—¿Por qué hace lo que hace?
—Cuando tenía unos quince años vi Reservoir dogs y me acuerdo de que conseguí piratear un guión de la película. Ahí me di cuenta de que Tarantino ponía todo en el script: la música, los movimientos de cámara, el gesto específico del actor, me di cuenta de que había un director por detrás de todo eso. Una figura que hacía converger el talento de todas las áreas para contar la película. Siempre me gustó narrar y considero que el cine es una de las formas más nobles para habitar otros paisajes, otras vidas, otros contextos. Desde que estudié cine hasta hoy, no he hecho otra cosa que filmar. Y me sigue atrayendo como la primera vez recibir un guión e imaginar cómo llevarlo a cabo. Quizás hoy más que nunca, porque las posibilidades narrativas y tecnológicas siguen evolucionando y permiten llevar a otras distancias al espectador/consumidor. Eso me motiva.

—¿En qué proyecto está trabajando actualmente?
—En este momento en Landia México estamos en posproducción de una nueva campaña de Nissan junto a Terán TBWA, con quienes hemos encontrado una manera de trabajar en conjunto que potencia las posibilidades y me da mucho orgullo. Y, simultáneamente, en pleno pitch de otra campaña para Asia. Sumado a esto, con mi productora independiente Río Azul Films estamos en carrera de festivales con dos ficciones y un documental y en posproducción de dos documentales, al mismo tiempo que estamos arrancando el rodaje de una adaptación de Borges junto a Landia Content y Paraná Cine.

—¿Cómo ve su actividad hoy? ¿Qué cambios hubo en estos años y hacia dónde cree que va?
—Creo que el audiovisual está en un proceso de transformación que se viene dilatando de más. Si la manera de consumo del espectador cambia, la producción también lo hará. No hablo sólo de la diversificación de los materiales, sino también de los formatos, las duraciones y las interacciones. La narrativa se está transformando y hay que encarrilar eso en la dirección correcta. La tecnología evoluciona más rápido de lo que la utilizamos ―de hecho, varias quedan obsoletas sin haber sido utilizadas―, la narrativa tiene que ajustarse a nuevos parámetros y abarcar todas las posibilidades de la tecnología. El audiovisual comienza a habitar otros espacios ―otras realidades inclusive― y eso se me hace hiperatractivo. Hay que mantenerse informado y subirse a un tren en movimiento que acelera exponencialmente.

—Si tuviera que recomendar una película, un disco y un libro, ¿cuáles serían y por qué?
—The Wild Goose Lake, de Diao Yi’Nan (2019). La vi hace poco en Mubi y me voló. Barrios bajos chinos, mafiosos en motos, buen humor y una fotografía de la hostia. Es de lo más fresco que vi últimamente. Y su primera, Black Coil, también está buenísima. Elegantly wasted, INXS. Discazo. Moderno, elegante, rockero. No es un clásico porque se sigue escuchando tremendo. Eisejuaz, de Sara Gallardo. El entendimiento del pensamiento del hombre de campo por Gallardo, la mitología de la naturaleza y una prosa zarpada. Para mí es como el Pedro Páramo argentino.

—¿Qué consejos puede darles a los que quieren hacer esto en el futuro?
—Perseverancia. Esfuerzo. Resiliencia. Creo tanto en el talento como en el trabajo. Uno no explota sin el otro. Y, sobre todo, forjar una personalidad, un estilo propio. Filmar hasta encontrar un lenguaje del que apropiarse y que eso sea tu estilo. Lo que te defina por sobre los demás. Diseñar una voz distintiva que, además de original, sea fiel a lo que uno conoce y sabe.

—¿Qué otras cosas hace además de dirección de cine?
—Soy productor. Produzco a directores de los que me atraen sus universos personales, en particular primeras y segundas películas. En un curso de guión en Madrid me encontré con una veintena de realizadores iberoamericanos y me di cuenta de que la experiencia en publicidad me permitía ayudar a diseñar sus proyectos como si fueran míos, apoyando la idea rectora y potenciándola. También soy escritor, de mis propias películas, y colaboro con algunos guionistas amigos.

—¿Cuál es su filosofía o frase?
—Cada proyecto debe tener su personalidad. Tener una realidad específica que lo contenga, que le dé verosimilitud y lo haga poderoso y único. Para mí es esencial entrelazar los conceptos de idea y diseño de producción. No puedo evitar leer un guión y pensar en las maneras de filmarlo, de hacerlo crecer, de volverlo más grande. Me gusta esa frase de guión que dice algo como “cuando los personajes están bien desarrollados, sus diálogos se escriben solos”. Creo que lo mismo aplica para la publicidad: cuando una idea es sólida, su desarrollo hacia la concreción es una avalancha que sólo puede crecer. Y la idea tiene que estar en sincronía con las necesidades de todo el proyecto: marca, agencia y productora deben entender el concepto y las necesidades en equipo para llegar a la pieza óptima. Y tomar riesgos. Siempre. Para mí, cuando un cliente se atreve a dar un paso hacia el abismo siempre va a encontrar oro.

—¿Qué creator colega de Iberoamérica recomienda a la comunidad Bloomclouds, y por qué?
—Alexis Gómez. Un nuevo talento de Landia, con mucha sensibilidad de lenguaje. Acuérdense de este nombre. Interspecifics. Un colectivo que utiliza tecnología para hacer arte. Incluyendo lecturas cerebrales. Matías Penachino, fotógrafo, editor, director inclusive. Fuimos juntos a la escuela de cine. Penachino es uno de los tipos más talentosos que conozco con una cámara en la mano.

Compartimos algunos de sus trabajos y en Bloomclouds pueden verse el perfil y más contenido de Francisco Paparella.

TRABAJOS DE FRANCISCO PAPARELLA