A lo largo de su carrera trabajó en los medios y las relaciones públicas de tres grandes industrias: la automotriz desde Toyota, la agrícola desde Monsanto y la farmacéutica desde Bayer. ¿Qué gran enseñanza le dejó cada una?
Mirando retrospectivamente, siento satisfacción personal al haber logrado transitar por diferente ámbitos laborales y profesionales, con una diversidad de sectores, espacios y personas en los que pude ir creciendo, aprendiendo y fortaleciendo atributos y talentos que me han permitido sobrellevar múltiples desafíos, tanto personales como corporativos, y que me han permitido lograr hoy una posición de liderazgo en Bayer. Ciertamente, han sido empresas con improntas particulares, tanto en sus propósitos como en su cultura organizacional. De esa sumatoria de riquezas y particularidades, de esa diversidades de personas, equipos, estructuras y actividades, he podido forjar herramientas propias que han contribuido a contar con una disciplina en materia de mapeos de escenarios, análisis de contexto, visión de objetivos, escucha activa de los stakeholders, gestión de riesgos reputacionales, construcción del propósito de marcas y empresas, y sobre todo, una visión consistente y robusta de que un equipo de comunicación puede y debe brindar creación de valor al negocio. Por otro lado, no hay que perder de vista que el entendimiento de lo que podemos aportar como profesionales en cada empresa es clave y no necesariamente las expectativas son las mismas en una u otra organización. De ahí que la capacidad de lectura de esa expectativa es un trampolín a una gestión más asertiva.
Cuando ya llevaba más de diez años en Monsanto le tocó vivir desde adentro lo que los medios llamaron “la fusión empresarial más grande de la historia”: la compra de la empresa agrícola estadounidense por parte de la alemana Bayer. ¿Cómo es liderar las comunicaciones corporativas en un momento de cambio desde los cimientos?
Fue un gran desafío muy enriquecedor. Por supuesto, hubo un plan estratégico de negocio que se llevó a cabo con total precisión y éxito, hasta poder contar con una organización integrada, diversa y con una matriz de negocios muy definida. Desde lo comunicacional, una integración de semejante envergadura requiere de una visión de conjunto y una flexibilidad tal que nos obliga a todos en la organización a ser más creativos y también pacientes. Este proyecto de integración, con todos los aprendizajes que trajo consigo, ha derivado en un capital profesional contundente y una experiencia profesional única para quienes hacemos Bayer. Una integración de cualquier empresa implica un desafío multidisciplinario entre las estructuras globales y locales, además de mucha responsabilidad donde la comunicación se convierte en un articulador de cultura. De ahí que generar espacios de conversación poderosos entre los grupos internos y externos se torna clave para que la energía circule, los valores se arraiguen y la diversidad aflore.
¿Qué conocimientos de fondo le sugiere que adquiera a una persona que ya está trabajando en su área y sueña con hacer un recorrido comparable al suyo?
En el ámbito corporativo es clave tener una formación sólida de base. Naturalmente el manejo de idiomas es una herramienta indispensable, sobre todo en un mundo globalizado, interconectado que nos exige el entendimiento multicultural que cada día nutre, alimenta y complementa a las organizaciones. Existe en el mercado una gran discusión sobre la validez y oportunidad que brindan las carreras de grado de la profesión específica. En mi caso, más allá de mi formación universitaria de base, y estudios de posgrado específicos, trato de privilegiar una visión más generalista de la profesión. El desarrollo por competencias tiende a ser más determinante que el técnico. Entender que la persona tenga coraje, demuestre pasión, quiera aprender, quiera aportar valor más allá de su zona técnica de influencia, encontrar otros ángulos efectivos para resolver los desafíos de la comunicación, de los asuntos públicos, del marketing. Creo que la comunicación es un gran paraguas con diferentes varillas y para que aporte valor a la organización debe estar integrada y articulada. Y por supuesto, otra condición clave que muchas veces se deja de lado: hay que entender y conocer profundamente la esencia de la organización, dominar sus variables sectoriales, comerciales, financieras. Sin eso, las estrategias de comunicación devienen en abstracto y no aportan valor. Queda sólo en una narrativa vacía, que es un gran pecado de la comunicación.
¿Qué cambios tuvo el rol de la mujer en las comunicaciones de marketing en los últimos tiempos, en la Argentina, en la región y en el mundo? ¿En qué percibe esos cambios en su trabajo diario?
Tanto en la Argentina como en la región, hemos visto un crecimiento de la presencia y la influencia de las mujeres en este ámbito. Cada vez más mujeres ocupan posiciones de liderazgo y toman decisiones estratégicas en el mundo de las comunicaciones. Y siguiendo con la mirada generalista, empiezan a aparecer mujeres con formación comunicacional con cargos de CEOS o COOs en ciertas organizaciones. Ahora bien, para que el rol de liderazgo de mujeres trascienda la comunicación y se amplie a otras áreas, todavía queda mucho por hacer. Esto incluye desde formación, deseo de tomar riesgos y también de ser intencionales. Esto debe acompañarse de políticas que promuevan la igualdad de oportunidades y de crecimiento equitativo en las organizaciones. Es fundamental seguir trabajando para eliminar barreras y promover una cultura organizacional inclusiva que permita potenciar la diversidad y que la misma se exprese sin límites. Esto no puede ser una mera declaración, tiene que estar rubricado por decisiones concretas aunque por momentos resulten incomodas o materia de discusión.
¿Qué implica formar parte de las Leading Women de este año? ¿Qué les diría a las futuras generaciones?
Es un orgullo ver a tantas mujeres poderosas influyentes en la comunicación. Uno puede ver el contexto como foto o como película. Mucho se ha avanzado y el desafío es dar día a día un paso más, cada uno en su rol, en su espacio, en su lucha cotidiana, desde lo familiar a lo profesional, en el ámbito en el que se desempeña. Ciertamente hay restricciones y limitaciones a vencer, tal como lo indican y lo refieren los reportes globales y locales sobre paridad de género. No debemos olvidar que el liderazgo es la capacidad que tiene una persona de influir, motivar, organizar y llevar a cabo acciones para lograr fines y objetivos que involucren a personas y grupos en una marco de valores. El liderazgo es ante todo un potencial y se puede desarrollar de diferentes formas y en situaciones muy diferentes unas de otras. El liderazgo es una oportunidad y puede ser ejercido por muchas personas en medios variados: educativo, familiar, deportivo, profesional, científico, social, político, económico, etc. Las animo a formarse, capacitarse, luchar por sus convicciones, alzar la voz, buscar alianzas, formar equipos diversos y desafiantes y redes de contención e inspiración. Sobre todo, nunca perder el interés por aprender, ponerle impronta de pasión y pensar en grande. No importa en el lugar en el que hoy se encuentren, el liderazgo está adentro de cada persona.