En publicidad, las personas más entusiasmadas suelen ser los creativos junior. En los primeros empleos se forman los instintos, se agudizan las ideas y los futuros líderes aprenden a escribir bajo presión. Pero últimamente, ese rol ha empezado a desaparecer del organigrama.
La IA no ha reemplazado a los redactores jóvenes, pero sí ha facilitado prescindir de ellos. Las herramientas pueden generar opciones rápidamente, pulir líneas preliminares e incluso imitar el tono. Por eso, algunas marcas y agencias se preguntan: ¿Por qué contratar a un empleado joven cuando la tecnología puede hacerlo más rápido?
Esta es la razón: la creatividad no solo tiene que ver con el resultado, sino con la conexión, el gusto y la creación de un flujo de trabajo que permita que la industria siga avanzando.
Los escritores jóvenes no solo están ahí para escribir. Junto con los directores de arte jóvenes, están ahí para impulsar. Son ellos quienes hacen preguntas inusuales, mencionan cosas desconocidas y aportan una energía cultural que ningún algoritmo puede replicar.
Hemos empezado a confundir eficiencia con creatividad. El trabajo se hace, sí, pero lo que se desvanece es la chispa que surge de la curiosidad, la tensión e incluso de equivocarse un poco. La IA solo te da lo que pides. Un redactor junior puede aportar algo que ni siquiera pensaste en pedir: algo que te sorprenda, te desafíe y te quede grabado.
Estamos rediseñando los flujos de trabajo para optimizar la velocidad. Todo el sistema está diseñado para pasar del concepto al resultado final lo más rápido posible. Esto limita el margen para la verdadera exploración creativa, los errores y el aprendizaje. Por lo tanto, los puestos junior no se eliminan; desaparecen discretamente.
Cuando estos roles desaparecen, también desaparece la formación de la próxima generación de líderes creativos. Si eliminamos esa fase de desarrollo de instintos, confianza y buen gusto mediante la práctica real, nos aseguramos de que nadie esté listo para liderar mañana.
La memoria muscular no se desarrolla sin entrenamiento. Es como "Karate Kid" sin "pintar la valla" ni "encerar, pulir". Si te saltas lo lento y repetitivo, pierdes por completo la base.
Entonces, ¿cómo protegemos y desarrollamos los roles creativos junior y nos aseguramos de que sigan prosperando en un mundo en el que la IA no desaparecerá?
Cuente historias humanas pero con personas reales
Para las marcas que se basan en emociones, momentos culturales o artesanía (como pequeñas destilerías o productos de nicho), la IA no será suficiente. Puede que la estructura sea correcta e incluso suene convincente, pero no sabe lo que se siente al estar en la barra donde se sirve el producto de tu cliente. No escucha las conversaciones. No percibe lo que suena en los altavoces ni lo que está escrito en la pizarra detrás del camarero.
Un escritor junior puede. Están en el mundo, absorbiendo las novedades, los cambios y lo que importa. Ese tipo de conciencia cultural no surge de una consigna, sino de estar presente. Y a la hora de contar la historia de una marca, esa experiencia vivida lo es todo. No se puede automatizar el gusto. No se puede fingir la perspectiva.
Utilice la IA como una calculadora
Claro, se puede usar IA para acelerar el proceso, pero los escritores principiantes aún necesitan la oportunidad de esforzarse con una frase, reescribirla cinco veces y encontrar el ritmo por sí mismos. Así se desarrollan los instintos creativos. No se mejora saltándose pasos. Se aprende con el trabajo.
Dicho esto, esta generación de jóvenes creativos podría ser la que mejor sabe usar la IA. Están creciendo con ella y dominan sus herramientas. Pero la fluidez aún debe ir acompañada de una verdadera habilidad para escribir. La IA es tan inteligente como quien la impulsa, y los jóvenes creativos merecen el espacio para aprender ambas.
Redefinir el rol, no eliminarlo
El futuro del creativo júnior podría no parecerse al pasado, y eso está bien. Los mejores talentos júnior actuales no solo escriben subtítulos, sino que dominan las herramientas y piensan en diferentes plataformas. El puesto no está roto. Simplemente necesita ser valorado por lo que está llegando a ser.
No necesitamos retroceder. Solo debemos recordar qué hizo que estos roles fueran valiosos en un principio: energía, instinto y conexión cultural.
La creatividad sigue siendo un asunto humano. Si queremos un gran trabajo, debemos invertir en quienes lo hacen posible, especialmente en quienes están empezando.