(Ad Age) – Nuestra lucha colectiva contra el avance del coronavirus ha sido relacionado con una guerra. Donald Trump se ha comparado con “un presidente en tiempos de guerra”. El presidente chino, Xi Jinping dijo que las medidas adoptadas en su país representaban “una guerra del pueblo”. Una reciente pieza de Foreign Policy afirmó que “la economía del coronavirus cambiará al mundo”.
Y en realidad ya ha ocurrido eso. En un esfuerzo que recuerda específicamente a la Segunda Guerra Mundial, la industria automotriz de Estados Unidos ha suspendido la fabricación de vehículos para volcarse a hacer los equipos médicos y ventiladores. Marcas de alcohol como AB InBev y Diageo están haciendo desinfectante de manos, y lo mismo para marcas de belleza como Estée Lauder, L’Oréal y Coty Inc.
Tres cuartas partes (el 74%) de los compradores de medios, planificadores y marcas encuestadas por el Interactive Advertising Bureau dijeron que el virus tendrá un mayor impacto en la publicidad que la crisis financiera de 2008. Un 24% de los encuestados pausaron toda la inversión en publicidad por el resto del trimestre.
Todo lo que se dice en este momento es que se trata de algo “sin precedentes”. Pero Ad Age publicó su primer número después del ataque japonés a Pearl Harbour sólo ocho días después del hecho, el 15 de diciembre de 1941; era un momento en que cada uno se vio forzado a improvisar en tiempo real.
Más de 80 editores y corresponsales enviaron despachos desde Washington, New York, San Francisco, Chicago, Los Angeles, Seattle, Detroit, Boston, Pittsburgh y Cleveland, entre otros puntos. Cada segmento imaginable de las industrias fue cubierto: los lectores oyeron hablar de Heinz, McCann-Erickson, Jergens, Van Camp Seafood.
“La publicidad de la mayoría de productos que contienen metales, notablemente automóviles y artefactos del hogar, han sido impactadas fuertemente y sufrirán si la guerra se prolonga durante mucho tiempo”, escribía la revista.
La creatividad de los avisos fue afectada inmediatamente. “La frivolidad en los textos será vigilada cuidadosamente para extirpar cualquier tema que pueda ser considerado de mal gusto durante la crisis”, decía la nota de Ad Age. Lo mismo los avisos efectistas de radio.
La lectura de las noticias creció mucho, tanto como está haciéndolo ahora nuestro propio tráfico de la Web. La publicidad de viajes y OOH sufrió, como está sufriendo ahora. “La publicidad exterior también fue golpeada duramente por la necesidad de apagar las luces ante las alarmas antiaéreas”, seguía el texto.
Por cierto, sabemos cómo terminó la guerra. Pero en ese momento volábamos a ciegas, como ocurre hoy.
Entonces, como ahora, la victoria demandaba velocidad.