo?

El arte siempre me inspiró. Mi papá se formó como científico. Era un científico físico cuando estaba en la universidad, pero siempre nos animó a mirar arte. Y como vivíamos en el campo, no teníamos mucho acceso al arte moderno. Pero debido a que tenía muchos negocios en Tokio, cada vez que iba allí nos llevaba a museos. Tendríamos entre 10 y 12 años. Algunas las exposiciones a las que fui cuando tenía esa edad, tal vez un poco más, 14 o 15, todavía las recuerdo. Paul Clee, la exhibición Crystal, el artista estadounidense Jasper Jones, Andy Warhol, Mark Rothko, diferentes tipos de arte, particularmente moderno, del siglo XX. No era un historiador de arte, sino que simplemente le interesaba y se aseguraba de llevarnos a que conociéramos esas exposiciones. Esas experiencias dejaron una huella bastante vívida en mi mente. Diría que, en mi adolescencia, definitivamente quería convertirme en artista. Otra influencia fue la ciencia. Una vez más, viene de mi padre. Recuerdo que cuando tenía 15 o 16 años, nos regaló un libro, a mí y a mis hermanos, sobre física, de un ganador del premio Nobel. Era muy avanzado para nuestra edad. Pero lo que recuerdo de ese libro es que era de un científico japonés llamado Dr. Tonegawa, que ganó un premio Nobel en los años ‘80. Y dijo que el cerebro y la mente del ser humano son un misterio, pero que eventualmente la ciencia podrá resolver ese misterio. Algo así es lo que recuerdo.

Un concepto bastante abstracto para un niño de 15 años…
Exacto. Probablemente demasiado pronto. Pero eso me causó una gran impresión. Yo ya estaba inclinado hacia el arte en ese entonces, pero esa impresión del libro, esa frase, me hizo pensar en que tal vez se podía usar la ciencia para crear arte. Pero también, que si podía descifrar esta ciencia, entonces podía crear algo que pueda impresionar a la gente. La idea de poder generar un sentimiento en las personas, felicidad, tristeza, o lo que sea. El argumento era algo así como que cada emoción, cada sentimiento que la gente tiene, la ciencia podrá explicarlo en detalle.

¿Volvió a pensar en esa frase? ¿Qué significado le da hoy? ¿Está de acuerdo?
En cierta medida… Estoy de acuerdo en cuanto a que la consecuencia inesperada de que la ciencia -y específicamente de la tecnología- avance tanto hasta el punto de convertirse en un negocio que monetiza la atención de las personas. Y se actualiza constantemente para captar su atención de diferentes maneras. Y eso se ha convertido en un negocio masivo. Entonces, en cierto modo, eso no era lo que estaba pensando cuando lo leí, obviamente. Pero esa es una forma en que las personas y las empresas utilizan la ciencia y la tecnología para crear una cierta percepción. Sin embargo, lo que me interesaba era cómo se puede crear arte que evoque cierto sentimiento, pero ser muy, muy deliberado con él. Eso era lo que me interesaba. Luego, antes de graduarme, me encontré con el trabajo de alguien llamado John Maeda, a quien ahora conozco directamente. Es un diseñador tecnólogo japonés-estadounidense. En ese momento, él vivía en Japón, creo, y estaba creando diseño y arte usando código de programación. Eso también me causó una gran impresión: usaba la tecnología, la ciencia para crear arte. Yo quería hacer eso. Lo encontré súper intrigante e interesante. Para resumir la historia, lo que me inspiró -e inspira aún hoy- es la intersección del arte, el diseño, la tecnología y la ciencia. A eso lo llamo arte y código. Encontrar cosas nuevas e interesantes en la intersección del arte y el código.

¿De qué manera esa intersección, y específicamente algunas tecnologías como la inteligencia artificial, están cambiando la vida de las personas? ¿Qué se puede esperar en el futuro cercano?
Creo que en un futuro próximo se generarán muchas cosas. Ya está sucediendo. Estamos hablando de IA generativa, de herramientas que rastrean constantemente la web. Se está tomando contenido creado por seres humanos y creando contenido nuevo basado en el anterior o imitándolo. Hay un montón de demandas en Estados Unidos de escritores, comediantes y cineastas que demandan a compañías como Open AI porque nunca piden permiso para usar sus creaciones para entrenar a sus modelos. Lo que creo que podría suceder, y aún no lo sabemos, es una nueva ley de derechos de autor que limitará el uso de contenido creado previamente sin el permiso o consentimiento del creador. Pero eso será en el futuro próximo, antes habrá algunas implicaciones o límites legales que se impondrán en estos casos. Al mismo tiempo, no creo que la ley pueda detener a la tecnología.

¿Tiene algún sueño recurrente, que aún no haya cumplido?

Estuve pensando en eso y no pude encontrar uno específicamente. Diría que cuando era mucho más joven, en mi adolescencia, o incluso en mis años preadolescentes, quería ser jugador de fútbol. Tengo la edad suficiente para haber visto a Maradona ganando la Copa del Mundo en México. Creo que fue en 1986. Lo recuerdo. Era joven entonces. Igual, es un negocio complicado. Incluso si pudiera hacer mi vida de nuevo, no se si entraría en esa profesión… También quería ser chef. Recuerdo haber escrito un ensayo sobre eso a mis 14 años.


¿Cocina bien?
Realmente, no.

¿Nada de nada?

Bueno, sí, puedo cocinar, pero tengo que seguir las instrucciones con mucho cuidado. Un sueño aún no cumplido. A ver, creo que todo el mundo recibe la influencia de alguien, y la forma en que te educan puede darte esa influencia. Mi papá era una persona interesante. En los años ‘70, él empezó a hablar de sustentabilidad. Cuando nadie lo hacía. Por eso nos mudamos al campo. Él quería llevar una vida sostenible y crear un entorno donde él, su familia y la comunidad pudieran llevar una vida autosuficiente donde cada uno cría su propia comida, se utilizan recursos y energía naturales, por lo que no se generan muchos desechos. Estaba tratando de experimentar acerca de la sostenibilidad hace más de 40 años. Si tengo que elegir un sueño sería ver un mundo donde eso se convierta en la norma.

Mencionó con frecuencia a su padre durante la entrevista. ¿Siente mucho su influencia?

Sí. Pero al mismo tiempo, me siento muy cercano a mi mamá también. Probablemente, más incluso. Mis padres son una gran influencia para mí. Asíque para ser justo con mi mamá voy a contar una de las lecciones que ella me enseñó. No creo que haya sido apropósito, pero de manera indirecta, he aprendido de ella cómo hacer que las cosas sucedan a tu manera. Un día quise empezar a tocar el saxo. Yo estaba en el colegio. Le rogué a mi mamá que me comprara un saxofón. Pero en ese momento, era algo muy caro. Y no podíamos permitirnos algo así. Intuyo que además pensaba que no era algo razonable. Entonces, en lugar de eso, me compró un libro que mostraba cómo hacer tus propios instrumentos musicales. Fue una gran lección.

Natalia V. Biscione

por Natalia V. Biscione

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