Sigg, fabricante de las botellas reusables de metal que se convirtieron en un estandarte de los consumidores eco-conscientes, está en peligro de quedar en el recuerdo como un símbolo del engaño de marca y de conducta empresaria deshonesta.
Una carta escrita por Steve Wasik, CEO de Sigg, admite que las botellas fabricadas antes de agosto de 2008 contienen vestigios de Bisphenol A (comúnmente abreviado como BPA). La firma, que vio explotar su negocio en 2007
cuando la gente comenzó a preocuparse por el uso de ese compuesto orgánico en las botellas plásticas, está realizando ahora controles de crisis después de admitir que algunos de sus envases de metal contienen justamente BPA.
Las costosas botellas de metal fueron construyendo, desde ese momento, una gran lealtad de marca gracias a sus diseños de moda y a su notable atractivo para el público. Su ubicación en los eventos de
La información de las ventas de Sigg no esta disponible públicamente, pero se habla de alrededor de 100 millones de dólares. Las ventas crecieron un 250% entre 2006 y 2007, antes de que el debate entre el agua embotellada y el BPA tomara temperatura. La marca está disponible en unos 15.000 comercios de todo el mundo.
En respuesta a la carta firmada por Wasik, nuevos consumidores están reaccionando con fuerza. Ese texto admite que las botellas producidas antes de agosto del año pasado contienen vestigios del compuesto químico en el revestimiento. En tiempos recientes, la compañía ha venido redactando cuidadosamente sus mensajes para que los consumidores creyeran que sus envases estaban libres de BPA.
El BPA, un compuesto utilizado en los plásticos, comenzó a despertar sospechas cuando varios grupos regulatorios expresaron su preocupación en torno a su impacto en los niños. Desde entonces, varios estados consideraron hacer regulaciones para limitar o prohibir el BPA, y en el último otoño Canadá rotuló al compuesto como una “sustancia tóxica”.
A la defensiva
Wasik defendió a la empresa diciendo que anteriormente la conversación en torno al BPA se había enfocado en el blanqueamiento. “Las botellas de Sigg mostraron un 0% de blanqueamiento, así que por qué mencionarlo”, decía el texto. “La razón primaria por la que estoy escribiendo esta carta hoy es porque creo que la conversación sobre el BPA ha cambiado drásticamente en los últimos doce meses”, siguió Wasik. “El año pasado, la preocupación primaria fue la del blanqueamiento de BPA en las botellas. Desde ese momento, el diálogo ha cambiado y ahora algunas personas están preocupadas por la mera presencia del BPA, y algunos estados están considerando (elaborar una) legislación”.
Para más furia de los consumidores, Sigg comenzó a trabajar en un revestimiento libre de BPA en el año 2006 e invirtió un millón de dólares en un nuevo equipamiento para producir otro libre de BPA. Pero la compañía no fue transparente al comunicar esa noticia al público.
“Fueron agresivos al responder a cada uno de los que dijeron que tenían BPA. Todo fue cuidadosamente redactado para aparecer como una negativa, pero no lo fue”, dijo Jeremiah McNichols, co-editor y publisher del blog Z Recommends, que tiene como target a los padres. “Es increíblemente dañino. En este momento, no estamos realmente seguros de qué cosa van a ser capaces de hacer para zafar de esta situación”.
Falta de transparencia de marca
Elaine Shannon, editora jefe del Environmental Working Group, dijo que, a su juicio, la situación no gira tanto por la presencia del BPA como de la forma en que la empresa ha manejado las cosas. “Los americanos quieren transparencia, y esta compañía no parece entenderlo. Es difícil de comprender”, anotó. “La carta de Wasik parece subestimar al público, y mucha gente no tolera ese tono”.
En realidad, los consumidores están volcándose hacia los medios sociales como Twitter y muchos otros blogs ambientales y dirigidos a los padres para criticar a la marca. El perfil de Wasik en Twitter, @siggceo, no se ha actualizado desde el 16 de agosto. No obstante, el ejecutivo publicó su dirección de e-mail en la carta, y varias de sus respuestas a los mensajes de los consumidores fueron posteados online. Wasik le dijo a Ad Age que se ha comunicado personalmente con cientos de consumidores y bloggers.
El ejecutivo de Sigg dijo que su empresa está considerando una comunicación extendida para publicitar el hecho de que los consumidores pueden cambiar sus viejas botellas: pueden conseguir a cambio nuevos envases si pagan una parte de los costos de envío. Los minoristas con viejos stocks podrán contactar a la compañía en forma directa para discutir la situación.
“Si un minorista elige conservarlos en sus góndolas, es su elección”, escribió Wasik en un e-mail. “Todos nuestros recursos están apuntando a servir a los consumidores y nuestros socios minoristas. Creo que lo mejor que podemos hacer por la marca Sigg es atender todas las preocupaciones y actuar rápidamente para resolver las cosas”.
CamelBak y Klean Kanteen
Mitch Baranowski, socio fundador de BBMG, que produce el Conscious Consumer Report, dijo que Sigg podría estar haciendo más para responder a los consumidores y explicar lo suyo. “Deberían ser sabios y prestar mucha atención a este apasionado grupo de consumidores que está reclamando por transparencia”, dijo. “De otra manera, existe el riesgo de que todo adquiera cada vez más fuerza y la gente busque otras alternativas en el mercado”.
Ya aparecieron en
“Nos ponemos del lado de los consumidores que ahora están descubriendo la presencia de BPA en sus envases de aluminio, particularmente cuando creían estar eligiendo una opción libre de ese compuesto”, escribieron Jeff Cresswell y Michelle Kalberer, propietarios de Klean Kanteer, en su carta. “No todas las botellas de metal están creadas igual cuando se trata de la salud y la seguridad de los seres humanos”.