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EL GANADOR DEL PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA DE 2001 ANALIZÓ LA SITUACIÓN ECONÓMICA MUNDIAL

Stiglitz y la caída del fundamentalismo de mercado

Para Joseph Eugene Stiglitz, el destacado especialista ganador del Premio Nobel de Economía de 2001, no hay claves en el arte de establecer un sistema económico sano y transparente. Orador en Expo Management 2008 analizó, de manera incisiva y en menos de 60 minutos, la situación económica actual y criticó sin tapujos el sistema financiero de Estados Unidos, su país natal. Dejó, para detectar entre

Stiglitz y la caída del fundamentalismo de mercado
Lo que pasa cuando la economía se sostiene a través del consumo y se alimenta de una burbuja.

“Así como la caída del muro de Berlín marcó el fin del comunismo y la caída de la confianza en ese sistema económico, el rescate masivo de Estados Unidos marcó el fin del fundamentalismo de mercado, de la confianza en el sistema de los mercados sin restricciones”, comparó Joseph Stiglitz. El auditorio de La Rural estaba colmado de público que asistió a la conferencia que el experto pronunció en Expo Management, intrigado por lo que el ganador del Premio Nobel de Economía de 2001 tenía para decir sobre la situación financiera global.

Stiglitz comenzó su carrera en Yale, a los 27 años. Integró y presidió el consejo de asesores del presidente Bill Clinton y fue economista del Banco Mundial hasta el 2000. Autor de libros entre los que se encuentran Los felices noventa y el bestseller El malestar de la globalización, Stiglitz es fundador de la publicación de economía The Journal of Economic Perspectives y actualmente dicta clases en la Universidad de Columbia.

“Los mercados no se autoajustan ni se autorregulan. En Estados Unidos se alentó la toma de riesgos excesivos, y eso fue una conducta miope”, dijo el experto, conocido por su crítica a la forma de actuar de los organismos internacionales de crédito.

Pero antes de adentrarse en la crisis y en sus efectos, Stiglitz habló sobre algo que precede a la situación actual: la globalización.

Primero destacó las “cosas buenas” que atraviesan las fronteras gracias a la globalización, como el movimiento de bienes y servicios, de capital y mano de obra, y de movimientos de conocimiento e ideas. “Pero no sólo las cosas buenas cruzan las fronteras con facilidad”, se lamentó. Empezó por mencionar el terrorismo, e incluyó las hipotecas tóxicas de Estados Unidos, la crisis, la desaceleración global, y “las malas ideas como la autorregulación de los mercados”.

No dejó de señalar que Estados Unidos se benefició en este sentido, ya que la globalización permitió justamente la exportación de hipotecas tóxicas. La mitad de las pérdidas ocurrieron en Europa, y si no se hubiese exportado un buen porcentaje de hipotecas, la crisis en Estados Unidos habría sido mucho peor. Al respecto, ironizó: “Le estamos muy agradecidos a Europa”.

“Los desafíos que presenta la globalización son los de aprovechar oportunidades, manejar los riesgos, adaptar el conocimiento global a las circunstancias del país y lograr un crecimiento compartido y estable”, sostuvo Stiglitz, aunque advirtió que aún tiene sus dudas sobre si este desafío se está manejando como debiera.

Entre los éxitos de la globalización, nombró el crecimiento de China e India –países que antes estaban marginados-, y un promedio del 5% de crecimiento global de los últimos años. “Algo sin precedentes”, dijo. También mencionó que la creciente demanda de las commodities ayudó a los países en vías de desarrollo. Y entre los fracasos de la globalización, nombró la injusticia de algunos acuerdos comerciales, “manejados por intereses especiales en Estados Unidos; acuerdos de inversiones que pusieron en peligro al medio ambiente. Ahora –añadió- no se sabe cómo tratar el calentamiento global ni la inestabilidad de los mercados financieros. Hubo más de cien crisis en las últimas décadas”.

Y si bien resaltó que lo inusual no es la crisis sino la ausencia de crisis, advirtió que hay países que ya tuvieron demasiadas.

 

“La tormenta recién empieza”

“Probablemente, esta sea la crisis económica más grande desde la Gran Depresión”, indicó Stiglitz, que estimó que la mayor caída, hasta el momento, ocurrió en los ciclos de inventario.

“La economía de Estados Unidos se sostuvo con el consumo y se alimentó de una burbuja inmobiliaria”, comentó respecto a la caída de los ahorros.

Con el mismo tono irónico con que agradecía antes a Europa por la compra de hipotecas tóxicas, aseguró: “Estados Unidos parece haber copiado la fórmula de América latina de los ’70, de gastar más de lo que se podía”.  

