Salen a escena los dos protagonistas de la entrevista. Los aplausos son tibios. Mark Read presenta a Elon Musk como “el hombre que reinventó la industria del automóvil y es dueño de la red social X”.
Mark Read comienza recordándole a Elon Musk que en noviembre pasado amenazó, en una conferencia, a los anunciantes presentes y les dijo “go fuck yourself”.
“¿Por qué lo dijo y qué quiso decir con esa frase?”, pregunta Read. Quiere incomodarlo de entrada, pero no lo logra: “No era un comentario dirigido a la industria publicitaria en general —responde Musk, y continúa—: Es importante tener una plataforma en la que todo el mundo pueda expresar su opinión. Los anunciantes pueden auspiciar el contenido que consideren afín a sus marcas, pero no eliminar todo lo que no les guste. Algunos buscan censurar esas opiniones, pero jamás le daremos más importancia a su dinero que a la libertad de expresión”.
Musk duda mucho entre pregunta y pregunta. Tartamudea. Está incómodo. No parecen gustarle las preguntas de Read.
Luego de aquel arranque provocador, las preguntas de Read se vuelven más convencionales y van tocando, uno por uno, todos los temas en los que Musk es de algún modo protagonista o sobre los que puede tener una opinión mucho más calificada que el 100% de los presentes en la sala. Como respuestas, el multimillonario sudafricano va arrojando frases que muestran su pensamiento.
• “X es la mejor plataforma para contactar a los decisores y a la gente influyente. La gente importante del mundo no tiene cuenta de TikTok, pero sí de X”.
• “Con respecto a la IA, yo no puedo ser ni totalmente optimista ni totalmente pesimista. Me gusta pensar que el vaso está 80% lleno. Eso sí: uno de los padres de la inteligencia artificial, Geoffrey Hinton, cree que hay entre un 10% y un 20% de probabilidades de que algo terrible ocurra”.
La sensación que empieza a sobrevolar el auditorio es que Read está perdiendo una excelente oportunidad de conectarse con el Musk más humano, ese que nadie conoce, o muy pocos. No se le ocurre preguntarle, por ejemplo, si tiene amigos de toda la vida, o qué desayuna, o si a veces le cuesta dormirse. El CEO de WPP insinúa una búsqueda por ese lado cuando le pregunta a Musk si habitualmente tiene muchas o pocas ideas. Pero de allí no pasa, no entra en ningún terreno más personal.
• “Si la IA puede hacer todo lo que nosotros hacemos, creo que habrá una suerte de crisis existencial. Pero claro, ¿por qué deberíamos seguir haciendo las cosas, si la IA puede hacerlas todas y mejor que nosotros?”.
• “En cuanto a la IA, creo que lo mejor que podemos hacer es ser muy veraces y ser muy curiosos”.
Musk comienza todas sus respuestas con la palabra “yes”. El Lumiere está a tope y, sin embargo, lo único que se oye son los disparos de las cámaras de los fotógrafos, todos apoyados sobre el escenario, al pie de la platea. Mejor dicho, todos menos uno: Neil, un fotógrafo inglés de 70 años que trabaja de modo independiente, está ubicado en el costado de la platea, sobre la escalera que lleva al pullman, y no hace foco sobre el escenario, sino sobre la gente. “Acá la verdadera historia es qué le pasa a la gente con lo que está viendo —sentencia—. Con la sala a oscuras, es maravilloso cómo cada asistente queda iluminado por la luz de su propio teléfono móvil. Eso permite ver al detalle sus expresiones ante lo que dice Musk. Esto es un increíble laboratorio social”.
• “¿En cuánto tiempo la IA puede provocar cambios radicales en el mundo? En cinco años, seguro. Pero el año que viene ya veremos algunos”.
• “Usted me pregunta cómo puede la IA no interferir en el trabajo de los periodistas y los medios. Existen millones de usuarios en tiempo real que generan contenido: la IA puede procesar todo eso y crear un resumen en tiempo real para difundir la información curada. Es lo que yo llamo ‘sabiduría colectiva’, una nueva forma de generar y compartir noticias”.
Musk calza unas zapatillas verde oscuro con forma de bota, sin marca a la vista, y viste todo de negro. Bajo el saco negro, su remera negra ostenta la imagen de un búho metálico, de líneas cortadas muy similares a las del Tesla Cybertruck. Por momentos observa como con temor la hoja con preguntas que Mark Read mueve cada tanto y deja apoyada sobre la mesita que ambos tienen delante. De pronto, ante una nueva pregunta vinculada a la inteligencia artificial y el desarrollo de robots gracias a ella, Musk apoya la cara en su mano y el codo en su rodilla y se queda mirando el piso un rato largo, tal vez cerca de un minuto. Cuando ya parece que no va a responder, vuelve a hablar.
• “Los robots podrían tener aspecto humano o no, no creo que eso sea lo más importante. ¿Como C3PO? Podría ser, por qué no. Los Tesla Bots están pensados para que sean vistos como amigos: van a conversar, cocinar, limpiar, ayudar a la gente en lo que la gente necesite. No sé cuán amigos, pero seguro todos vamos a querer uno en casa”.
• “Creo que estamos en un momento de la historia más que interesante. Para mí, es el momento más interesante de la historia de la humanidad. De modo que ¡disfruten el viaje!”.
Con esa frase, Musk da por terminada la entrevista. El tono general y la mirada de Read sobre él han connotado la actitud de quien ha estado hablando con un lunático, o con un niño que no sabe muy bien cómo funciona el mundo. Se ha notado, por ejemplo, cuando le preguntó, casi con sorna: “¿Cómo transforma sus sueños interplanetarios en un business plan?”. Ante un público que los mira casi con indiferencia y vuelve a brindarles aplausos tibios, los dos protagonistas se retiran de la escena. Al costado del escenario, el fotógrafo Neil comenta por lo bajo: “Me voy con la sensación de que aquí la gente vino esperando ver una corrida de toros en la que el toro levantara por los aires al torero. Pero nada de eso ocurrió, fue una entrevista más bien tibia y sobre temas ya trillados. Por eso lo que más veo en las caras es decepción”.