Por Belén Colombo
Fundadora y CEO de Essence Marketing Partner
Martin Lindstrom, a tan solo treinta segundos de empezar a hablar, suelta una frase que resuena como un gong: “Good marketers fight”. Y, con esas palabras, captura mi atención al instante.
Como sabemos, cada decisión que tomamos como profesionales del marketing está orientada no sólo a satisfacer, sino a sorprender y deleitar a nuestros consumidores. Buscamos crear una conexión más profunda y duradera con nuestro público objetivo.
Lograr esto es increíblemente difícil. Hay cientos de campañas cada año, miles de premios en la región, pero las campañas que realmente se recuerdan, las que se viralizan y te llegan por WhatsApp sin saber que vos fuiste el responsable, se cuentan con los dedos de una mano.
En el CMO Summit de México de la semana pasada, Martín Lindstrom nos desafió a reinventar el rol del CMO en varios aspectos. Sin embargo, el más desafiante sigue siendo el del tomador de riesgos. Romper la barrera del miedo a lo desconocido, ser protagonistas en la lucha contra el mecanismo de defensa contra el cambio, tan arraigado en la cultura de las organizaciones. ¿Quién no ha dicho como excusa “eso, Legales no lo va a aprobar”?
Tomar riesgo significa incertidumbre sobre las posibles consecuencias negativas que podrían llegar a ocurrir. Tomar riesgo significa lograr superar la barrera a lo desconocido. Tomar riesgo significa ganarse enemigos por defender una idea.
Es entendible para las marcas líderes esta aversión al riesgo, porque tienen mucho que perder. Pero, aún así, en las organizaciones pesa mucho el “más vale malo conocido que bueno por conocer”. ¿Cuántas veces hemos buscado una idea disruptiva y, al presentarla, nos dicen: “¿Cómo sabemos que esto funcionará? ¿Cuál es el resultado esperado?”.
Martin, en apenas treinta segundos de charla, dice “Good marketers fight” y esa frase no sólo logra captar mi atención, sino que enciende una chispa. Nos recuerda que en el marketing, como en la vida, los valientes son los que dejan huella.