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JORGE GAGGERO HABLA DE SUS DOS PRIMEROS LARGOMETRAJES, CAMA ADENTRO Y VIDA EN FALCON

“Buscar sin saber lo que vas a encontrar es adrenalina pura”

El guionista y director de cine Jorge Gaggero, que se formó en dirección de cine publicitario con Lucho Bender, presentó sus dos primeros largometrajes, Cama adentro -que el 26 de mayo se estrenará en Buenos Aires-, y Vida en Falcon en el VII Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires –BAFICI-. Ambos fueron galardonados por el premio FEISAL y Vida en Falcon recibió, además, el pr

“Buscar sin saber lo que vas a encontrar es adrenalina pura”
“Un gran aprendizaje y un acto de amor silencioso”. Así define Gaggero su experiencia con su maestro Lucho Bender.

Multifacético. Así podría definirse a Jorge Alejandro Gaggero, guionista y director de cine, que a los 34 años ya transitó por el documental, el comercial publicitario y el corto y largometraje. Aunque su carrera siempre estuvo más vinculada al género documental, al estilo National Geographic, para la cual filmó algunos documentales.

Sus dos primeros largometrajes, Cama adentro –2004-, cuyo estreno en Buenos Aires será el 26 de mayo, y Vida en Falcon –2005- fueron presentados en el VII Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires –BAFICI- y galardonados con el premio FEISAL, otorgado por la Federación de Escuelas de Imagen y Sonido Iberoamericana al mejor realizador latinoamericano de hasta 35 años de edad, en reconocimiento a la amplitud de su registro creativo, demostrado a través de las dos obras.

 

Sus comienzos  

Egresado del Centro de Experimentación y Realización Cinematográfica de Buenos Aires –ENERC-, Gaggero hizo documentales para Edición Plus y fue elegido por la Fundación de Historia Visual del Holocausto -de Steven Spielberg- para la realización de un documental sobre los sobrevivientes del Holocausto.

Pero Gaggero quiso ir más allá, y comenzó a planear sus primeros cortometrajes. Escribió y dirigió Ojos de fuego, estrenada en los cines como parte de Historias breves, y que representó a la Argentina en numerosos festivales internacionales. En 1997, una beca del Fondo Nacional de las Artes lo llevó rumbo a Los Ángeles, Estados Unidos, donde asistió al programa de dirección del American Film Institute –AFI-. Allí dirigió Arnold Murphy; y escribió y dirigió El túnel de la lluvia, The secret sea (El mar secreto) y Un pedazo de tierra -primera tesis en la historia del AFI en ser filmada en español-, multipremiada como mejor cortometraje en festivales de diversos países.

Además, fue galardonado con los premios Henry Hathaway y Bridges/Larson por su desempeño. Una vez egresado, escribió la adaptación al cine de la novela Wild life -del premio Pullitzer Richard Ford-.   

 

Regreso con una ambición

Su regreso al país, con una maestría en bellas artes especializada en dirección cinematográfica bajo el brazo, marcó un cambio en la carrera de Jorge Gaggero. Alentado por Claudio Prestia, le presentó sus trabajos a Lucho Bender sin saber que esa visita dejaría un sello imborrable en su carrera. Con Bender se inició en el cine publicitario pero, ante todo, tuvo una experiencia que define como “un gran aprendizaje y un acto de amor silencioso”.

Además, durante su viaje de estudios había ampliado y profundizado su visión respecto de una serie de proyectos que rondaban su cabeza. Uno en particular significaba un gran desafío: la realización de Cama adentro, su primera incursión en el mundo de los largometrajes, que narra la historia de las empleadas domésticas y su relación con las familias con las que viven y para las que trabajan.  El esfuerzo y la dedicación dio sus frutos: una recepción impresionante, una envidiable cantidad de premios recibidos en tan corta trayectoria y un estreno que se hará realidad el 26 de mayo en Buenos Aires.

En 2005, terminaría Vida en Falcon, cuya idea original difería casi en su totalidad de lo que finalmente se filmó. El proyecto surgió en el transcurso del mundial de fútbol de 2002. “La idea era retratar distintos grupos humanos y conectar las historias de cada uno en el momento en que paraban sus actividades para ver los partidos de laArgentina”, cuanta Gaggero. Con la Argentina fuera del mundial en la segunda ronda, quedó eliminada también la idea de la película. Fue entonces cuando un hecho fortuito cambió el destino del que se transformó en el segundo largometraje en la carrera de Gaggero. Pero no el último, ya que actualmente está desarrollando uno nuevo: La seguridad de los perros.

