“He pasado por muchas etapas, he visto muchas caras y he escuchado muchas promesas. Y cada vez que terminaba, me sentía muy vacía, no porque a la gente no le importara, sino porque significaba volver una y otra vez al momento más difícil de mi vida, cuando casi me vendieron para matrimonio. Y cada vez que compartía mi historia, esperaba que pudiera impulsar un cambio, aunque fuera para una sola de los doce millones de niñas que son vendidas para matrimonio cada año.
Pero, en cambio, la gente viene a mí y me dice: «Lamento lo que has pasado». La verdad es que no necesito saberlo, y si de verdad lo sienten, quiero que hagan algo; que usen ese sentimiento para ayudar a las niñas que no tuvieron los ángeles que yo tuve. Las niñas que no tienen una segunda oportunidad”.
Viernes 20 de junio, 10.30 de la mañana. Último día de Cannes Lions. En el Debussy Theatre acaba de finalizar la entrevista con David Lubars, quien esa noche sería premiado con el Lion of St Mark. Y el público allí presente se disponía a escuchar la siguiente, con Sonita Alizadeh, música y activista afgana que ha usado su voz y su plataforma para desafiar la opresión e inspirar a la próxima generación. La rapera recibiría a la noche el LionHeart, un premio que reconoce las importantes contribuciones que las personas pueden hacer al mundo.
El Debussy fue invadido por un silencio rotundo, donde lo único que se escuchaba su voz, su historia, que solo fue interrumpida por un aplauso masivo cuando Sonita rompió en llanto. “Cada vez que nombro a mis amigas me pasa esto”, explicaría después.
Nacida en Herat, Afganistán, Sonita Alizadeh creció en Irán, ya que su familia emigró a ese país huyendo del régimen Talibán. Estudió gracias a una ONG, y comenzó a tomar clases de música sin la autorización de su familia.
“Tenía unos 16 años cuando me vendieron para matrimonio por segunda vez. Recuerdo que estaba sentada en un aula con mis dos mejores amigas, pensando en maneras de escapar del matrimonio infantil para siempre. Y una de ellas le dijo a otra: «Cuando conozcas a tu futuro esposo, simplemente ponte cúrcuma en la cara y haz como una loca para que el esposo, el hombre, deje de pensar en tener una esposa enferma». Así que hicimos muchos brainstormings de ideas, pero nada funcionó, y también llegó mi hora. Mi madre dijo: «Hay un hombre en Afganistán que quiere casarse contigo». Cuando escuché eso, todos mis sueños se hicieron añicos y sentí como si me asfixiaran. Crecí en una familia en la que a menudo nos acostábamos con el estómago vacío, y el frío nos calaba hasta los huesos. Pero siempre tuvimos una cosa: amor. Tanto amor. Pero cuando mi madre dijo esas palabras, algo se rompió dentro de mí”, prosiguió.
“A veces me llaman heroína, pero en realidad no lo era, no tenía ningún superpoder, no era especial ni valiente. Simplemente, tomé una decisión: podía haber seguido a la multitud o elegir mi camino y perseguir mis sueños, conociendo el riesgo. Temía los latigazos, temía que me mataran, temía que me arrestara el gobierno iraní. Pero no tenía otra opción; tenía que luchar por mis sueños. Así que, aunque estaba rodeada de oscuridad, había un poco de esperanza que hizo la magia. Esa esperanza llegó en la forma de la mujer de una ONG en Irán, que me ayudó. Esa magia llegó en la forma de una mujer llamada Rokhsareh Ghaemmaghami, que me siguió con su cámara durante tres años. Y nunca olvidaré el día en que me estaba filmando. La miré y le pregunté: «¿Puedes comprarme? Te lo devolveré cuando me convierta en una rapera famosa». Ella no esperaba nada, básicamente me ayudó. Así que le pagó a mi madre y ganamos algo de tiempo, seis meses. En ese tiempo, no fui a la escuela porque corría el riesgo de que la policía iraní me encontrara. Asíque lo usé para escribir cada vez más. Así surgió ‘Hijas en venta’, que se hizo viral. La verdad es que no me lo esperaba, porque lo escribí para mí, para mis amigas, para mis tres fans de la ONG. De repente, la chica invisible se convirtió en un rostro, se veía y se escuchaba en todo el mundo”.
Hijas en venta
Ese video le valió una beca para estudiar en Estados Unidos, lo cual le daba la oportunidad de tener una educación formal. “Así que me fui. Me fui de Irán. Me fui de Afganistán sin despedirme como es debido de mi familia”, contó en medio de un Debussy que seguía cada una de sus palabras con una mezcla de admiración y desconsuelo ante su relato desgarrador.
