Por Lucho Sánchez Zinny y Carmelo Maselli
Cofundadores de Vendaval
No tenemos relación con la gente de Santo, pero quizás esto colabore para que este texto sea entendido como un mensaje basado 100% en el respeto profesional.
Ayer vimos una nota que anunciaba “sin bombos ni platillos” [sic] que Santo era absorbida por Wunderman Thompson y que sus creadores presentarían en breve un nuevo emprendimiento, y no nos pareció justo.
No nos pareció justo que 17 años de buen trabajo se vayan por fade, sin que alguien intente hacerle un poco de justicia a su legado.
Así que, más que bombos o platillos, acá van algunos aplausos.
Un aplauso para “ensuciarse hace bien”.
Un aplauso para los hiphoperos que cantaban Ricky Martin.
Un aplauso para la isla de Diesel.
Un aplauso para los pandas de Arnet, otro para el contador sensible y otro para “todos por un pelo”.
Un aplauso para salir en la tele con un Powerpoint. Con tipografía de Powerpoint.
Un aplauso para los que hicieron un aplauso.
Un aplauso para “levanten la mano”.
Un aplauso para la agencia que les puso mocasines blancos a muchos de los mejores publicitarios de la argentina.
Un aplauso para Navarrrrro Corrrrrrea.
Un aplauso para los atletas de las 3 pm, por qué no.
Un aplauso para los que se cagaron en todo y pusieron de protagonista a Gonzalo Suárez en cuanta campaña podían.
Un aplauso para todos los peluches que les ganan a los tanques de guerra.
Un aplauso para la agencia que consigue que leas esta nota hasta este renglón.
Un aplauso para esa pareja “feliz” de Coca-Cola que se vuelve a embarazar y un aplauso para todas esas otras parejas de Sprite que deciden ser felices.
Un plauso para darles amor a los haters.
Un aplauso para el que resolvió el brief imposible de hacer algo bueno en 15 segundos con 1882.
Podríamos seguir un rato más, pero, en resumen, un aplauso para una agencia que levantó la vara y nos obligó a las demás a ser mejores.