El director de Albiñana Films –España- y Milagro Films –Estados Unidos-, Ramsés Albiñana, asegura que admira todo el universo que captan las películas de Luis Buñuel. El hijo menor de una familia que en las tres últimas generaciones ha estado unida al mundo del cine y los audiovisuales siguió los pasos de sus padres porque, asegura, mediante el uso de la imagen ha podido defenderse mejor.

A pesar de la influencia familiar, que recibió de manera implícita al nacer en el seno de una familia de directores, reconoce y agradece a su padre que no le haya dicho nunca que se dedicase al cine. A los 19 años, se fue a estudiar a los Estados Unidos, atraído por la posibilidad de conocer en profundidad el estilo de vida norteamericano. Hoy, asegura: “Tienen una forma de trabajar mucho más ordenada, y pareciera que disponen de más tiempo para dedicarse a cada uno de los proyectos. Cuando estás allí, te das cuenta de que realmente se trata de otro tipo de industria, de una escala muy diferente de otras”.

Radicado en España con Albiñana Films, Ramsés está trabajando con miras a expandir sus horizontes. “Espero ansiosamente y con mucha ilusión el momento en el que podré ‘re-comenzar’ mi carrera profesional dentro de un entorno distinto del español y europeo, en un mercado que siempre ha sabido mantenerse en constante movimiento”, dijo el director. Por lo tanto, además de unirse a Milagro Films, está en negociaciones con productoras de China y Japón para posicionarse en el mercado asiático, ya que considera que ése “es el verdadero centro de creación a nivel de imágenes”. 

-¿Por qué, de todas las artes, eligió el cine?

-Ramsés Albiñana: Porque he crecido siempre en este ambiente, y es mediante el uso de la imagen que he sabido defenderme mejor. La imagen en movimiento es un recurso único para transmitir.

-¿Qué significa el cine para usted?

-R.A.: Es una forma de expresarse, donde pocas veces tienes que dar explicaciones. Como suele decirse: “una imagen vale más que mil palabras”, y donde éstas estén no hay discursos que valgan.

-¿Se considera un apasionado del cine?

-R.A.: Apasionado sí, pero no obsesivo. Muchas veces voy al cine a distraerme, no a tener que pensar para finalmente no entender nada. Entiendo que hay muchas formas de hace cine, y todas son válidas si se cree en aquello que se está haciendo.

-¿En qué cree que cambió la tecnología digital el trabajo de los directores?

-R.A.: Básicamente, nos ha facilitado la manera de trabajar. Todo es mucho más rápido y sencillo si no dejas que escape de tu control. Pero sea cual sea la técnica, las bases siguen siendo las de siempre. Lo digital da rapidez y, al mismo tiempo, hace que todo el mundo tenga más información.

-Usted viene de una familia unida al mundo del cine y de lo audiovisual, ¿a qué se dedican sus padres?

-R.A.: Mi padre es director de comerciales y de fotografía.

-¿De qué manera influyó eso en su inclinación por el cine?

-R.A.: Influyó el mamarlo desde pequeñito, el vivir cada día en este ambiente, por lo que ahora nada me resulta extraño, nunca me ha resultado ajeno. Por otra parte, debo agradecer el no haber oído jamás a mi padre decirme que me dedicara a este mundillo.

-¿Cómo fue su experiencia en los Estados Unidos?

-R.A.: Estar allí siempre es una experiencia intensa y emocionante. Aprendes nuevas cosas a cada momento, no sólo a nivel técnico o profesional, sino también a nivel humano. El sumergirse en una cultura diferente de la que te rodea siempre es algo enriquecedor.

-¿Qué particularidades tiene el mercado norteamericano?

-R.A.: Ante todo, tienen una forma de trabajar mucho más ordenada. Junto con esto, parece que disponen de más tiempo para dedicarse a cada uno de los proyectos. En una industria tan inmensa como la suya, estos dos rasgos son algo que siempre han llamado mi atención.

-¿Qué es lo que lo atrae de ese mercado?

-R.A.: Justamente eso, la forma metódica y ordenada en que trabajan. Ya puede tratarse de grandes equipos o del rodaje más íntimo: saben manejarlo todo de forma que nada se les escape. Cuando estás allí, te das cuenta de que realmente se trata de otro tipo de industria, de una escala muy diferente de las otras.

-Y del mercado asiático, ¿qué es lo que lo atrae?

-R.A.: Ante todo, como con el caso de los Estados Unidos, lo que más me atrae es poder trabajar con otra cultura. Además, Asia implica una cultura ciento por ciento diferente. Es un mercado muy innovador y, en el momento actual, es el verdadero centro de creación a nivel de imágenes.

-¿Cuáles son sus tres largometrajes preferidos?

-R.A.: Corre Lola, corre, de Tom Twyker: me atrae la forma de narrar apenas sin palabras, haciendo uso de una imagen muy dinámica y poderosa. ¡Olvídate de mí!, de Michel Gondry: tanto a nivel de imagen como de guión, introduce novedades que no habían sido antes pensadas. Gondry es todo un revolucionario del audiovisual. Belle de Jour, de Luis Buñuel: su mezcla de surrealismo y realismo, sus historias que nacen desde el subconciente, todo en él me resulta siempre muy sugerente.

-¿Cuál es su mejor comercial?

-R.A.: Por una parte, creo que el de Zoo, para Audi, es el mejor, por ser el más premiado. Aunque, a nivel personal, guardo un gran recuerdo por el de Taky, ya que fue el primero que realicé y en el que más nervios pasé.

-¿Qué directores lo marcaron?

-R.A.: Todo el universo que involucra las películas de Luis Buñuel no me deja nunca indiferente. Quizás mi estilo de dirección no tenga mucho que ver, pero reconozco que Buñuel ha dejado huella.

-¿Con qué aspecto del proceso de creación de un comercial disfruta más?

-R.A.: El momento en que realmente puedo disfrutar y respirar tranquilo es el de la presentación, en ese momento ya no hay vuelta atrás. Lo hecho, hecho está. Es el momento de pasar a temas nuevos y volver a empezar con todo el proceso creativo.