 

adlatina.com: -¿Cómo surgió Cama adentro?

Jorge Gaggero: -La historia surgió luego de mi vuelta de Los Ángeles, en 2001. Por un lado, quería retratar lo que estaba pasando en una historia aparentemente simple, que encerrara infinitas complejidades y tonos. Siempre me atrajo, desde lo sociológico, el fenómeno de las empleadas cama adentro y las relaciones con las familias para las que trabajan. Desde lo personal, las chicas que habían trabajado en casas de amigos y en la mía propia habían sido una parte importante de nuestra educación. Al volver, luego de estudiar en el exterior, pude sentir con más fuerza los tabúes y paradojas de este tipo de relaciones. El cuarto de servicio, la entrada de servicio... Toda la estructura edilicia de los barrios de clase media alta de Buenos Aires contempla, en sus planos, esos cuartos y dependencias en las partes más oscuras y remotas. Viven sus vidas adoptadas, en el mejor caso, por una familia. Las vemos por las calles, en uniforme, llevando de la mano a los niños rubicundos de sus amas. Imágenes interesantes y complejas.

 

-¿Cómo armó el casting?

JG: -El casting fue fruto de un largo e intenso trabajo en equipo, que duró un año. Fueron fundamentales Natalia Smirnoff y María Laura Cali, que me ayudaron en el proceso. Encontramos a Norma Argentina, que coprotagoniza la película junto a Norma Aleandro, luego de hacer un casting entre más de mil empleadas domésticas de todo el país. Para el resto, me encanta elegir fuera de cualquier preconcepto o escuela, y sorprender desde lo heterogéneo. Estoy muy contento con el cast. Es una de las partes más importantes y creativas del proceso. Me tomo mi tiempo para conocer a cada actor. Soy muy riguroso y nunca doy un papel si no estoy ciento por ciento seguro. Una vez que está el cast, siento que gran parte de la película ya esta hecha.

 

-¿Qué evaluación hace de la recepción que tuvo hasta ahora?

JG: -Encaré Cama adentro sabiendo que era uno de los proyectos más ambiciosos que un novel director se puede proponer. Es una película donde el tono debía ser muy preciso y de sumo equilibrio, para no caer en clichés u obviedades. Propuse al equipo una mirada desprejuiciada y libre acerca del tema. Es una obra compleja que hace uso de distintos recursos formales y de actuación. La recepción está siendo increíble: en su corta trayectoria ya lleva cinco premios internacionales. Además, participó de la sección oficial del festival de San Sebastián y en el New Directors New Films, organizado por el MOMA y el Lincoln Center.

 

-Y acerca de su otro largometraje, Vida en Falcon, ¿cómo surgió la idea?

JG: -Vida en Falcon no surgió de una idea sino de un impulso: de agarrar una cámara mini DV y salir con mi hermano Nacho a buscar una historia en la calle. Empezamos filmando a los obreros de una obra en construcción durante el mundial de 2002.

La idea era retratar distintos grupos humanos y conectar las historias de cada grupo en el momento en que paraban sus actividades para ver los partidos de la Argentina.

Si alguien se acuerda, veníamos de diciembre de 2001 y había un sentimiento bien celeste y blanco de que ese mundial merecíamos ganarlo, y en él ahogar todas nuestras penas. Por suerte, perdimos a la segunda fecha. Mi propuesta quedó sin fundamento, y una cuadrilla de obreros bolivianos, que trabajaba en el perímetro de la obra, cada vez que los enfocábamos se quejaban: No nos filmes a nosotros, filmá a los del Falcon. Que los del Falcon, que los del Falcon; así nos repitieron varios días, hasta que por curiosidad decidimos ir a ver y así encontramos Vida en Falcon.

 

-¿Cómo fue la filmación de este largometraje?

JG: -El equipo de filmación, en el mejor de los casos, éramos: mi hermano Ignacio y yo, que nos turnábamos haciendo cámara y sonido. La idea era convivir con Orlando Y Luis y filmar casi todo el tiempo. Fue una experiencia increíble. Pasamos casi cinco meses grabando en pleno invierno, con un frío de cagarse, pero concientes de que ante nosotros se iba formando una de las historias más alucinantes e impredecibles  que uno nunca podría haber imaginado.

 

-¿Qué anécdota recuerda del proceso de filmación?