“La tormenta recién comienza –estimó-. Desaparecieron un millón de empleos en el sector privado; se prevén más ejecuciones hipotecarias pues el precio de las propiedades continúa bajando. De hecho se espera que caigan un 10% más de lo que ya lo hicieron”.

Afirmó además que los efectos que ya pisaron Europa se están extendiendo ahora a China e India y que la crisis afectará al resto de los países –especialmente a algunos que, como México, están muy conectados con Estados Unidos- debido a los efectos en los mercados financieros globales. Que se afectarán también los precios de las commodities y que “todo esto generará una desaceleración global”, consideró.  

A nivel macroeconómico, destacó una excesiva liquidez y baja tasa de interés, parcialmente en respuesta a la burbuja de tecnología. “Mucho dinero y pocas reglamentaciones fueron una mezcla explosiva”, consideró.

Stiglitz no dejó de criticar la falta de transparencia de los bancos y las fallas en el intento de rescate por parte del gobierno de Washington, así como también la lentitud de respuesta. “Varios economistas veníamos previendo estos problemas, incluso desde 2004”, recordó.

“Estamos haciendo una trasfusión de sangre a un paciente que sufre de hemorragia interna –comparó, haciendo hincapié en que el salvataje es totalmente erróneo-. No estamos haciendo nada para impedir un mayor deterioro en la economía”. Atribuyó esto a que el rescate (el plan de los 750 mil millones de dólares) no impidió que los bancos estadounidenses distribuyeran dinero a los accionistas aún cuando el gobierno inyectaba grandes sumas de dinero, a diferencia de lo que sucedió en Gran Bretaña. “¿Qué tipo de garantía se puede esperar de alguien que dice no querer ningún tipo de control institucional?”, cuestionó el experto. “La economía de goteo no va a funcionar”, agregó.

A modo de comparación, Stiglitz consideró: “No hay sentido de rendición de cuentas. En Japón, alguien que llevó tan mal las cosas, probablemente se suicide. En otros lados, al menos, tienen la deferencia de renunciar. En Estados Unidos se piensa si aún es posible aumentar los bonus”.

Por último, antes de pasar a las oportunidades, opinó: “El sector financiero no solamente debe pagar las pérdidas sino también pagar un retorno sobre el dinero que proporcionado. Los mercados financieros de Estados Unidos contaminaron a todos con sus errores y ahora deberán pagar por ellos”.

 

¿Habrá luz al final del camino?

“La crisis será más larga y más profunda de lo que podría haber sido -estimó Stiglitz-. Y la deuda nacional de Estados Unidos será mucho mayor de lo que hubiese sido de otra manera. Ambas tendrán consecuencias globales”.

Como lección para los demás países, advirtió: “El modelo de consenso de Washington no funcionó ni siquiera en Washington. La innovación pasada tenía por objeto la regulación, la contabilidad y el arbitraje impositivo. El nuevo sistema puede alentar la innovación real”. Y especificó la necesidad de diseñar estructuras regulatorias que asuman que los otros no están haciendo su trabajo, esto es, que reconozcan el potencial del fracaso. A esto se debe sumar una reglamentación abarcativa, una fuerte protección para el consumidor, que incluya solidez, seguridad y medidas antimonopólicas.

“La función clave de las finanzas es proporcionar crédito, especialmente a las empresas pequeñas y medianas; sin embargo, este mensaje básico no se ha trasladado”, consideró. Dijo que si bien el crecimiento necesita estabilidad, ésta no debe buscarse sólo en los precios, sino que, por el contrario, “el excesivo foco en la estabilidad de precios es un gran error de la Reserva Federal”.

 

Saber ver las oportunidades

“Lo que marca esta crisis es un punto de inflexión. Estados Unidos dejó de ser la mayor fuente de ahorro”, dijo Stiglitz, para agregar que China estuvo ahorrando cerca del 15% de su PBI; por lo tanto, Estados Unidos puede convertirse en dependiente de Asia por los fondos que le permitirán cubrir sus problemas.

“Hay un nuevo panorama global. Este problema fue hecho en Estados Unidos y hasta ahora, la respuesta del sistema político norteamericano a la crisis es decepcionante, como mínimo. Estados Unidos es aún una gran economía, pero ya no es más una gran fuente de ahorros: perdió la supremacía en la fabricación y puede perder ahora la supremacía en los mercados financieros”, afirmó.

Con vistas al futuro, Stiglitz fue optimista, pero cauteloso: “Habrá nuevos patrones de comercio y de flujo de capital, nuevas ideas sobre cómo manejar la compleja economía del siglo XXI, pero sobre todo, estos cambios ofrecen oportunidades sin precedentes. Y riesgos sin precedentes”.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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