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LA HISTÓRICA CREATIVA FUE HOMENAJEADA EL LUNES

Marité Mabragaña: “Lo mío fue prepotencia de trabajo, nada más”

La creadora de la Chocotorta en la década de 1980, cuando trabajaba como creativa en la legendaria agencia De Luca, fue la primera distinguida, en la ceremonia Leading Women Argentina de este año, de la sección Abriendo Caminos. El homenaje fue una propuesta colaborativa de la agencia Don y quien le entregó la distinción a Marité fue Miguel Daschuta, exgerente general de De Luca y expresidente de la Asociación Argentina de Agencias de Publicidad.

Marité Mabragaña: “Lo mío fue prepotencia de trabajo, nada más”
Mabragaña y la Chocotorta: “Yo no soy chef ni tampoco cocino demasiado bien, pero siempre pensé, como creativa, que tenía que encontrar ideas que vendieran”. (Fotos: Monteleone)
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“El segmento que vamos a presentar ahora se llama Abriendo Caminos —señaló María Belén Martínez Cima, CEO de Adlatina Group, en una pequeña interrupción de las distinciones a las Leading Women Agentina, anteayer en el Four Seasons Hotel Buenos Aires—. Muchas mujeres del mundo de las comunicaciones de la industria argentina fueron Leading Women antes de que existiera este reconocimiento, en épocas en que la visibilidad, o ganarse un lugar en la comunicación, costaba mucho más. Por eso hoy, en el marco de los diez años de Leading Women Argentina, queremos destacar la contribución de dos grandes mujeres que pisaron fuerte, que dejaron huella, en la industria comunicacional argentina”.

La primera de esas dos grandes mujeres fue Marité Mabragaña (la segunda tendrá su nota de homenaje en la edición de mañana), creativa publicitaria durante décadas, de alargada trayectoria en la agencia De Luca y creadora, como ella misma contó cuando subió al escenario y se situó frente al micrófono, de la Chocotorta, el postre nacional argentino.

“Lo único que tengo para decir, tras haber creado la Chocotorta en 1984 o 1982, no recuerdo bien, es que yo no soy chef ni tampoco cocino demasiado bien, pero siempre pensé, como creativa, que tenía que encontrar ideas que vendieran —arrancó Marité, y por un buen rato no hubo modo de tener sus ganas de contar su historia, que fue seguida en silencio absoluto por los asistentes e interrumpida cada tanto por aplausos y risas—. No ideas que ganaran premios: ideas que vendieran. Aunque lo que pasó fue casi sin querer. Yo estaba en casa, los chicos eran chicos, mezclé el Mendicrim con el dulce de leche (que es lo más rico del mundo) y se me ocurrió agregarle una Chocolina mojada con oporto (después hubo mil versiones, pero en esa época yo la hacía con oporto). Quedó sensacional: lo llevé a la agencia, a todos les gustó y después llevamos la Chocotorta a los dueños de Mendicrim. Al poco tiempo nos encontramos los creativos con el dueño de la empresa (el señor Mendizábal: eran otros tiempos, no había tanto gerente) y le encantó; enseguida quiso hacerla. Fuimos a Bagley y pasó lo mismo. Entonces empezamos poniendo obleas en el pote de Mendicrim y en el celofán de las galletitas. Con eso solo, se empezó a vender a lo loco. Nos llevó un año hacer algo que era muy simple, que era un jingle en el que unos chicos cantaban la receta (está en YouTube, por supuesto), mostraban cómo se hacía y nada más. Era muy fácil: un chico podía hacerlo y no llevaba horno, sólo heladera. Y la razón por la que tardó tanto en salir fue porque los canales no entendían a quién se lo iban a facturar, pues la agencia había convocado a dos clientes. Hoy se dice cobranding y listo. Estuvimos un año remando en dulce de leche, literalmente. Cuando terminó la campaña empezamos a notar que la chocotorta estaba en todos lados: una vez la trajeron a la agencia con unas velitas; otras veces, yo iba a cumpleaños de mis hijos y también estaba ahí; y así pasaron cuarenta años. Esta torta era para vender y vendió, y es un símbolo de los argentinos; hasta ganó un premio internacional como el mejor postre. Como mujer que trabajaba, aquello era otro mundo: las agencias estaban llenas de hombres y éramos muy pocas mujeres, pero yo siempre trabajé. Lo mío fue siempre basarme en aquella frase de Roberto Arlt que habla de la prepotencia de trabajo: independientemente de que tuviéramos otros horarios y otro salario, yo me manejé sola y trabajando mucho; si me daban una cuenta más, la hacía, y realmente nunca noté alguna diferencia. En mi caso, nunca fui una mujer a la que le costó mucho llegar, además de que estaba en una agencia que era muy familiar. Me encanta trabajar y, aunque ya no lo hago más, lo seguiría haciendo.

Redacción Adlatina

Por Redacción Adlatina

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