Publicidad Argentina

EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

Scopesi, un publicitario diferente

En esta ocasión, el columnista de adlatina.com asume dos roles: el de haber participado en el homenaje al veterano publicista, y a la vez, escribir una crónica de esa reunión, realizada en la Librería El Ateneo.

Scopesi, un publicitario diferente
Borrini: “Scopesi fue uno de los últimos representantes de la llamada 'generación del 60'

Era de prever: la reunión fue para celebrar la cuarta edición de “Publicidad. Ámala o Déjala” ( Ediciones Macchi, Buenos Aires, 2007 ) pero terminó siendo un emotivo homenaje al autor, Alberto “Tito” Scopesi, uno de los últimos representantes de la llamada “generación del ‘60”.

Scopesi había pedido expresamente a los tres expositores, entre los que cortésmente me incluyó, que se concentraran en el libro, pero el único que lo hizo fue el propulsor del acto, Luis Ibarra García, profesor de varias universidades, presidente de la Comisión de Autorregulación Publicitaria, y miembro fundador del Grupo Iberoamericano de Estudios de la Comunicación Institucional (Gieci).

Ibarra García se refirió al contenido del libro tan fielmente que Costa, el presentador ( mago, hijo del inolvidable locutor Leopoldo Costa ) no pudo evitar hacer una broma y decir a los asistentes que no se conformaran con la película, como suele ocurrir,  y leyeran el libro original, que era todavía mejor.

La cuarta edición de “Publicidad. Ámala o déjala”, ha sido actualizada. El propio autor aclaró, al final, que había revisado todo el contenido y corregido y añadido algunas cosas, “propias de la dinámica de la actividad”.

Scopesi dedicó su libro a “todos los que quieren ser publicitarios”, pero Ibarra García recomendó su lectura también a los profesionales en actividad, y de manera muy especial a los anunciantes, haciendo hincapié en un capítulo que el autor les dedica. En rigor se trata de un ameno y sencillo manual, cualidades que David Ratto puntualiza desde uno de los comentarios sobre la obra: “Siempre admiré en Tito su capacidad de tener las cosas “muy claritas”; en el libro, esa cualidad es impresionante por su información completa y concisa, y por su forma de comunicarlas, cálida y vibrante”. Ibarra García, en el apuro por ceñirse al tiempo que se le había asignado, olvidó decir que su otro yo, el caricaturista Chip, se encargó de las viñetas del libro.

“Las excusas no se facturan”

 Pero a partir de allí, los restantes expositores se dejaron atrapar por el personaje, cuya iniciativa, laboriosidad y sentido común cubren un período muy extenso e intenso de la publicidad. Por orden de abecedario, me tocó exponer en segundo término.

Definí a Tito como “un profesional diferente, integral, 4x4, todo terreno”. Un publicitario que llegó a ser muy conocido “pese la adversidad de su apellido”. Recordé entonces que, cuando aún se desempeñaba en la agencia Ortiz, Scopesi, Ratto, solía clavar en una pizarra los sobres llegados del exterior que tenían gruesos errores de ortografía. Lo llamaban no Scopesi, sino Scopani, Scapezzi, Scaposi, Secopesi, Scopsi, Spesi, Pecosi y de varias otras maneras. “De todos modos, si hubieran escrito en los sobres simplemente “Tito, publicitario, Buenos Aires, Argentina”, habría bastado, de la misma manera que le llegaban a Benny Goodman los que simplemente decían “The King of Swing”, Nueva York, Estados Unidos.

Carlos Nesci, uno de sus colaboradores más fieles ( cerca  de veinte años al lado suyo ), trazó a su turno un perfil menos visible, más íntimo de su jefe. Surgió así el Scopesi líder de su equipo, incansable negociador, tesonero, protagonista de cien anécdotas.  Nesci recordó frases inolvidables de Tito, de las cuales la más famosa es “La excusas no se facturan”.

Finalmente, el homenajeado agradeció a su familia, sus asociados y sus amigos. Dudó mucho, aclaró, antes de decidirse a escribir el libro, para el que contó con la valiosa colaboración de su hija, Jenny,  también publicitaria. Pero su colaboradora y ahora asociada, Mabel Astesiano, “había atesorado tanta información sobre mi trabajo que me empujó a escribirlo”.

Emocionado por las muestras de respeto y cariño, confesó que “había que ser muy macho para estar sentado aquí, en silencio, escuchando tantos elogios aunque uno, íntimamente, no se los crea”.

     

 

Alberto Borrini

por Alberto Borrini

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