“Llegué a Estados Unidos con tanta felicidad y tristeza. Feliz de finalmente vivir la vida de mis sueños. Y triste porque sabía que la decisión que tomé, probablemente, podría separarme de mi familia para siempre. Cuando llegué a Utah, me enamoré de las altas montañas que me recordaban a mi ciudad natal. Y me enamoré de los instrumentos musicales que vi en la Academia. Comencé a vivir para dos versiones de mí misma: una, la niña tonta que nunca me permitieron ser. Y la otra, una adolescente que quería montar en bicicleta, pintarse las uñas, ver una película de terror con sus amigas, simplemente comer una hamburguesa con queso, pasear. Pero la felicidad no borró el dolor. No podía olvidar a mis amigas que amaba… en Irán. Lo siento”, sostuvo, interrumpida por su propio llanto.
Luego de unos instantes, recompuesta a medias, llamó a la audiencia a ser agentes de cambio real: “Cuando vi que el matrimonio infantil ocurría incluso en Estados Unidos, tomé la decisión más importante de mi vida: revivir mi historia una y otra vez. Y, de nuevo, muy a menudo la gente se me acercaba y me decía: «Lamento lo que has pasado». Si esto es todo lo que quieres decirme, por favor, no lo hagas. En cambio, quiero que te preguntes por qué una niña es una novia. Por qué a las niñas en Afganistán no se les da la oportunidad de ir a la escuela, de soñar. Y por qué, hace apenas unos días, una niña de 20 años decidió a quitarse la vida. Yo habría hecho lo mismo si estuviera en su situación. Esto es lo que realmente sucede cuando el mundo abandona a las niñas, cuando las ONG internacionales olvidan las promesas que hicieron. Creo que cualquiera de nosotros puede realmente hacer un cambio, grande o pequeño, solo si lo desea. Necesitamos cuidarnos unos a otros. Necesitamos estar unidos porque así es como realmente podemos traer paz. Unidad. Hoy, gracias al apoyo que recibimos en las redes sociales de diferentes personas, nuestros estudiantes en Afganistán, de entre 12 y 49 años, viven de manera diferente. Cuando llegaron a clase, algunos pensaban en suicidarse, en quitarse la vida, pero ahora tienen una visión diferente de sí mismos”.
Asimismo, puso como ejemplo del cambio en las personas a su mamá: “Mi madre, la misma madre que intentó convencerme para que me casara, hoy es mi mayor admiradora. No lo sabía cuando estaba en Afganistán, porque se casó a los 12 años, y pensó que esta era la única solución para que yo estuviera protegida. Como ella. Pero ahora, como tiene acceso a internet y a la educación, piensa de otra manera. Me apoya mucho, va al instituto y también hace podcasts conmigo para hablar sobre el matrimonio infantil y animar a otros padres, decirles que las niñas pueden ser más que la etiqueta que les ponen”.
A continuación, un extracto de la entrevista que tuvo lugar en el Debussy, a cargo de Paul Kemp-Robertson, chief content officer de Lions:
PKR: Tu canción, Daughters to the Sail, es cruda, muy valiente. Se convirtió en un himno mundial, y creo que todo el mundo lo vio, tanto lírica como visualmente, con una gran fuerza emocional. Para un público que se gana la vida creando mensajes, ¿podrías explicarnos tu proceso, la historia detrás de esa canción y lo que querías lograr?
SA: Cuando pensaba en escribir Daughters for Self no buscaba ser valiente. Buscaba una manera de sobrevivir. Lo más difícil del proceso fue simplemente grabarla, porque cada vez que rapeaba, me emocionaba muchísimo. No pude terminar la grabación. La composición no fue tan difícil porque viví esta situación y veía a mis amigas vivirla a diario. Cuando terminé la canción, escribí unas 15 páginas y luego elegí dos o tres para finalizarla. Luego encontré un estudio de grabación en Irán. Allí es ilegal que una mujer cante. Una amiga me llevó a un sótano, lo cubrió con cartones de huevos para hacer una muestra. Luego cubrió el filtro de aire con una lámina. Grabamos la canción y no esperaba que se volviera viral; era algo que simplemente escribí para mí y mis amigas. En definitiva, fue doloroso escribirla, pero también me sentí libre una vez allí.
PKR: Elegiste el rap como tu canal o herramienta, como lo describiste. ¿Por qué es tan importante para ti, como medio de comunicación, usar el rap?
SA: Cuando estaba en Irán, buscaba cualquier cosa que me ayudara a hablar con la gente y a desahogar la ira que sentía. Primero probé con la poesía y luego con el pop. No pensaba en el rap hasta que escuché a Eminem rapear y sentí esa ira. Además, el rap es una herramienta para compartir historias más largas y transmitir el mensaje, la ira, lo que sea cierto en la historia. Por eso.
