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Manifiesto para quienes aún creen en la magia, por Miguel Daschuta

El VP de la Academia Argentina de la Publicidad, Miguel Daschuta, reflexiona sobre el mundo de las ideas de hoy y dice: “La diferencia no está en el algoritmo, está en la mirada que ve lo invisible, en la palabra que emociona sin gritar, en el gesto que transforma lo común en memorable”.

Manifiesto para quienes aún creen en la magia, por Miguel Daschuta
Daschuta: “Las empresas invierten más en herramientas, y menos en quienes pueden hacer la diferencia”.

Por Miguel Daschuta

El VP de la Academia Argentina de la Publicidad

Hay ideas que venden.

Hay ideas que convencen.

Y hay ideas que trascienden.

En publicidad, el verdadero placer no está solo en lograr que el cliente confíe.

Está en ver cómo el público se detiene, se asombra, sonríe, piensa.

Está en tocar las estrellas con una frase, una imagen, un concepto que no necesita explicación.

Como aquel mensaje para una hoja de afeitar: “Se ve, pero no se siente.”

Eso es talento.

Eso es magia.

Eso es lo distinto.

Porque detrás de cada éxito publicitario que deja huella, hay una idea indeclinable.

Una que no se negocia, que no se repite, que no se copia.

Y detrás de esa idea, hay tiempo.

Tiempo de amor, de trabajo, de experiencia.

Tiempo para pensar, para sentir, para afinar.

Pero hoy, la urgencia manda.

La tecnología avanza, la inversión crece, los datos se multiplican.

Y, sin embargo, el tiempo para pensar se reduce.

El espacio para el talento se achica.

Las empresas invierten más en herramientas, y menos en quienes pueden hacer la diferencia.

Como si la magia pudiera automatizarse.

Como si el alma de una idea pudiera programarse.

Por eso, defender el talento es defender el oficio.

Es cuidar el tiempo de creación, el silencio necesario, la pausa fértil.

Es apostar por lo humano, por lo sensible, por lo que no se puede medir.

Porque la diferencia no está en el algoritmo, está en la mirada que ve lo invisible, en la palabra que emociona sin gritar, en el gesto que transforma lo común en memorable.

Trabajar en publicidad es vivir en ese vértigo.

Es buscar lo nuevo, lo diferente, lo inolvidable.

Es saber que, a veces, una sola línea puede tocar el cielo.

Pero para que eso ocurra, hay que mirar hacia arriba.

Y tener el coraje de esperar la estrella.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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