Hoy en día, las empresas, marcas y organizaciones enfrentan una presión cada vez mayor para realizar sus actividades de manera sostenible. Esto implica no solo medidas para el cuidado del medioambiente, sino que todo el amplio espectro de temas comprendidos dentro de las dimensiones ESG: lo ambiental, lo social y la gobernanza. Aquí, un tema que cobra cada vez mayor relevancia es la inclusión y el reconocimiento de la diversidad humana, lo que plantea una serie de desafíos para las organizaciones. Esta es una problemática global, que cobra especial fuerza en América Latina. Para ejemplificar esto, vamos a enfocarnos en los datos sobre la diversidad e inclusión en Chile.
Nuestro país es, sin duda alguna, tremendamente diverso, tanto social como culturalmente. A modo de ejemplo, veamos algunas cifras. Según datos oficiales, una de cada cinco personas en Chile vive con una discapacidad leve/moderada (12%) o severa (8%); casi un 13% pertenece a alguno de los pueblos indígenas oficialmente reconocidos; mientras que alrededor del 8% es inmigrante. Además, según nuestro estudio Orgullo LGBT+2023, un 10% de los adultos en Chile pertenece a esta comunidad.
Tomando en cuenta estas cifras, que tampoco alcanzan a incluir todas las formas de la diversidad humana, se hace innegable que los chilenos y chilenas somos una población diversa en muchos ámbitos. Por lo tanto es necesario para las organizaciones que operan en el país entender y abordar esa diversidad de cara a sus clientes, colaboradores y la opinión pública. Esto es lo que en Ipsos entendemos como el imperativo de la inclusión.
Sin embargo, ¿es Chile un país inclusivo? ¿Qué piensan los chilenos y chilenas sobre este tema? ¿Y qué rol pueden jugar las empresas para impulsar una mayor inclusión y reconocimiento de la diversidad?
En el caso de la migración, nuestra edición de mayo del estudio Claves Ipsos, muestra que el 97% de los chilenos dice haber tenido contacto con inmigrantes en el último mes, principalmente de forma esporádica, como la atención en un negocio o delivery (86%), servicios profesionales (60%) o como vecinos (51%). El 61% de los encuestados chilenos califica su experiencia con personas migrantes como buena o muy buena, mientras que solo un 14% la consideró mala. Además, dos de cada tres chilenos (68%) están de acuerdo en que migrar es un derecho humano de toda persona.
Sin embargo, cuando preguntamos si el Estado debe asegurar el acceso de migrantes a la educación y la salud, el apoyo entre los chilenos disminuye a un 41%. Más aún, 84% piensa que la actual crisis de seguridad pública está asociada al fenómeno migrante, y un 36% cree que esto aplica para toda la migración, no sólo la ilegal. Este estigma supone un riesgo de discriminación, y un desafío para las organizaciones que cuentan con inmigrantes entre sus clientes, usuarios y colaboradores.
Otro ejemplo es el caso de las diversidades sexo-genéricas. Como ya mencioné, 10% de los adultos chilenos pertenece a la comunidad LGBT+, aumentando hasta 24% en los nacidos después de 1996 (la llamada Generación Z). El 61% en Chile dice tener un amigo, familiar o colega homosexual, 29% bisexual, y 15% dice conocer a alguien transgénero. Cuatro de cada cinco chilenos (82%) están de acuerdo con que las parejas del mismo sexo puedan casarse o tener reconocimiento legal, y dos tercios (65%) creen que deben tener derecho a la adopción.
Sin embargo, al mismo tiempo, un 79% piensa que las personas transgénero enfrentan mucha o bastante discriminación en Chile, ocupando el cuarto lugar del estudio, solo por detrás de Portugal (85%), Colombia (82%) y Perú (81%). Incluso, existe un 14% de chilenos en desacuerdo con que las personas transgénero estén protegidas de la discriminación en el empleo, la vivienda y el acceso a negocios como tiendas o restaurantes. Además, uno de cada cuatro chilenos (27%) piensa que las parejas del mismo sexo tienen menos probabilidades de criar exitosamente a sus hijos.
En definitiva, Chile es un país diverso y con algunos avances importantes en materia de inclusión. Sin embargo, aún hay grandes espacios de crecimiento en este aspecto, y es ahí donde las organizaciones tenemos un rol y un desafío. ¿Nos estamos haciendo cargo de la diversidad humana en nuestra estructura organizacional? ¿En la entrega de nuestros productos y servicios? ¿En nuestras comunicaciones y campañas publicitarias? Son preguntas que tendremos que responder para seguir creciendo en un contexto cada vez más desafiante.
Ahora bien, en términos concretos, ¿Qué impacto tiene esto para las marcas y organizaciones? Y ¿Qué acciones podemos realizar para cumplir con nuestro rol en materia de inclusión? En primer lugar, nuestras diferentes investigaciones han demostrado que la diversidad es una ventaja competitiva para las marcas y empresas. Desde el punto de vista de la publicidad y las comunicaciones, por ejemplo, la representación positiva de la diversidad racial y las mujeres está directamente relacionada con cambios de comportamiento y mejores resultados en el corto plazo (elección de compra) y largo plazo (relación con la marca). En segundo lugar, la representación positiva de las mujeres y personas de diferentes razas en la publicidad no solo tiene impacto en los comportamientos, resultados de ventas y relación con la marca, sino que también incide positivamente en la actitud de los consumidores al momento de evaluar las campañas y piezas publicitarias. Abordar e incorporar correctamente la diversidad es, en definitiva, un win win para las marcas, empresas y organizaciones.
Y entonces, para finalizar, ¿cómo lo hacemos? ¿cómo abordamos la diversidad e inclusión en nuestras marcas y organizaciones? Este sin duda un tema complejo, con múltiples y variadas aristas a considerar. Sin embargo, en Ipsos hemos identificado tres principios clave que debiesen orientar toda acción y esfuerzo, no solo en materia de diversidad e inclusión, sino que en todo lo relacionado con las dimensiones ESG: ser fiel a los hechos, ser fiel a las personas, y ser fiel a la marca. Finalmente, es imprescindible que exista coherencia y consistencia entre la identidad y propósito de marca, la estructura organizacional y el trato a los colaboradores, la publicidad y las comunicaciones, para que los esfuerzos resulten creíbles y tengan un verdadero impacto positivo en los negocios. Las acciones aisladas, abstractas, y desconectadas de los hechos, las personas y las marcas, corren el riesgo de tener resultados negativos o, en el mejor de los casos, simplemente caer en el olvido.