Santiago Olivera
Socio fundador de Febrero Made
Acabo de leer los comentarios de algunos colegas sobre la última nota firmada por Jorge Raúl Martínez Moschini: lo que dice (Juan Carlos) Ortiz es 100% así. (Los holdings) terminarán siendo empresas de medios con pincelada de tecnología.
Las independientes vienen en alza.
Se perdió el sexyness, pero solo de los holdings.
Lo que dice (Diego) Gueler (la verdad es que nadie tiene la fórmula. Estamos todos improvisando, algunos con Excel, otros con Veo3.) me animo a desafiarlo: en Febrero tenemos una fórmula que sí les está funcionando a las marcas.
Valeria Beola
Advertising & Media expert
Veo a las agencias de medios complicadas en su modelo económico, pero con cierta “estabilidad” en la relación con los clientes.
En cambio, veo muchos anunciantes trabajando con múltiples agencias creativas, pitcheando por campaña, saltando de una a otra.
¿Cuánto estará en porcentaje hoy así, en modelo “flexible” y cuánto en relaciones más estables?
Franco Luca
Country manager de Rapp
Después de leer la columna de Jorge Raúl Martínez Moschini sobre los vaivenes de una industria que muere y otra que nace, me quedé pensando. Unos días después, charlando con mi amigo Juan Marenco (CEO de Be Influencers) sobre la posible desaparición de una marca tan icónica como DDB, ese pensamiento se transformó en una inquietud un poco más profunda. ¿Cómo puede ser que una industria que vive de construir marcas descuide tanto las propias?
No se trata de un ejercicio nostálgico, pero el caso de DDB duele. Como antes dolieron JWT, Y&R y Wunderman, Leo Burnett y Publicis, y tantas otras que definieron lo que somos como publicitarios (o fuimos). Cada reestructura de holdings viene de decisiones racionales, lógicas desde la eficiencia, pero muchas veces ajenas al intangible más fuerte que supimos manejar: la construcción de marcas poderosas.
Parecería ser que ya no importa tanto hablar del producto. Todo parece girar alrededor de estructuras, fusiones, eficiencia operativa, como si el problema fuera solo financiero. Pero mientras debatimos si somos agencias, consultoras o plataformas, perdemos de vista el valor que nos hizo relevantes: ideas que transforman negocios y que conectan con la cultura.
La paradoja es incómoda: evangelizamos sobre el valor de las marcas, pero la mayoría de las veces no trabajamos en las nuestras. Hablamos de consistencia, propósito y storytelling, pero nuestras propias agencias (las que deberían ser faro) son víctimas del cortoplacismo o de decisiones que priorizan una planilla de Excel.
No se trata de romantizar el pasado ni de negar la transformación. La inteligencia artificial, la data y la tecnología llegaron para quedarse y son parte de la fórmula dentro de la transformación que tuvo nuestro negocio. Pero el desafío es integrarlas sin resignar lo que nos diferencia. Ojalá sepamos construir esa nueva industria sin olvidar lo que nos trajo hasta acá.