Publicidad Latinoamérica

POR EDUARDO ARROCHA, PRESIDENTE Y CEO DE GREY GLOBAL GROUP AMÉRICA LATINA

En defensa del consumidor publicitario, el anunciante

En esta columna de opinión, Arrocha aboga por un negocio honesto y productivo que también pueda ser rentable. Y les llama la atención a aquellos publicitarios que anteponen su lucimiento en los festivales a los intereses puntuales del cliente que los contrata. “Éste es un negocio como cualquier otro, que pretende lucrar con la venta de sus productos y servicios”, subraya.

En defensa del consumidor publicitario, el anunciante
Eduardo Arrocha, presidente y ceo de Grey Global Group América Latina.

El negocio publicitario, el de las agencias, es, a pesar de cualquier opinión en sentido contrario, un negocio como cualquier otro que produce y comercializa, que responde con su oferta a una demanda requerida por sus consumidores, y que pretende lucrar con la venta de sus productos y servicios.

No obstante una definición como ésta, la cual debería ser capaz de generar consenso entre los profesionales del área, la realidad funcional de nuestra industria es algo más heterogénea y dubitativa respecto de nuestra producción, su propósito y su destino.

Recientemente, un profesional publicitario de chapa declaró a un medio importante: “Con los clientes locales no se gana mucha plata, pero te armás un reel espectacular”.

Esta visión parcializada y auto-benéfica parece enfrentada al propósito fundamental de la publicidad de responder a la demanda de su consumidor (el anunciante), que contrata nuestros servicios en función de sus objetivos de comunicación de marketing; y de producir piezas de comunicación -comerciales, por ejemplo- que tengan como propósito primordial el vender el producto o servicio del anunciante, y no de engrosar un reel de piezas para concursos publicitarios.

Lamentablemente, durante los últimos años, los esfuerzos productivos de nuestra industria se han enfocado en publicidad que “luzca” más que en publicidad que “produzca”, tergiversando en la práctica el propósito esencial de nuestro negocio.  No me refiero al énfasis en la ejecución por sobre la concepción creativa, ni tampoco al desvío de recursos y talento a la producción de piezas cuyo único propósito es su envío a “concurso o festival” en lugar de ir al aire para vender producto.  Me preocupa que nos hayamos desviado del objetivo fundamental de nuestra actividad: vender los productos y servicios de nuestros consumidores (los anunciantes) y, más aun, que estemos perpetuándolo a nivel de semi-dogma.

Es imperativo redescubrir la verdadera esencia de la creatividad, alma y catalizador del valor del producto que generamos.  No me refiero a la creatividad de chapa y valor esotérico.  La creatividad es el hilo conductor del valor agregado que cualquier producto de nuestras empresas suma a la satisfacción de la demanda de nuestro consumidor (nuestro cliente), definida a través de sus objetivos comerciales. 

En la medida en que re-enfoquemos nuestro negocio en producir respuestas estratégicas a las necesidades de comunicación de marketing para las cuales nos contratan nuestros clientes, y en que volvamos a tratarlos como consumidores, entendiendo la naturaleza de la demanda de su negocio y produciendo comunicación que venda, tendremos un negocio honesto y productivo que será rentable en el mercado en el que trabajamos.
Redacción Adlatina

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