JG: -Empezamos a filmar cuando mi hijo Felipe acababa de nacer, y yo no tenía trabajo. Varias veces tuve que mentirle a Marina, mi mujer, para ir a filmar. ¡Cómo explicarle que esa locura, tres años más tarde, iba a ser una película! Después de casi cuatro meses de filmación, y de seguir a los personajes, sentimos que la historia estaba cerca de resolverse, pero cómo saber cuál iba a ser la última escena. Ya habíamos grabado más de ochenta horas de material con mi VX 1000 y recuerdo que, ese último día, quien realmente se dio cuenta de cuál era el final fue la cámara. Recuerdo que mientras grabábamos ese momento de Luis despidiéndose de Orlando empecé a percibir que la imagen en el visor se posterizaba más y más a medida que Luis se alejaba, hasta que, luego, la cámara dejó de registrar; eso marcó el fin de la historia. Fue una señal muy fuerte. Podríamos haber seguido filmando, pero realmente no lo necesitábamos; ése había sido el final de la historia y de mi cámara.

 

-¿Qué fue lo más difícil en la filmación de este documental?

JG: -Buscar sin saber lo que vas a encontrar es adrenalina pura; tener que estar preparado, agudizar el ojo y el instinto ante lo impredecible es un ejercicio imprescindible. En el documental, todas son tomas únicas. También fue físicamente exigente; era pleno invierno, grabábamos hasta nueve horas continuas. Literalmente, grabábamos las nueve horas sin cortar la cámara, sin dejar de encuadrar.

 

-¿Cómo fue la recepción del público?

JG: -Quedó impresionado.

 

-¿Cómo coexisten en su interior el director de cine publicitario, que trabaja para una agencia y un cliente, y el cineasta “propiamente dicho”?

JG: -No creo que haya conflictos. Siento que hay más similitudes que diferencias. Se trata de un trabajo en equipo y de encontrar la manera más interesante de narrar una historia, que tanto puede tener 30 segundos como 90 minutos.

 

-Estas dos vertientes, ¿se influyen mutuamente o sólo hay una que genera “oficio” para la otra?

JG: -No me interesa crear oficio, lo que busco son nuevos desafíos y eso crea diferentes experiencias. Esa búsqueda sólo puede ser posible a través de una disciplina  creativa.

 

-¿Cómo llegó al cine publicitario?

JG: -Volví de Los Ángeles en agosto de 2001, con la idea de hacer cine en la Argentina.  Claudio Prestia había visto los cortometrajes que yo había filmado allá y me alentó para que se los mostrase a Lucho Bender. Lucho se copó con mi trabajo y gracias a él dirigí mi primer comercial.

 

-¿Qué recuerdo tiene de Lucho Bender?

JG: -Nunca había dirigido un comercial y mi debut fue nada menos que con un guión de Lucho.  Si uno no lo conociera, podría sentirse intimidado; pero Lucho era una de la personas más generosas y apasionadas por el cine que he conocido. Hablar de los guiones con él y de las posibilidades de cada proyecto era muy interesante porque, como buen maestro, siempre buscaba hacerte reflexionar con sus consejos para que encontraras tus propias respuestas. Le encantaba editar. Cuando llegó el material que había filmado, me pidió que le dejase editar la primera versión. Llegué al otro día, bien temprano, con la intención de verlo trabajar, pero ya había terminado; lo encontré tomando mate impasible frente a los monitores; me sirvió uno y vimos el comercial que ya había editado. Me hizo un par de comentarios y me contó los distintos caminos que había probado para llegar al corte. Luego, a solas, repasé todo el material como para constatar y saber todas sus decisiones. Y, la verdad, no pude cambiar ni un fotograma; era una edición impecable, la mejor posible. Un gran aprendizaje y un acto de amor silencioso. Así era Lucho.

 

-¿Cuáles son sus cineastas preferidos?

JG: -Ante esa pregunta, me siento como un crítico cinematográfico. Sintetizar la obra de semejantes genios en pocas palabras es un sacrilegio. Digamos, Kubrick, por haber experimentado diversos géneros, siendo siempre personal y profundo. Polanski, por su increíble talento y sentido del humor. Coppola, por ser un narrador de puta madre; y Cassavetes, por su complejo y personal estudio de las relaciones humanas.

 

-¿Qué otras manifestaciones de arte prefiere?

JG: -La fotografía y la literatura.

 

-¿Qué opina del cine latinoamericano en general?

JG: -Está mejorando.

 

-¿Qué película o qué género no es cool pero le gusta igual?

JG: -Me fascina Crónica TV. Pocas veces una estética es tan coherente, sugerente y efectiva; popular y transgresora al mismo tiempo. ¡Exijo ya que vuelvan Carozo y Narizota a dar las noticias!

Redacción Adlatina

Por Redacción Adlatina

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