PKR: Me conmovió mucho ver que lo primero que dijiste en inglés fue "Soy rapera". También en una de tus letras les dices a las chicas que serán vistas, incluso si llevan velo. ¿Qué importancia tiene para ti la identidad?
SA: Cuando llegué al rap, usaba mucho "I am" porque, hasta entonces, nunca había tenido una audiencia que me escuchara, que me dijera que existo. En muchas canciones de rap que escribí hablo de la identidad, porque la identidad es lo más importante para cualquiera. El mundo en Afganistán ahora mismo se centra en la identidad. Los talibanes prohíben a las mujeres ir a la escuela y al trabajo, básicamente intentando decirles que no existen y que no tienen identidad. Cuando sientes que no tienes identidad, te resulta muy difícil avanzar. Intento, a través de la música, decirme a mí misma y a los demás que existimos: yo soy esto, tú eres lo que quieras ser. La identidad. Esto es algo que realmente te impulsa hacia el futuro que deseas.
PKR:Por supuesto. Sí existes. También existes en las páginas de este libro que encontré: Historias de buenas noches para chicas rebeldes, donde está historia junto con otras como Malala y Michelle Obama. Creo que todos aquí, con diferentes experiencias de vida, nos conectamos con tu historia porque es muy poderosa y profunda. Estás lidiando con un tema muy delicado y desafiante, pero ¿cómo mantienes viva esa narrativa? ¿Cómo construyes los pequeños pasos a su alrededor?
SA: Siempre que empiezo a escribir una canción sobre una historia, intento mantener la esencia, la verdad. Si queremos hablar de algo muy cercano a nuestro corazón, no deberíamos preocuparnos de que no le gustemos a la gente. O de incomodarlos. Creo que siempre es importante hablar de lo que otros no quieren compartir. En mi caso, eso es lo que hago. Hablo de temas muy duros y profundos.
PKR:El año pasado, lanzaste una canción llamada "You killed God". Como mujer musulmana, al escribir algo así sobre atacar la hipocresía de los talibanes, estabas instando a los hombres afganos a defender los derechos de las mujeres y las niñas. ¿Qué te da el coraje para ser tan franca?
SA: Esto me remonta a cuando estaba en Irán. No necesitaba coraje porque no tenía muchas opciones. Solo necesitaba tomar una decisión. Ahora, con lo que está pasando en Afganistán, no tienes muchas opciones. Tienes que alzar la voz o simplemente escuchar a los talibanes y seguir sus reglas. Cuando pienso en lo que está pasando en Afganistán, en otros países, me indigna que la gente use la religión y otros temas controvertidos para controlar, especialmente a las mujeres. Estaba furiosa con los hombres en Afganistán porque permitieron que los talibanes hicieran lo mismo que en 1996. Creo que para que realmente logremos un cambio positivo, primero tenemos que hablar con los hombres para que apoyen a las mujeres, porque en Afganistán, las mujeres no reciben ningún apoyo, y esto permite que los talibanes sigan oprimiéndonos.
PKR: Si hay una lección de tu trayectoria como artista, activista y comunicadora que esperas que todos en esta sala puedan aplicar a sus trabajos, ¿cuál sería?
SA: Supongo que sería el hecho de que la voz más poderosa que existe es la nuestra. Quiero que usen eso para apoyar a otras mujeres. En cuanto a los medios y las marcas, solo espero que no siempre usen nuestras historias como marketing, como entretenimiento, y que a veces inviertan en esas historias impactantes para amplificar el mensaje y para invertir el dinero, el poder y el tiempo donde realmente se necesita, en las niñas y las familias.
Con poco más de veinte años, Sonita rapeó frente a más de dos mil personas en el auditorio del Palais des Festivals, al recibir el LionHearts, reconocimiento al cual nombró como “un compromiso”. Y a la audiencia, esa noche, llena de profesionales del marketing, la publicidad y las comunicaciones, les dijo: “Espero que reconozcamos a más mujeres, que escuchemos más voces. Viajo mucho por el mundo, actúo mucho, doy charlas en diferentes escenarios. Y a menudo la gente asume que ya tengo un gran equipo en Nueva York y que cuento con diferentes recursos. La verdad es que no los tengo. No tengo recursos. No tengo equipo. Estoy sola y les pido ayuda. Ayúdenme para mantener la escuela abierta para niñas en Afganistán. Ayúdenme para compartir sus historias. En esta sala hay tantas mentes creativas. No sé a quién más podría pedirles si no es a ustedes. Así que, una vez más, necesito ayuda”.