Trabajó en televisión, dirigió videoclips, estudió actuación y ahora filma comerciales. Adriano Bruzzese pasó por buena parte de la producción audiovisual y ahora dice haber encontrado su “lugar en el mundo”. En 1987, ingresó al Centro de Investigación de Video y Cine (CIVIC) en Buenos Aires; además, cursó la carrera de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. Paralelamente, empezó a dirigir sus primeros trabajos para la discográfica BMG como director de video clips. A partir de ese mismo año, se incorporó a la productora Flehner Films como asistente de dirección de Edi Flehner. Luego de trabajar varios años junto a él y de codirigir algunos proyectos, inició su carrera como director asociado de la productora de cine Banana films. El director, que cosechó premios en el New York Festival, FIAP y Círculo Creativo, habló con Adlatina sobre el cine en América Latina, sus directores favoritos y la relación del director con su equipo profesional.
-¿Cuáles son las virtudes y defectos de Latinoamérica en cine?
-Adriano Bruzzese: El cine de la región tiene muchas virtudes y en los últimos años surgieron algunos directores muy valiosos que con su trabajo impulsaron una renovada imagen del cine latinoamericano. Hablo de directores como Fernando Meirelles, Walter Salles, Lucrecia Martel, Pablo Trapero, Fabián Bielinski, Adrián Caetano y muchos otros. Con sus trabajos, ellos llegaron a los festivales internacionales más prestigiosos y permitieron colocar al cine latinoamericano en la mira de todo el mundo. De todas formas, considero que el mayor defecto que tiene la industria en la región es la falta de recursos y una metodología de trabajo acorde al viejo “lo atamos con alambre”. Al mismo tiempo, esa carencia da lugar al ingenio y a la creatividad, virtudes que no se pueden comprar. De alguna manera, este hecho se traslada en la publicidad también, y es un momento muy bueno para las producciones en general. Por estas latitudes hay mucho talento y ganas de hacer cosas.
-¿Cómo fue su experiencia, a nivel personal y profesional, de filmar en el exterior?
-AB: Trabajar y filmar en el exterior es una muy buena experiencia; uno se va encontrando con gente muy interesante, con maneras de pensar y abordar los proyectos de forma diferente. Es movilizador estar en contacto y adaptarte a otras maneras de trabajo. Siempre es una experiencia enriquecedora para abrir la cabeza y seguir creciendo.
-¿Cuál es su principal virtud como director?
-AB: Prefiero no hablar de mis virtudes como director: sería una opinión subjetiva sobre mi trabajo y no me parece correcto. Prefiero hablar del tipo de comerciales que más me gustan filmar y por los cuales generalmente me buscan. Son comerciales de relato, donde hay una idea que contar a partir de una historia y comerciales de acción, con movimientos de cámara y grúas. Por último, desde hace ya un tiempo me fui especializando en la filmación de autos; esto surgió como necesidad para trabajar afuera. Me apasiona hacerlo y además, la especialización es muy requerida en EEUU y Europa.
-¿En qué medida su equipo influencia el resultado final de un comercial? ¿Tiene algún “matrimonio profesional”?
-AB: El matrimonio profesional lo tengo con todo mi equipo, desde la gente que trabaja día a día conmigo hasta los técnicos involucrados en un proyecto. El cine es un trabajo que sólo es posible llevar adelante con un equipo que te banque a muerte, y en este sentido el director de cine o de comerciales es lo más parecido al director de orquesta: uno está al frente de todo su equipo y en ese momento la mayor virtud es dar con claridad la entrada y salida de cada uno de los integrantes. Es ahí donde se siente o no, el trabajo previo con el equipo, que no empieza el día de rodaje, sino mucho antes.
-Su mejor comercial...
-AB: No sé si es mi mejor comercial, pero GM “Secuestro” fue un comercial que me abrió muchas puertas para trabajar en el exterior. Por otra parte, está encuadrado dentro de un género y eso me gusta.
-Su director preferido. ¿Por qué?
-AB: No tengo uno preferido, pero si hay unos cuantos que me gustan mucho. Por la poesía de sus imágenes, Wonk kar Wai me gusta mucho; tiene una capacidad enorme a la hora de transmitir sensaciones. David Lynch me encanta por la delgada línea que construye entre la realidad y los sueños en sus relatos: nunca se sabe de qué lado estás y esto deviene en una cierta incomodidad que coloca al espectador en un lugar activo y dinámico frente a lo que esta viendo. El último es Tim Burton, por los mundos que recrea. El es único: cuando ves sus películas te sentís niño y te acordás de los cuentos que te contaban antes de dormir. En suma: te mete rápidamente en su mundo y no salís de él hasta que se prenden las luces del cine.