Por Mariela Mociulsky
CEO de Trendsity
En momentos de crisis climática, cadenas de valor saturadas y consumidores cada vez más informados, las marcas se replantean qué, cómo y cuánto envolver sus productos.
Es importante destacar que ya no se trata solo de usar materiales reciclables, el nuevo enfoque es más integral y busca minimizar residuos desde el diseño, reducir capas innecesarias, evitar combinaciones no reciclables y, sobre todo, no usar más de lo indispensable.
Básicamente esta tendencia responde a una variedad de factores. Por un lado, regulaciones más estrictas: en Europa, por ejemplo, la Unión Europea está avanzando con normativas que obligan a eliminar el sobre empaque y fomentar la reutilización. Por otro lado, consumidores informados: en Argentina, un estudio de Sistema B y Trendsity revela que el 70% de los argentinos espera un mayor compromiso ambiental por parte de las empresas, y un 25% dejó de comprar una marca por su falta de compromiso. Finalmente, costos invisibles, el packaging excesivo impacta en transporte, logística y huella de carbono, además de aumentar la percepción de “desperdicio” en la experiencia de compra.
La marca de cosmética Lush por ejemplo vende muchos de sus productos en versión “naked”, es decir, sin envase. Otros vienen en packaging reciclado y reciclable, y se premia a quienes los devuelven. Patagonia por su lado eliminó etiquetas físicas en algunas prendas, reemplazándolas por QR y redujo el tamaño de sus bolsas de envío. En Reino Unido, Notpla desarrolló un envase a base de algas que se biodegrada en semanas que ganó el premio Earthshot por su innovación. Algramo, de origen chileno, es un sistema de refill inteligente con envases reutilizables con chip RFID que permiten a los consumidores recargar productos como detergentes, arroz, o legumbres en máquinas dispensadoras, pagando solo por el contenido. Returnity diseña y produce packaging reutilizable para e-commerce, con clientes como Rent the Runway y Estee Lauder. Reemplaza cajas y bolsas de un solo uso por envases que se devuelven fácilmente y se reutilizan más de 20 veces.
El packaging es la primera experiencia física que alguien tiene con un producto, por lo que también puede ser la primera evidencia del compromiso ambiental. Es importante rediseñar con la circularidad en mente y evaluar si cada parte del empaque realmente agrega valor, de manera de convertir el envase en un mensaje claro, honesto y alineado con valores ambientales.