Finalizó el primer año completo vivido bajo la “nueva normalidad” pospandémica que, entre otras cosas, trajo consigo la confirmación de la modalidad de trabajo híbrida, así como también la revalorización de demandas relacionadas con el bienestar y la salud mental.
¿Cómo afectan estos cambios particularmente a las mujeres?
El último estudio Women in the Workplace 2022, realizado por Lean In y McKinsey & Company, pone el foco en dos grandes tendencias: la llamada “Gran ruptura” y la flexibilidad. Pero, además, hace hincapié en la importancia de que las empresas adopten medidas para retener a las mujeres líderes.
Según datos del citado estudio, por cada mujer en el nivel de dirección que es promovida, dos directoras eligen abandonar la empresa.
Entre los principales factores que propician estas renuncias se encuentran la falta de oportunidad y de la cultura de trabajo que desean.
¿Qué buscan las mujeres en sus lugares de trabajo? De acuerdo con el informe, flexibilidad, el bienestar de los empleados, diversidad, equidad e inclusión. Y oportunidades, claro.
Las mujeres líderes son tan ambiciosas como los hombres, pero su avance es más dificultoso. Microagresiones, cuestionamientos o la necesidad de rendir por demás para obtener igual reconocimiento son algunos de los molinos de viento contra los que tienen que luchar.
Como consecuencia, la tasa de cambio de empleo entre mujeres líderes es la más alta que se haya visto jamás.
Una de las principales razones es la sobrecarga de trabajo seguida del poco reconocimiento. Víctimas del burnout, el 43 por ciento de las mujeres líderes están quemadas, en comparación con el 31 por ciento de los hombres en su nivel.
El gran problema que representan estas cifras es que, por octavo año consecutivo, menos mujeres están ascendiendo a puestos de liderazgo, ya que quedan atrapadas en posiciones iniciales, en lo que se conoce como “síndrome del peldaño roto”, que de alguna manera reemplaza al más conocido “techo de cristal”.
Si las empresas no luchan por retener a las mujeres líderes que tienen -que ya de por sí son pocas en relación con los hombres: por cada cien hombres promovidos desde el nivel de ingreso a gerente, solo 75 latinas lo logran-, el progreso logrado para cerrar la brecha se echaría para atrás, poniendo en riesgo la tan ansiada equidad de género.
Trabajo híbrido versus trabajo no remunerado
Solo una de cada diez mujeres quiere trabajar principalmente en la oficina, sentencia el Women in the Workplace 2022.
Incluso, la posibilidad de trabajar de manera híbrida o remota aparece como una de las principales razones de las mujeres para unirse o permanecer en una organización.
Pero lo que a primera vista puede parecer una gran ventaja, esconde cuestiones de fondo que, más allá de si se trabaja en una oficina, un bar o el hogar, requieren políticas que permitan resolverlas.
Hay dos puntos fundamentales atados a la preponderancia del trabajo híbrido: la posibilidad obvia de contar con tiempos más flexibles, pero también la disminución de microagresiones y, por ende, niveles más altos de seguridad psicológica.
Mientras el trabajo no presencial cuida de alguna manera la salud mental, también trae aparejada la problemática de que no se aborde adecuadamente la cultura del trabajo que hace que las mujeres no se sientan valoradas e incluidas, independientemente de dónde trabajen, o peor aún, reciban un trato degradante en los espacios físicos.
Con respecto a las demandas por mayor flexibilidad, la preocupación que atañe tiene que ver con el trabajo no remunerado y cómo este influye en el desarrollo de las carreras profesionales de las mujeres.
La cantidad de tiempo que las mujeres dedican a las tareas no remuneradas (cuidados de la familia y atención al hogar) es muy superior a la de los hombres y conlleva la pérdida de oportunidades profesionales.
Con la pandemia, y la adopción obligada de la modalidad remota, se evidenció que la flexibilización de la jornada laboral no necesariamente implicó una reducción de la carga horaria, de hecho, en muchos casos, fue justamente lo contrario.
Con lo cual, al desgaste profesional se suma que las mujeres líderes también están sobrecargadas de trabajo en sus hogares.
“Las mujeres en todos los niveles tienen muchas más probabilidades que los hombres de ser responsables de la mayor parte o la totalidad del trabajo doméstico y el cuidado de la familia. Pero el desequilibrio es especialmente marcado entre hombres y mujeres en roles de liderazgo. Entre los empleados de entry-level, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de hacer todo este trabajo; pero cuando ponemos la vista en el senior-level, la brecha casi se duplica”, especifica el estudio sobre Mujeres en el espacio de trabajo de Lean In y McKinsey & Company.
Mientras los hombres, a medida que avanzan en su carrera, bajan sus responsabilidades en el hogar; en la mayoría de las mujeres esto no sucede, lo cual lleva a que deban enfrentar una suerte de doble jornada laboral, poniendo en jaque su productividad, limitando su tiempo de ocio o esparcimiento y dejando secuelas en su salud mental.